El fuego de la creación
Por: Marije Langelaar
Recuerdo muy bien ese momento.
Yo era estudiante de la Academia de Arte, y caminaba por un pequeño parque ubicado entre dos calles muy transitadas con mi pensamiento en el arte, como ocurre usualmente a los estudiantes de esta disciplina. Y es que el arte siempre me conmovió, podía golpearme con la fuerza de una roca o acariciarme con la delicadeza de un amante. Y aunque me hiciera llorar o regocijarme, siempre estuve consciente de que el arte manifestado a través de una pintura, la danza, una fotografía o un poema siempre es la traducción de lo que subyace en ello, algo tan enorme que comprenderlo resultaría vano. Sin desconocer, por otra parte, que la realidad es tan sutil, tan plena de matices que sabemos que la obra de arte nunca alcanza a expresarla.
Es omnipresente, y, sin embargo, tan invisible en apariencia.
Y me di cuenta de la veracidad de este enunciado antes de presentar mi obra en México, Berlín, Bélgica y los Países Bajos. Supe de mi enorme amor hacia el arte, aunque sabía que mi verdadero compromiso era con el universo detrás de la pintura, la danza, detrás de la palabra que aspira a Algo enorme. Mi verdadero compromiso era con el más allá.
Mis poemas son traducciones de algo que tiene lugar en otro ámbito que no es el mundo material.
Lo innombrable, lo eterno, requiere estructuras para ser visible. Cosas. Palabras. Reflexiones, destellos, chispas, rocíos y chisporroteos. El viento tampoco es visible y requiere de algo para hacerse visible en su ir y venir entre las ramitas y ramas de su salvaje, tempestuoso y a su vez suave vaivén. Un agujero es solo un agujero cuando está rodeado de concreto.
Mi más grande deseo es tocar el corazón de todo, y, si es posible, las manos y los pies, y las orejas y la boca también.
Quiero observarlo todo y que sea reconocido como divino, como si procediera del mismo ser. El ámbito primigenio, el sueño desde donde todo se desliza, el destello de la luz transformado en algo concreto.
Ese ámbito primigenio todavía está presente en nosotros, es una onda de radio que puedes sintonizar cuando tu deseo es tan ardiente como inexistente, cuando los pensamientos y las voces en tu cabeza se han aplacado, cuando se han desvanecido con el viento, cuando te has liberado de tu arrogancia, cuando puedes ser tan pequeño como el más pequeño y majestuoso grano de arena.
Puedes tocar y explorar ese ámbito.
Es un campo orgásmico. Tiene una alta vibración, llena de potencia.
Ahí estás entonces, con dos dedos en el ámbito primigenio, en el corazón de la creación, ¿qué sigue?
Al manipular las palabras, que son el vehículo del poeta, extraigo algo, que no se puede nombrar, a la superficie del mundo terrenal y tangible. Y al hacerlo, inmediatamente poco a poco me levanto aferrándome a este reino terrestre.
Porque estos mundos interactúan entre sí: no están separados, se entrelazan y se fusionan.
Al ejercer el oficio del arte, cualquier forma de arte, tu capacidad creativa se volverá cada vez más refinada y más relevante en la vida cotidiana. Tu habilidad para crear se torna excepcional.
De cierta forma, cada artista se deja cautivar por el elemento creativo que está en su interior, y pretende dominar este arte de la creación y refinarlo con el fin de construir una relación directa con él.
El artista / poeta trabaja con la llama de la creación.
¿Cómo creas las cosas? ¿Cómo funciona este proceso? ¿Cuándo aparece ese misterioso zumbido que compone un buen poema? ¿Y cuándo no?
¿Por qué es importante dominar este proceso creativo? ¿Y comprender lo que sucede durante el mismo? ¿Y cómo puede la comprensión de este proceso creativo desempeñar un rol en el mundo que nos rodea?
El mundo de la poesía parece no encajar del todo en lo concreto. Siguen siendo palabras, hebras del tejido, letras, energías vacías que flotan en la atmósfera y que ciertamente nos tocan, pero las palabras no emiten sombras. No podemos comprenderlas. Las palabras no son un cuchillo con el que podamos cortar un pedazo concreto de pan, no son una pelota que podamos hacer rebotar. No podemos construir casas con ellas.
¿Qué sucede cuando adquiere forma en la etapa final?
La alquimia ocurre precisamente en el momento en que esa llama creativa no solo susurra y arde en el poema que aparece en la hoja de papel, sino también cuando busca otras formas físicas de existencia.
