Ela Urriola (Panamá)
Por: Ela Urriola
Un jardín en la alcoba azul
(Frida Kahlo)
Diego
Tan solo puedo estar segura de mi cuerpo
Todo cambia
El viento cambia
Cambian las visiones y las fronteras
Los himnos y los amores
Tu amor cambia
Diego
Como ese viento del desierto
Que besa mi frente
Y luego marcha
Pero mi cuerpo en esta alcoba es lo inmutable
Es miedo y permanece
Todo él opuesto a lo perfecto
Tumba del péndulo
Broma irreversible
Y su eco
Ayer caminé entre flores
La intimidad aspiré de los estambres
Los colores de sus pétalos
Primero los comía
Luego los nombraba con las iniciales de mis ancestros
Y arrugaba las azucenas con mi prisa
Llegué hasta el cansancio de Dios
O hasta su rabia
Hoy soy prisionera de esta alcoba
Donde el dolor copula con la nostalgia
La pinto de azul
La pinto como el cielo que adormece las playas
Adorno mi cabeza
Al compás óseo de las calacas
Recreo jardines poblanos entre mis trenzas
Y del tequila brota esta tristeza harta
Baja por la garganta e hincha las células
Les hace cosquillas
Y estallan
Cuando no estoy borracha
Duele el tiempo
Las manecillas del reloj transmutan en cuchillas
Que sonríen erguidas
Y afiladas
Pero más duele lo que quiero
Quiero girar sobre las tunas
Sentir las espinas del nopal
Crujiendo en el rocío
Y escalar la hiedra
Como una araña
En mis piernas
Hay una ausencia de mí
Que me lapida
Soy leche derramada
Paréntesis
Cuando yo quiero bailar
Y que me hagas el amor
Rodando en la montaña
El vuelo lapislázuli del colibrí
Se lo beben mis ojos
No este vientre
Ni este huerto fósil
Ni mis sueños
Mi cuerpo es lo único seguro
Dieguito
Seguro duele
Seguro sangra
Seguro reventará para que florezca por fin aquella
Que se perdió
En el tranvía
En esa espera del milagro
Mi yo entumecido
Revive la locura de los bardos
Dentro de él
Una mujer
Afuera
El colapso del parnaso
La piel remendada y las grietas
Las vértebras de Rodas
Ruedan
Entre mis pies crucificados
Y Dios ha mirado hacia otro lado
Diego estoy quebrada como una copa
Reventada y jodida
Como una pinche damajuana
Craquelada en su levedad
Estoy seca
Sedienta
Y tan miserable
Que solo sangra la paleta de mis ojos
Y mis lágrimas cuelgan del lienzo
Como naranjas amargas
Y el zumo de dolor
Es lo que soy
Ese zumo es mi existencia
Y sin ti
Ya no soy nada
Hay una orgía de colores en mi boca
Quiero regurgitarla
En las paredes
En tu sombra
Pero ya no me queda más llanto
Por dentro
Y apenas me sostiene
Este poema torcido
De trementina y misterio
Y una brecha
Diego
Una brecha que es abismo que es mi sexo
Existencia impávida
Ojo de huracán
Negación de nacimientos
Y savia del volcán
El coraje que enciende la guerra
Me despierta tan puta como cualquier dama
Más dama que la ramera más pura
Lo sabes mi gordo
Adorado
Mi Diego
Mi cuerpo es una colcha de retazos
Ventana y cárcel
En esta habitación azul
A veces se encuentra a salvo
Ora es un ciervo ensartado de flechas
Ora esta flecha del arco que yace entre tus brazos
Columna fracturada
Y destino
Andamios para mis pedazos
Historia de la nada
Espátula perdida
Huipil que pinta
Y sangra
Alejandra es una manzana
(Alejandra Pizarnik)
Alejandra es una manzana
Que cuelga en el árbol del paraíso
Dulce y envenenada
Se amamanta de desdichas
Casi un embrión de oráculo
Un parto de dudas
Y circunstancias
Las ortigas se yerguen
Bajo sus pies descalzos
Y ella baila con la brisa
Devora paisajes
Renace en un cuaderno arrugado
En el bandoneón áspero
