Keamogetsi Joseph Molapong (Namibia)
Por: Keamogetsi Joseph Molapong
Esta ley
La ley…
Tiene imperfecciones
Le han salido garras
Ha creado condiciones
para tener puertas cerradas
La ley…
Tiene uniformes,
armas y músculos
para silenciar tu corazón
y paralizar tu mente
La ley…
Tiene actitud
y modales de odio.
Los poderes de un buitre
para petrificar tu libertad.
La ley…
Tiene estatutos,
garras afiladas
y condiciones arregladas
para ser lo que quiere
La ley…
Tiene cortes
que cortejarán
tu pobreza, cuando vayas
a prisiones heladas
La ley…
Tiene legislaciones
rígidas y vengativas
para sentenciarte
hasta el final de tu vida
La ley…
Tiene intereses
que proteger y sostener,
amigos que comprar y servir,
y agendas que impulsar e imponer
La ley…
Tiene leyes
para dominar y sostener,
velar por la observancia de la ley
y desdeñar a la humanidad.
Soy, y mucho más
Soy mucho más que
lo que crees que soy
créeme cuando te digo
que soy mucho más que eso.
Soy mucho más que
el rostro africano que ves.
La cara de labios partidos
y sueños despedazados
soy mucho más que
las sucias ciudades del tiempo,
la basura de las guerras pasadas
recogida para hacer monumentos
soy mucho más que
las grandes barrigas de los niños
y el vómito de los buitres
que vigilan nuestros cuerpos moribundos
soy mucho más que
las repugnantes visiones de la fatalidad,
la desnudez de nuestra dignidad
que ha sido despojada a nuestros miembros
soy muchos más que
la política de un-dólar-al-día
la traílla que ponen a nuestras vidas
y que es exaltada por falsos líderes
soy mucho más que
el peso de la desgracia
que cargaron nuestros ancestros
sobre su humanidad doblegada
soy mucho más que
estas tumbas hambrientas,
excavadas a nuestra medida
y marcadas con nuestros nombres
sí, soy mucho más
soy… y soy un africano de nacimiento
Mira a tu alrededor, no estés ahí simplemente
Mira todas estas sonrisas
rebosantes de emoción
mientras ocultamos nuestros monstruos
dentro de una risa arrugada,
una risita nerviosa que nos remueve por dentro
y vela las malas intenciones
que alojamos por debajo.
La calidez que reproducimos
es desviada de quienes
no conocen el dolor,
entristecemos a quienes amamos
con el secreto de nuestra ira
Mira el balance
que alcanzamos mediante injusticias
aprovechadas por aquellos de nosotros
que usan sus influencias hace tiempo,
tienen medios para alcanzar más medios,
lo que creíamos que se le debía
a nuestros antepasados
a los ancestros que hemos desvestido
y expuesto ante nuestra avaricia.
Nuestra pasión por las posesiones terrenales,
efímeros poderes de desigualdad
diseñados para nuestros placeres y opulencia.
Mira todo el dolor
que se ha diseminado por el país
y que hoy decora rostros con cicatrices.
Hundió las personalidades de vidas
que alguna vez florecieron
y resplandecieron plenas de felicidad y presencia,
y ahora lucen introvertidas y agotadas,
sacudidas como troncos muertos
cosechados y usados como leña
para dar calor al frío en nuestras personas,
y devolver el rubor a nuestros rostros
pues se han vuelto de polvo, polvo, polvo.
Ellos siguen…
Como tontos
llevan su amor
en sus mentes
temerosos de que sus corazones
serán de nuevo destrozados
y vaciados
como las muchas minas a cielo abierto
abandonadas para llenarlas de desechos,
¿qué puede ocurrir?
Los amantes, como antes,
se encuentran abandonados
pensando,
anhelando el calor
que les arrebató
esta soledad glacial
que juguetona se ha fugado con otra
y ha dejado a la felicidad;
ansiosos de encontrar la manera.
Él sabía
que faltaba un eslabón
muy importante,
perdido, unido y colgando
de la otra parte
separado violentamente,
con demasiada rabia, echado,
el que alguna vez fue un peo
inocente, amable e inodoro.
Dentro de su amor ingenuo
sabían desde el primer beso
que esto, que tanto valoraban,
no era una relación
como muchas antes de ella,
no intentaba hacer durar la lujuria
sino perderse de
las orillas soleadas
de un cortejo
feliz y eterno.
Traje mi poema conmigo
En esta hoja de papel
escribí un borrador y lo cancelé,
escribí otro y lo volví a cancelar
y después del acoso de una charla seria,
y de aconsejarme y convencerme a mí mismo,
traje el poema con el que estuve peleando,
este poema, el que tengo en mis manos
Lo agarro como los recuerdos con los que luchamos.
La cercanía que hemos perdido… a la que hemos renunciado
dio paso al silencio y las introspecciones.
