Roberto Reséndiz Carmona (México)
Por: Roberto Reséndiz Carmona
Canto dos
Observo la ciudad
y soy un extraño.
La vida
no reconoce al ser
que habita la intensidad de la sal
ni el párpado suicida.
No soy
y nadie puebla el suspiro de la bruma.
La náusea
vive en temidos callejones
entre botes de cerveza y envases ámbar
sin padre
sin madre
en la soledad de los perdidos.
Regreso
a una habitación segura
me crece el vientre
obnubilo el nombre
dejo que los insectos se acumulen
se multipliquen
olvido
el filo de la daga
el intangible abrazo oscuro.
Olvidé la fecha
en que llegué a este mundo de mentiras
de muertos sin rostro
al bosque de ceniza.
He olvidado la fecha
en que besamos
las espinas.
Canto cuatro
Seguramente
ladre
olvide
la parte bizarra del esternón
la mariposa azul
y el rechinido de los autos.
Me habría encantado escribir otras frases
olvidar la tristeza
el manifiesto de los diablos
la sangre que compite a diario.
No logré arrancar la furia
ni la angustia sembrada en el paisaje derruido.
Nunca supe
qué pasó en el velorio
olvidé
el sabor de la cebolla las coordenadas
que no tenían destino.
Canto cinco
Me duelen
los muertos a quienes lloro.
Nunca volví a ser el mismo desde que salí de casa.
Me crecieron los años
la angustia
vi de cerca la muerte
la sal y la ceniza
a la misma desesperanza arrinconada.
Descubro
que ya no soy.
A veces
olía a hierba a vino
a todo lo que adquirí
en el encuentro.
Me gustó llegar
hasta los ángeles guardianes
cantar salmos contra la tristeza
volar
ir de voz en voz
de la sed al miedo
y del gemido a los abismos.
Me gustó volver
como si nunca me hubiera ido.
Fragmento de Alexia cuatro veces dijo no
Alexia
desde siempre hemos estado solos más
cuando la noche golpetea la sabana de los huesos
la cicatriz peregrina de la sangre.
Vivimos asustados temblamos
y no hay refugio
para enfrentar con dignidad la suerte.
Hay días
en que deseamos saber el final de la ceguera
la muerte de los otros
subastamos llaves
arcones de cuero
la cicatriz del vientre
la magia que se untaba en los espejos.
Hay noches en que ardemos sin lengua
sin piel para frenar el cuerpo
sin sueños que aligeren vuelcos.
En medio de la oscuridad que nos engendra
estamos despoblados
más solos que nunca
y un desnudo terror habita nuestra casa.
Alexia
desde siempre hemos estado solos y más
cuando la noche golpetea la sabana de los huesos.
****
Alexia
te recuerdo
ya no debemos seguir hablando de lo mismo.
El mundo cada vez está más oxidado
y las Torres de Babel
se erigen en cualquier lugar del asco.
No hay corrientes seguras en el agua
los bárbaros del norte
se han dejado venir como parvada de langostas
y gritan pronombres del infierno.
Cada día paren ruidos diferentes llueven misiles
polvos enredados
hologramas que guillotinan los domingos.
Por ello Alexia
ya no debemos soñar con el pasado
el odio se ayunta con la guerra
y ensangrenta los aleteos del barco.
Alexia te recuerdo
ya no debemos seguir hablando de lo mismo.
Adónde ir
A dónde ir
cuando sólo tres clavos te quedan en el alma
cuando tan sólo
un pedazo de luna
muerde el agua salada de la playa
cuando el hambre de la ausencia
devora las anclas del silencio
y enfermo te revuelcas
en la oscuridad que te destroza.
¿Adónde ir?
Cuál dolor puedes ensartar en los anzuelos
qué grano de arena escoges
para colocarlo debajo de la lengua
qué tributo puedes pagar
para viajar en la barca de la muerte.
El traje de tristeza
lo he dejado
en el último hotel que habitamos
en la arena sin flores
en la esquina del pueblo
donde morimos de hambre.
El gran Anubis
el más orgulloso ser
que habita entre los muertos
cierra su largo hocico
muerde
el terrible calor del desierto
el color amarillo-verdoso de las mariposas
la reseca carne
en su delirio inmenso.
Dame una piedra de jade y otra de amatista
cuelga un collar de turquesa en los tobillos
danza
con la máscara de cristal de roca
violenta la sal
vomita la noche sin muelles
sin faros que alivien los aullidos.
No hay
ninguna calle que lleve a la esperanza
ninguna habitación
que tenga la claridad azul
del fondo de sus ojos.
Nada consuela las noches sin arena
nada consuela
el final de la tragedia. ¿Adónde ir…? ¿Adónde...?
Baldana
La espantan las bocas desdentadas
los ciegos de nacimiento
los seres
que no calientan lugar
en ningún sitio.
Le aterran
los hombres que se visten de negro
el mal aliento de los gatos
el olor de la ropa encerrada en los roperos
la tormenta de truenos
y las seis de la mañana.
Le dan miedo
los hombres sin suerte
los buscadores de oro
los insensibles que se marchan
en los vagones de la asquerosa madrugada.
Se angustia
de la terrible soledad de sus amantes
de los siete minutos de vida
de la somnolienta
entrega
de la muerte...
La guerra en México, ensayo escrito para el 29 º Festival Internacional de Poesía de Medellín
Roberto Reséndiz Carmona nació el 4 de junio de 1954 en Zitácuaro, Michoacán, México. Director del Encuentro Internacional de poetas y escritores que se organiza en Zamora, Michoacán, desde 1997. Promotor cultural independiente. Dirige la Editorial, Cultural, Arte y Tradición. Es creador del Festival del Chongo Zamorano. Ha dado más de cien recitales individuales y más de cien colectivos en: México, España, Colombia, Italia, Chile, Ecuador, Perú, Cuba, República Dominicana, Estados Unidos de Norteamérica, Brasil, Argentina, Venezuela, Costa Rica, Bolivia, Guatemala, Francia, Grecia y Egipto.
Ha publicado: Poemas de espejo, 1982; La noche rueda del tintero, 1985; Diez años después,1994; Recuerdos de pasión, 1996; De peces y de colores, 1999; Vino blanco para dos, 2002; De amargo color salado, 2003; Agua de mar, 2005; Elegías a la muerte de mi Padre, 2005; Desnudo en el espejo, 2006; Mujeres de luz…, 2007; Tal vez seremos inmortales, (Universidad Nacional de Colombia) 2008; Sin la cordillera de por medio, 2008; en coautoría con la poeta argentina Cristina Ramallo, La líquida fatalidad del escalpelo, Nueva York, 2009; El negro temor que maravilla, Pontevedra, España, 2011, Esquirlas de aire, 2011; Alexia cuatro veces dijo no, 2013; De nombre invertebrado, Colombia, 2015; Cantar de sombras, México, 2017.
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Publicado el 08.05.2019