Y en las torsiones de las espumas
Alejandra
No se juega en los riscos
Ni se cosechan promesas a deshora
Tus manos
Fecundan las rosas
Con el vítreo resplandor
De las canicas
Y cuando el cronopio te abraza
Tu corona de espinas se transforma en poesía
Un día te araña el pasado
Cicatrices escarlatas
Resurgen entre tus labios
Demasiado cansancio en tu piel de ninfa
Traes los ojos hinchados
De beberte
El mundo
El hambre milenaria de los profetas te supera
Y ya no encuentras la luz
Sino en las sombras
Niña de rincones y estrépitos
Gime un tango en tus huesos
Con voces lunfardas
Alas embalsamadas cosieron en tu espalda
Por eso escondes los miedos
Bajo tu piel de manzana
La balalaica ancestral
Gime como un presagio
Aunque amanezca no llega la luz a tus diarios
Mis manos auscultan las gavetas de otros
Pero las tuyas tienen la cerradura imposible
De las caricias
Hay frutos prodigados para morfar
Cultivos de trigo
Que cortan el hambre
Y flores endulzadas para arrancar el insomnio
Pero nada calma tus ganas
Tus sueños
Son relámpagos
De un inminente naufragio
Descubriste que tu árbol solo ha parido manzanas
Envenenadas
Tronco de la fiebre
La autoestima dislocada
Y la palabra
Niña perdida
Paloma que sobrevuela ciudades
Desde el subsuelo
No nació el humano que saciara tu
Sed de Maga
Arroja de tu boca la llave
Abre las puertas
Devuelve el aliento a los náufragos
Muerde nuevamente el precipicio
Y enséñanos a incinerarnos con palabras
A encender la penumbra
A asfixiarnos lentamente
Con la vida
Anturio
(Anaïs Nin)
Detrás de la palabra
Un trémulo tallo estremece
El espacio donde no existe más
Que ausencia de razón
Y ataraxia
Fuiste el viento
El verano
La ceniza
La gota
Y el ungüento
Antorcha de jardín
Mástil y brazo erecto
Bandera ondeante sobre las naves
De amantes sin puerto
Monte de Venus
Distinto
A cualquier ingenio floral
Llegas a ser lo que quieres
No te descifran los pétalos
Como en el tacto rutinario de las rosas
Autodidacta
Aprendiste a no quebrarte como el jazmín
Cuando su perfume
Se desgrana en llanto
Lutróforo del que beberían poetas
Pintores
Ladrones
Mujeres bellas y hasta tu padre
Desconoces el pudor
Porque a diferencia de la diosa
No te engendró una ola
Sino un ejército de corales
Llegas al mundo sin estambres
Alfa
Liber Pater
Sismo en el nirvana
Escordio y caricias alexifármacas
Se funden en tu lecho
Para arroparte
Sedienta de ajenjo
Sorbes las fauces del fauno
Anturio de la noche
Crisálida
Promesa de vuelo
En tu diario coexiste el verbo
Y una danza macabra
Abandonas el baile
Destejes la dilación de Penélope
Pero si revive el hambre
Floreces
Cual interpretación barroca del pecado
Presta a seducir al cielo
Con el beso peligroso
Absurdo
De una daga
El muchacho que se fue
(Tina Modotti)
Cuelgan tus pies
Absurdamente ciertos
Péndulo de hambre y sueños
No dejes que entre la mañana por la ventana
Porque naciendo
Empieza a morir también el día
Recuerdo tu mano deslizándose
Cual ala
Decidida a tatuarse el horizonte en los huesos
El mundo como un lienzo
Donde fue imposible insertar la vida
Recuerdo tus garras
Arañando el futuro que no tendrías
Amor
Hay trenes que corren tan deprisa que no sabes bien
Quién se asoma en las ventanillas
Hay trenes sosegados
Los hay vacíos
Luego hay otros que se estacionan en la herrumbre
Donde crece la hierba
Y reverdecen el tornillo
Y las vías
Y no arrancan más
¿Que sucede en la mente del que se aleja
Dejando amor
Y nostalgia con su partida?
