Sándor Halmosi, Hungría
Por:
Sándor Halmosi
Traductor:
Alfonso Lombana / Zsuzsanna Lakatos-Báldy
Esa única
Y llegará el día en que este valle, bello y verdoso,
se seque. Se vuelva cobrizo, gélido platino,
y marrón, y gris. Entonces todos
lo invocarán, por su nombre.
Tú proclamarás dos nombres queridos.
Yo solamente esa única palabra.
Dos moléculas
Dos moléculas colisionan.
Dos partículas desnudas y al descubierto,
sumidas en miedo al infinito, se lanzan al vacío.
El calor que expiden – el alma.
La pasión de Lao Tsé
Bien lo sabes. Estás muy lejos,
y tu cercanía se vuelve aún más insoportable.
Sabes que tenemos que saber de nosotros,
entre largos pasos
entre largos silencios.
Solo una tarde sola,
solo una hora solo, si solo un día fueses mi altiva esposa,
aquella que me prendió a mí, a su novio.
Esto no es un poema de amor.
Llámame por mi nombre, nombra todos mis pecados,
mis muchas faltas, y quedarás libre.
Di, di finalmente quién eres,
Dios, mi Señora.
Muy duramente trabajamos cada hora,
cada día de la semana.
Apenas estamos juntos.
A trabajar te mando con severo pulso,
y a tu regreso me vences
como me vence mi pequeña riendo mientras corretea hacia mí.
Quizás te reconozca
y recuerde todo lo que no dijiste.
Si quieres dame la dulce unción.
Si quieres te expiaré de tal maldición.
Gilead
Adoro cómo pisan tus botas,
cómo sacuden la nieve a tu paso.
Las tormentas con que me sacudes
y el agonizante ahogo; porque vienen de ti, adoro.
Adoro aquella maldita velada en el patio del castillo,
el jardín que no me enseñaste.
Adoro tu altanería, tu ira,
adoro la impaciencia que te cuelga
del rizado cabello rubio.
Lo sé, mi deseo no tiene cabida en el tiempo ni el espacio.
De nada sirve que descubriera yo el amor
en aquel momento del octavo día.
No menees la cabeza, no me gusta.
Mi decir se desmembra en la existencia
garganta abajo.
Créeme, sé de lo que hablo, por qué y con quién.
Pues desde que adoro ya nada sé de veras.
Pero me da igual si me crees.
Il treno a domani
Podría, en diciembre, haber escrito igual
sobre la presencia, claridades y velos
en la antecámara, y en el salón,
y en los paños de nuestro pasado.
Y sobre el continuo de no dejar
para mañana lo de hoy.
Pero cada cual habla por sí, debe,
para que el silencio no dictamine entre lo malo
y lo peor. Hable con ella.
Lo que hoy es, ayer era fue, necesariamente,
inclemente, y lo que hoy es, mañana será será.
He aquí la única gestión posible, que no es poco.
Es mejor que sea con magia blanca que negra,
pero mejor que la magia blanca es el rocío
matutino, es mejor que nuestros enfrentamientos.
La actividad vespertina, nuestra labor cada tarde.
Tales vergonzosos frotamientos,
tales humillantes roces.
No tienen nombre
No, no tienen nombre
Las mujeres no tienen nombre
En los sueños
Se acercan sin más
Con apariencias enigmáticas
Desde el cuarto contiguo
Golpetean
Descienden del desván
Y se pasean con paso ligero
Por delante de la puerta
Que da al pasillo.
Halmosi Sándor nació en Hungría en 1971. Es poeta, traductor, artista, tallerista literario, editor y matemático. Mantiene una relación activa con asociaciones de escritores y poetas contemporáneos del mundo, con quienes trabaja en proyectos literarios de traducción. Promueve la poesía contemporánea internacional en Hungría, y difunde también la poesía húngara en el extranjero, mediante la publicación de antologías. Sus poemas han sido traducidos a más de diez idiomas. En 2018 recibió el Premio de Poesía de la Asociación Internacional de Escritores Pjeter Bogdani, en 2019 el Premio de Poesía Lukijan Mušicki, y en 2020 el Premio Internacional de la Asociación Literaria y Artística Raskovnik (Serbia). Pertenece al PEN húngaro, es fundador y presidente honorario de la Asociación Literaria y de Arte Echivox (Stuttgart), y miembro de la Academia Europea de Ciencias, Artes y Letras (París).