Reshma Ramesh, India
Por:
Reshma Ramesh
Traductor:
Luz María López
Las montañas guardan memoria
Las montañas guardan memoria
Una memoria de silencio, lluvia lenta,
de la húmeda violeta, poemas no escritos,
el comando de un pastor, la pereza de la nieve cayendo,
y un viento que nace entre pinos somnolientos.
Las montañas parecen haberse tragado
el grito de cada amanecer, los huesos de un soldado
y la distancia entre una hoja que cae y el suelo.
Sin embargo, están tranquilas como si estuvieran ausentes.
Como si nada hubiera caminado más allá de sus ardientes valles
y nadie nunca llorado
ni siquiera un pájaro negro por su cría sin nacer.
A veces, de repente cobran vida.
Las montañas respiran a través de senderos errantes,
abejas mojadas y el débil balido de un cordero.
En breve se tornan tal cementerio,
entonces ahogan su soledad en mis diminutas palmas.
Quizá algún día despierten sobre mi pecho
y recuerden que también poseen corazón.
Beso
Besarte es como despertar en una extraña ciudad,
desconocida tibieza, el familiar tintineo de la lluvia,
un mar repleto de recuerdos, desolado como un poema
tu lengua hincando sombras alrededor de mi patio
anhelando pertenecer al murmullo de las concurridas calles,
prados serenos y el aleteo de miles de gorriones.
No arribar, no partir, sino dejar que tu boca
lentamente me teja en río.
Besarte es como dormir en una ciudad extraña
cerrando los ojos al anhelo, una luna nueva,
sutiles aromas de canción que nunca escuché antes,
para aprender el idioma de tus dedos,
aprender a hablar sin palabras tal los extraños con su sonrisa.
Viajar descalza a tus brazos,
recostarme quieta en tus ojos
y aun así poder recordar
cómo se siente llegar a casa.
Otoño
En este otoño
arrojamos hojas
una por una toda la noche
somos sólo ramas al atardecer,
raíces de noche
y cuando extiendo mi desnudez
hacia tu agosto
diriges tus sonatas lloviznando
hacia la luz y
nos caemos
nuestros cuerpos se deslizan
a través de las enternecidas
sombras de árboles con caducas hojas
nuestros pies cerniéndose
entre arenas doradas y carmesís
flotando hacia los brazos del otro
tal fragancia olvidada
de una distante fábula.
Ahora miro hacia el cielo azul
más allá del olmo
la última hoja está girando ya
hacia tus cobrizas colinas
el roble y la haya escuchan el
suave tremor del viento moribundo y
el racimo de golondrinas reuniéndose
es hora de partir del
tamborileo del musgo verde, de la
risa de la bellota, dejar las colinas
de tu hombro, alejarme
del dulce grano de tu niebla
con la luz zozobrante y la llamarada de hojas
y por siempre me quedaré anhelando el
aleteo de tu beso de otoño.
Me atraes
Me atraes como la lluvia atrae sombras
llenando deshabitadas telarañas carentes de nombres
irrumpiendo en los recuerdos de un pueblo, una calle,
un patio y una ventana, un niño de ojos vacantes sentado
con un libro apretado entre sus manos.
Me atraes como lo hacen los lugares no poseídos
como viajero perdido en el pasado inclinándose hacia la tenue luz
contra un ruido en el mar, buscando el incendiado olor de otoño
buscando una sombra de mediodía emitida sobre un poema.
Me atraes como la distancia, escapando de todas las cosas íntimas como
los suaves besos, mariposas, migas de pan, trenes y el vacío
y me asientas en un libro, entre palabras donde alguien escribió
sobre islas y niños con las cejas encendidas por una lámpara
y una orquídea prensada entre las sábanas.
Tan hermosa como yo
No puedes resistir mis doradas curvas,
mi altiva cautela angelical
soy los colores en la paleta del pintor,
la irresistible Charlotte.
Mis ojos se ven como el sol en el crepúsculo
campos de claveles amansados en la luz solar.
Soy tan cálida como la arena, fría como gotas de rocío,
piel tal arena del desierto, incitando a que se detenga tu respiración.
Lo siento, no puedes dejar de mirarme,
lirio del valle, gotas de coral, popurrí
soy tan verdadera como un rezo, hermosa como una pintura,
pura como leche materna, llamamiento etéreo.
No es falta mía que te hayas enamorado
mi voz timbra como campanas, preciado tesoro,
tan ardiente como un horno, húmeda tal pincel
cabello lustroso, satinado fulgor, poético silencio.
Soy tan refrescante como el agua, logro exaltar lo mejor de ti
fogosa estrella, confía en mí, tienes el mejor panorama.
Soy tan simple como el helado de vainilla, el astuto laberinto
tan soñadora como los cuentos de cuna, meramente Jacinto.
No me culpes si no logras atajar el sentimiento,
advertida fuiste del voltaje del rayo
tan burbujeante como el champán, verdadero como el espejo
puedo leer tus pensamientos, sexy ilusionista.
Soy afable como la música, ingeniosa como una criatura,
no puedo evitarlo si eso te vuelve loca
fuerte como armadura, frágil como caramelo,
única, sólo
hermosa como yo.
Silencio
El silencio es un trozo de mar
una pared de hollín
un recuerdo íntimo que adquiere carne.
El silencio es agua descansando alrededor de tus tobillos,
es la luz del atardecer enterrada en el nido de una golondrina.
El silencio es un beso que sobrevuela un estanque,
mojado y sin terminar.
El silencio es un ala vacía que reparte hambre en las montañas,
el silencio es una puerta que se abre como un libro
y se cierra como un poema.
Soy
Tal vez soy una conversación detenida a mitad del camino
o la sombra entre la luz de la mañana y el alféizar de la ventana,
un respiro tragando vastos bosques,
una vista estéril de astilleros vacíos
una naranja entera
Tal vez la savia de un árbol peepal,*
El sonido de dos ojos que conversan
un milagro flojo o el retumbar de un beso,
la distancia entre tiempo y olvido
quizás yo soy un recuerdo de tierra húmeda,
el jadeo de cristales rotos,
la oscuridad en una vaina de guisantes o el silencio de un pozo
El océano en el que olvidas las cosas.
y las olas en las que voy y vengo.
*El higo sagrado tiene un significado religioso en tres religiones principales que se originaron en el subcontinente indio, el hinduismo, el budismo y el jainismo. Los ascetas hindúes y jainistas consideran que el árbol es sagrado y a menudo meditan debajo de ellos y este es el árbol bajo el cual se cree que Gautama Buddha alcanzó la iluminación, también es un árbol medicinal.
La función de la poesía en la transformación de la sociedad articulo escrito para su participación en el 30º Festival Internacional de Poesía de Medellín.
Reshma Ramesh nació en la India en 1977. Es una poeta bilingüe que escribe en inglés y kannada. Ha publicado entre otros los poemarios: Reflejo de ilusiones y Medialuna. Pertenece al Congreso Mundial de Poetas. Su obra ha sido publicada en varias antologías internacionales y revistas de poesía y sus poemas han sido traducidos al bengalí, serbio, francés, malayo, turco, albanés, italiano, mongol y español. Ella ha aportado traducciones y relatos para varios documentales relacionados con el medio ambiente y ha participado en Festivales Internacionales de Poesía y Literatura en Serbia, Turquía, India, Mongolia y Malasia. Es Licenciada en Bellas Artes y Fotografía. Reshma también es una voz prominente en una de las plataformas de poesía más importantes, Kavya Sanje, en Bangalore.
Creado el 12.03.2020