No solo en el mundo de la Palabra sino que también fluirá y arderá en el mundo tangible que nos rodea. El mundo en el que funcionamos. El mundo de las cosas y los sucesos. El mundo que clama por el cambio y la realización del potencial.
Es precisamente en ese momento, cuando el fuego de la creación y el mundo operativo se abrazan y se convierten en tiernos amantes, reforzando la posibilidad de crear algo nuevo en este mundo.
Y eso es extremadamente importante.
El mundo es un hecho, pero tampoco lo es.
No tenemos que aceptar el mundo tal y como se nos presenta. El mundo en el que vivimos es el resultado de procesos históricos complejos, de épocas de represión, manipulación, un giro de eventos y luchas de poder.
Todos nacemos en un tejido afectado por miles de años de historia. Pero hay un instante personal, un instante soberano que no tiene nada que ver con esto. Ese punto es GRATUITO.
Este instante soberano nos libera de generalizaciones, conceptos generales, visiones del mundo e incluso del sometimiento a las leyes.
Podemos darle forma al mundo, comenzar de cero nuevamente. Iniciar el tejido desde aquí. Como si se tratara de una alfombra. Hilo por hilo, un hilo dorado tras otro para que todos juntos hagamos la nueva tela.
Como poeta, aplico y refino el proceso de trabajar con la llama de la creación.
Para mí personalmente, la poesía funciona como camino de iniciación. ¿Qué piensan al respecto?
Cuando escribo un poema, me dejo llevar.Me co
nvierto en una taza vacía. Mis brazos están bien abiertos y recibo lo que me llega.
¡Para vivir así!
Cuando escribo un poema, mi capacidad de percepción se enfoca y es dedicada.
¡Para vivir así!
Cuando escribo un poema, soy extremadamente sensible a la sincronicidad.
¡Para vivir así!
Cuando escribo un poema, creo mundos. Soy un creador. Puedo extraer cualquier cosa del polvo, del barro, las nubes y de los reinos del pensamiento, lo que yo desee.
¡Para vivir así!
Mi verdadero lienzo es el mundo en que vivimos. Es mi hoja de papel sobre la que escribo. La arcilla. El bronce. El mundo sobre el que movemos cosas, por el que deambulamos, cocinamos y tenemos ideas. Batallamos. Amamos. Encuentro el mundo como algo fascinante.
Por supuesto, este es un gran desafío.
Así, paso a paso voy aprendiendo y logrando éxitos.
Creé una escuela primaria para mi hijo Thomas, junto con otros padres. La escuela con la que soñábamos. Abolimos el viejo sistema y nos enfocamos en los niños a partir de una educación por proyectos que les ofrece clases de yoga a partir de los 3 años. Un método en el que los niños eligen, con un fuerte enfoque cooperativo orientado a la sostenibilidad, creatividad, a la autoconciencia y la naturaleza,
En este momento, estoy trabajando en una nueva forma de vida. Un pueblo para el futuro. Un plan para una vida sostenible que se pueda utilizar como modelo en el mundo entero. Un código abierto y a disposición de todos para que sea adoptado libremente. Tiene sus raíces en la conciencia, la naturaleza, la ciencia innovadora y la creatividad. Cuando la creatividad fluye libremente, abrazas el fuego de la creación, de ahí venimos, esto es lo que debemos recordar para iluminarnos entre todos.
Para comenzar a tejer un modelo completamente nuevo.
Marije Langelaar nació en Goes, Países Bajos, en 1978. Ha publicado tres libros de poesía: De rivier als vlakte (El río como llanura), 2003; De schuur in (En el cobertizo), 2009, y Vonkt (Chispa), 2017, que han sido preseleccionados para numerosos premios. Ganó el Premio Hugues C. Pernath en 2009, el Premio Jan Campert en 2017 y el Premio de Poesía Awater en 2018.
En 2020 se publicó su primera novela, En el año del buey rojo. Además de su carrera como escritora, fundó, junto con otros padres, una nueva escuela primaria en 2011. En esta escuela, los niños aprenden a través de proyectos; La atención se centra en el desarrollo integral del niño, en la cooperación, la creatividad, la naturaleza, el yoga y la conciencia de sí mismo.
También es miembro de un equipo central para fundar una "Aldea del Futuro", una nueva forma de vivir con el objetivo de resolver los principales desafíos de la humanidad en el planeta Tierra. Un plan para una vida sostenible y consciente que se puede adaptar para adaptarse a situaciones en todo el mundo.
Publicado el 12.07.2020