Hilary Davies, Gales
Por:
Hilary Davies
Traductor:
Ricardo Gómez
La mañana viene a la ciudad
La mañana viene a la ciudad:
Pesada por el rocío que lleva en el aire de otoño
los jardines alzan sus alas y crujen levemente;
los cobertizos gotean y el zorro se desliza a su madriguera.
El calentador de mi vecino silba el primer llamado del día
y se derraman las redes que tejen los tendederos.
Por fuera y por dentro, se revuelven nuestras vidas
alrededor de esta brújula nimia del llegar a fin de mes,
de arreglárnoslas, cuidando, echando raíces,
amando y luchando, y el mundo que gira siempre.
No mayor que un pulgar humano tapando la luz de la luna,
una cúpula azul espiralada se cernía sobre una noche eterna.
(Exile and Kingdom, Enitharmon Press, 2016)
La rosa escarlata
En el pantano yace la Rosa Escarlata
donde el negro río Lea corre, entre sus orillas fangosas
más allá del Viejo Vado, de los Tres Molinos, y del camino romano.
¿Oyes sus pies volar? La marcha de los hombres
muriendo por un imperio una y otra vez
desde que empezamos a cortar los alisos con piedra.
En el pantano yace la Rosa Escarlata
Los ciervos corren en el cerro Epping, y las hayas tintinean
con bosquecillos de mirlos, y el tableteo de los cascos.
¡Mira las cometas salvajes y los aviones perseguir
sus propias colas en las nubes! Mira la mortaja
de la reina muerta en su cabaña de caza
y las escaleras del poder.
En el pantano yace la Rosa Escarlata
que sonrió en la oscuridad y nunca vio
día o noche. Las ciudades permanecen quietas.
Los tiranos y los gobiernos, caen bajo las mareas.
El Lea pasa por su cementerio y sigue al mar.
En el pantano, donde sopla el viento salobre
En el pantano yace la Rosa Escarlata.
(Exile and Kingdom, Enitharmon Press, 2016)
Año nuevo en Aberaeron
Conocí a mi amigo mientras caminábamos por la costa,
él llevaba a su amante del brazo,
el cabello dorado cenizo de ella ondeaba al viento.
Los cuatro pisoteábamos el cambio de año
sobre el suelo calzado de guijarros. En mi oído
sonaba el azote y el rugido cortante del mar.
Pasamos por el puente del muelle
con el sol a nuestra espalda.
Ah, mi esposo,
déjame sostener tu cara entre mis dedos
cerca de las casas relucientes y los gritos de los niños
en la cornisa de tierra, colgada al borde del tiempo
donde Escorpión sube, con sus blancos
brazos, volando hacia el crepúsculo,
donde el arco más grande del mundo gira
y las almas de los botes que se oscurecen
añoran el mar.
(Exile and Kingdom, Enitharmon Press, 2016)
Esta mañana el cartero me trajo una carta
Esta mañana, el cartero me trajo una carta
Çy nos saludamos, como a menudo lo hacemos:
no había nada más allá de la marcha de las cosas
en lo que nos decíamos; la mañana brillaba
fría sobre las hojas rojas. Mientras nos alejamos caminando
por el sendero, noté los caracteres
en lo que estaba abriendo, la mano voló
hacia el pecho como un pájaro, y sentí
las alas de mi corazón latir más rápido que el zorzal
que cae en la trampa. Y luego, mientras me apoyaba en el porche,
débil por el deseo, también noté lo agraciado
del paso del cartero, y que nunca había visto
que era liviano y delicado como un corzo,
que la calle donde queda mi casa es el paraíso,
que una hoja de papel puede contener toda la creación.
(De The Shanghai Owner of the Bonsai Shop, Enitharmon Press, 1991)
El tejo en Llangernyw
Cuando el sol es como un león en los cielos
y el huerto de nogales permanece inmóvil, quieto
un sueño cae sobre nosotros:
que el elemento en el que nos movemos, también se ha detenido.
La creación pende, como una gota de agua:
¡Oh, para holgarse en herbajes,
y ser todo el reluciente mundo!
Más allá de la puerta, en la cresta del cerro,
inmóvil, quieta.
Este sueño nos abraza desde temprano y por mucho tiempo.
Como corderos que envueltos en las raíces de la eternidad
estamos a sólo pocos centímetros de la ascensión,
a sólo un paso del santuario de las palomas en el muro.
Ah, pero el calor corre.