Risas que olvidamos recordar
pero recordamos sólo para volver a olvidar
los nombres, y rostros, y lugares
y gente, y vidas que conocemos y conocimos
Hemos perdido gente y vidas por igual
ante una enfermedad muy temida, una pandemia.
Hemos pagado con nuestra ignorancia y nuestra conducta,
y ahora sólo quedan los corazones y los hogares destrozados
las familias se sienten despojadas y despedazadas
en trozos y jirones de nada, de vacío,
vaciadas como conchas de ostra, abandonadas para desmoronarse
y sucumbir al calor y el clima, y al paso de las estaciones.
Las lágrimas han perdido hace tiempo su camino y su cauce
y han permanecido estancadas en las cuencas
que han colapsado justo detrás de los ojos
y han formado un embalse de blancos rastros salobres.
El recuerdo de la felicidad, al que le han robado su mirada,
la vista de aquellos a quienes amamos y perdimos,
que extrañamos, cuando los miramos a sus ojos sonrientes, y a sus rostros
que nos invitan a ir a sus corazones, a sus propios seres
y nos consuelan con sus personas y su presencia.
Aquí estamos de nuevo, reunidos para recordar
con deseos y deseos, orando y olvidando
que aquí estamos, como la última vez, para recordar y anotar
lo que sí y lo que no, esto y aquello, ellos y nosotros.
Todo el tiempo olvidamos celebrar nuestro conocimiento,
el sentido de ser seres, y no ocultarnos en nuestro miedo
sino acoger las experiencias, el dolor que nos dejaron, y seguir adelante,
tomarnos de las manos y seguir adelante, encontrar nuestra risa y seguir adelante
solo seguir adelante, encontrar paz y seguir adelante, solo SEGUIR… ADELANTE…
Una canción del desierto
El otro día
no hace mucho,
el sol estaba furioso
sacó su daga,
su lanza y una espada oxidada,
para luchar contra las últimas nubes
que prometieron a la tierra un saludable
balde, lleno de refrescante agua lluvia.
Luego, reclutó
a sus primos notables,
Nasty Dusty [1] del lejano oriente
y, de la costa, Weather Windy [2],
los destructivos poderes gemelos, como los
conocían en todas esas tierras; secos, pero
muy astutos cuando se juntan, llevaron las nubes al abismo
mientras el sol drenaba las últimas gotas de humedad.
Ese día,
no hace mucho,
¿recuerdas nuestras plegarias?
Caímos sobre nuestras adoloridas rodillas,
orando, arrepentidos de nuestros pecados, fingiendo,
y otros hicieron promesas, sólo para atraer las lluvias
para que cayeran y humedecieran nuestras gargantas secas, y el suelo hambriento
olvidando los deseos y sentimientos del sol.
[1] Juego de palabras intraducible. El nombre se debe entender más o menos como “Dusty el Desagradable”, donde “Dusty” significa también “polvoriento”.
[2] Juego de palabras intraducible. El nombre se debe entender más o menos como “Clima con Viento”
Ellos no son estadísticas
Los humanos, como hormigas sagradas
bajo asedio por sus derechos.
Gente noble de la raza humana
muriendo en medio de risas.
Sangre al rojo vivo gritando de dolor
huyendo hacia este suelo silencioso, esta tierra
empapada de chillidos y espíritus.
Otra familia que aúlla al mar
aturdidos por la pérdida de una vida, el familiar del familiar
cubierto con la mortaja de la venganza.
Miles observan desde un lugar seguro
y se preguntan qué tan cruel se puede tornar la bandera
en su intercambio de culpas, de fuego, y de epítetos,
sin importar la muerte de los palestinos
atrapados en ideologías de ajedrecistas
con ansias de “dar mate” al más débil.
Ser anfitriones de otro funeral, lágrimas que derramar,
las tumbas son incontables como para intentar llevar un registro
durante todo esta humareda muerta y esta algarabía.
Los niños aprenden a llorar en silencio
abandonan el patio de juegos y buscan las Molotov,
en medio de batallas de mayores
que marcan sus nombres sobre lápidas,
que arden con el deseo de ser libres
dentro de la seguridad de su severidad,
que son bautizados en honor de guerreros y héroes
que se han ido con el humo de la liberación.
Keamogetsi Joseph Molapong nació en Windhoek, Namibia, el 29 de mayo de 1972. Es poeta, performer, editor, activista y gestor cultural. Jugó un papel decisivo en el establecimiento de dos grupos de poesía en Windhoek: Ama Poets y Kitso Poets, en 1992 y 1996 respectivamente. Ha publicado los libros de poesía: Poéticamente hablando, 2000; Ven a decir tu corazón, 2005; En búsqueda de preguntas, 2005; Las cicatrices en mi piel, 2014; Un poema para el presidente, 2020; y Cuando las palabras son pocas, 2020. Compiló y editó una antología de poesía y prosa de Namibia, titulada Caminando desde uno, 2020. Durante los últimos tres años inició y facilitó el Proyecto de Poesía bimensual con el apoyo del Instituto Goethe de Namibia.
Publicado el 5.04.2021