La palidez
De los besos suspendidos
La mirada rota
La infinitud del silencio
El reloj detenido
Con el grito
No hay hambre cuando hay pena
Cuando hay pena
No hay nada
Era un muchacho como todos
Como aquellos que miraban a las chicas
Y sonreían
Sus cabellos semejaban hilos de tinta
Que escribirían algo en el viento
Si crecieran
Había algo en sus ojos que no he mirado
En otros
Al escrutar la piel de las cosas
Las palabras se vestían de respuestas
No bien abandonaban los labios
Antes de volverse sonido
Porque sus ojos preguntaban demasiado
Y quizás por eso
Se cerraron
Un péndulo ahora
El rostro y el cuerpo de esos ojos
Una pregunta sin emisario
Un desierto en el desierto
Quiero preguntar y no puedo
Por inmortal
No le veré crecer
Hacerse viejo
Alimentar a las palomas en los parques
Comprar el diario
Y olvidar asombrarse
El muchacho que se fue
Sigue muriendo en las tardes
Cuando los trenes pasan
Veloces
Y otros muchachos como él
Se abandonan al sueño
Hay trenes y hay muchachos
Que un día no serán más
Que un punto en la pradera
Un recuerdo en la tarde
La lágrima aquella que una niña grande
Ocultará
Cuando necesite el amor
Y no lo tenga
Cumanana para una noche rota
(Victoria Santa Cruz)
Te dijeron negra
Y una noche más negra que la noche cayó
Sobre tu espalda
Y era blanca la vida
Pero te escondías
Porque no cabías en ella
Sino amortajada
Negra te gritaron
Y bautizaron tus caderas con látigos
Negra repitieron
Para acallar el batá
El ancestral llanto del río
Y la cumbia incendiaria
En el palenque hermano
Ultrajaron la tierra por su color
Melenas de trigo sembraron infinitas guerras
Mientras la noche guardaba
El suspiro de las Orishas
En las caracolas
Destiñeron tus ilusiones
Calcinaron el vuelo
Que no encaja en un pigmento
Pero ahora
Victoria
Tus muslos
Tu pecho
Ya no sueñan
La anodina piel
De las malvas
Caminarás erguida sobre un arcoíris
Y descenderás a las calles
Con tus negros pies de poeta
Con esa negrura fantástica
Que me impide sentirme blanca
Porque por dentro también nací negra
Hay un caleidoscopio
En las almas
Allí
Sin etiquetas
Las primaveras estallan en flores
Para todos
Negra niña
Que huyes descalza
De la noche
Tu nombre es Victoria
El bantú de tus versos
Repica
En las voces
De mujeres negras y blancas
Selección de poemas pertenecientes a La Edad de la rosa, Premio Ricardo Miró de Poesía 2018
Ela Urriola nació en Panamá en 1971. Obtuvo un Doctorado en Filosofía Sistemática en la Karlová Univerzita, Praga. Dicta las cátedras de Estética en la Facultad de Bellas artes en licenciatura y maestría, y Filosofía, Ética, Bioética y Derechos Humanos en la Facultad de Humanidades. Es miembro del Comité de Bioética de la Universidad de Panamá.
En 2014 obtuvo el Premio Nacional de Literatura “Ricardo Miró” en Poesía con su obra La nieve sobre la arena. Ha sido antologada en diferentes publicaciones y ha colaborado en diversas antologías poéticas y de narrativa. Sus poemas han sido traducidos al inglés, portugués y checo.
En 2015 gana el Premio Nacional de Cuento “José María Sánchez” con su obra Agujeros negros. En 2018 obtiene por segunda vez el Premio Nacional de Literatura, “Ricardo Miró”, en la categoría Poesía, con su obra La edad de la rosa. En marzo de 2019 publica un poemario contra la pederastia titulado El vértigo de los ángeles con ilustraciones suyas.
-Página de Ela Urriola
-Poemas Poesía Iberoamericana, página de Antonio Miranda
-Ela Urriola entre la filosofía y la literatura Por Leadimiro González, en El Siglo
-Sensible y crítica social, así es Ela Por Rosalina Orocú Mojica en Panamá América
Publicado el 08.04.2019