Un instante, una cuchilla,
tierna como el nervio de una hoja a contraluz,
aleja ese universo, pues los soles nunca acaban
de girar, ni nosotros con ellos:
La búsqueda de la abeja, el plaf distante de cosas maduras en el bosque,
la pasión enganchada de las libélulas, todos nos arrastran
aún cuando soñamos que el emparrado sigue siendo igual.
Este tejo es tan viejo que su centro se ha vuelto aire,
luz de donde brotó el duramen,
con su tronco perforado de lado a lado.
Gentil se asienta como un lirio sobre la tierra
y de sus ramas caen los niños, y se ocultan.
Alguna vez fue el pequeño rizo de una fronda, que se asentaba
en una ocasión en que crecieron los ríos,
en una sombra entre aquí y después,
el borde arrojado por lo que crece
cuando un accidente se convierte en testigo.
Vinieron las nieves y los frutos;
el encaje reverdeció y enrojeció
y verdes y rojos eran sus adoradores,
anfitrión tras anfitrión, hasta que la tierra estuvo llena de ellos
y del estribillo de sus estaciones.
El árbol los lleva ahora en su corona
- ¿pensaron que los iba a dejar? -
El espíritu y la savia son gemelos de la canción de la vida
que sólo en esta armonía puede ser
y sus pájaros no pueden nunca contarse
(inédito)
El prisionero de Katyn
‘No me interesa ahora lo que sucede afuera:
Después de cuarenta años construyes tu infierno o tu palacio
a partir de los palos que te dan. Sólo tengo éstos
y ellos determinan el tipo de casa en el que vivo.
La cosa es así: siempre es temprano en la mañana,
y hay muchos cerdos a mi alrededor –
los llevaba al bosque a buscar bellotas.
Yo amaba mis cerdos, y había dado un apodo a cada uno,
yo sabía dónde ocultaban cada cual su verruga o su nudo extraño
en el que uno pudiera meter su pulgar, como una huella digital.
Algunos acababan de hacer un revoltijo, y había uno al que le tenía
más cariño, una hembra pequeña veteada de negro y dorado.
Esa mañana corría delante de mí, disfrutando
los frutos frescos del bosque: era la primera vez que corría libre,
y estrujó las hojas muertas y la tierra fría
con su pequeño hocico. A nuestro alrededor se enroscaba la niebla
como ninfas del bosque que convertían sus árboles en fantasmas
con sus largos abrazos; los cerdos eran centauros
en un bosque encantado.
Y luego, de uno en uno, o de a dos,
comenzaron los gritos: a través de los pálido claros del bosque
el chillido de un jabalí atascado se sentía cada vez más cerca,
hasta que por todas partes salieron hombres corriendo de entre el silencio,
sus bocas redondas y rojas como manzanas cuando caían,
mis cerdos envueltos en un revoltijo, gritando y corriendo
hacia los rifles de los verdugos. Cuando todo terminó,
excavamos la tierra y los apilamos juntos,
vimos sus cuerpos enroscarse como varas de incienso
en el aire blanquecino. Los cubrimos con hojas muertas
para que todo pareciera como nuevo.
Esto fue lo último que vi en el exterior;
a través de estas últimas ventanas cuento cada ramita
y recuento la forma en que el primer hombre se equivocó,
recompongo el tipo de ruido que hizo cada hombre cuando murió.
Esta es la casa a la que entro: siempre es de mañana
y yo llevo cerdos al bosque embrujado’.
(The Shanghai Owner of the Bonsai Shop, Enitharmon Press, 1991)
Hilary Davies nació en Londres en 1954, de padres galeses. Es poeta, ensayista, traductora y profesora universitaria. Fue cofundadora y editora por 12 años de la revista de poesía Argo.
Ha publicado los libros: El oftalmólogo, 1987; Consejos completos para el hogar, 1989; El propietario de la tienda de bonsáis en Shangai, 1991; En un valle de esta mente inquieta, 1997, que incluye secuencias de poemas sobre la historia de amor entre Abelardo el filósofo del siglo XII y su talentosa alumna Eloísa, y una recreación de la sociedad y las creencias de los creadores del arte rupestre paleolítico en el suroeste de Francia-; e Imperio, 2005; que contiene una evocación del conflicto naval de las guerras napoleónicas que el poeta Christopher Middleton describió como "brillante y asombroso".
Links a Hilary Davies:
-Interview: Hilary Davies, poet and teacher. Church Times, by Terence Handley MacMath
-What Love Is: Hilary Davies’ ‘Exile and the Kingdom’. Review of his book By Martyn Crucefix
-A poem by Hilary Davies. Wild Court
Publicado el 3.02.2021