Lucía Muñoz (Cuba)
Por: Lucía Muñoz (Cuba)
Una mujer puede andar
Una mujer puede andar por la calle
con el ancho pecho de res abierto,
al aire el corazón, más grande
que sus puños cerrados.
Lleva entre los pulmones
toda la angustia clavada,
toda la distancia.
Cuando pasa,
alguien dice la felicidad no es un invento,
la suerte es un adagio.
Feliz quien tiene viva esa certeza agonizante.
Una mujer puede andar
con el ancho pecho de res
horriblemente abierto
mientras el aire esparce
toda la oscuridad recogida en su cabeza.
Lactancia
A Lucía Mercedes, mi hija
A María Karla
Ahora estás conmigo tan pequeña
en mis manos,
mis brazos, ramas para mecerte.
Mientras te pego a mi pecho
y bebes la savia
que baja como ríos milenarios.
Pecho mío bañado, hendido
para que bebas el pasado,
peces, árboles, flores, mariposas,
lo que añoré, lo que viví,
amor, ansias, dolores.
Todo el canto del hombre
inextinguible luz de las mañanas,
silencio profundo de la noche,
aguas surcadas por barcos y banderas;
el deseo del hombre por mejorar su estirpe,
el movimiento sin fin del universo
te lo ofrezco
todo, en este instante
en que comienzo a ser tu hija
pues volverá a amanecer en tu regazo
para vivir
en los hijos de nuestros hijos
y no pararnos nunca.
Así pasan los días
mientras mezo
en mi regazo tu cuerpo
poseedor de la verdad,
de todo el fuego,
del canto de los flamboyanes
cuando bañan con su brasa el Mar Caribe
y el aire trae sueño de conchas,
indios descalzos, negros perseguidos,
cañas y cafetales bajo el viento.
Canto antiguo que sube
del pasado a mi garganta.
Las noches en que mi madre vela,
en que tu sueño ando
y tu llanto conozco
y tu aliento respiro,
pedacito de mañana
pégate sobre mi carne tibia
bebe esta leche nueva,
gesto antiguo,
arroyo fresco,
para que no se cansen,
para que no se paren
mis pies,
tus pies,
los sueños.
Los escribas
No duermen,
en el silencio de la noche
cincelan palabras
entre el frío lunar y el crepitar de velas,
hunden una y otra vez
la pluma en el tintero
que húmeda pasa
sobre la palidez de la hoja
y deja un trazo largo
con la historia del día, de la noche,
del amor y la muerte.
No hay ley que incline sus deseos,
ellos, insomnes,
dibujan palabras
pues saben que son
tan sólo barro,
tierra vegetal endurecida
que sueña con ser polvo
disperso en los caminos.
Por eso las cincelan
en la albura de la página
y su abismo,
ellos los fieles,
los reales,
en medio de la noche
y de los siglos.
Paralelas
En México
hoy han descubierto mi cadáver,
hace diez mil años
comía maíz
mientras el sol me tocaba la cara,
mis manos iban del maíz a la boca
como ahora
del arroz a esta hoja
donde pongo palabras que no digo,
pues sé que la eternidad
es la blancura de esta página,
su abismo,
donde he caído
y otros caerán irremediablemente;
el mismo sol
entrará por la ventana
iluminando el arroz, la mano,
el verso
para que dentro de diez mil años
descubran nuevamente mi cadáver,
mi pobre esqueleto retoñado y florecido,
aún bajo la tierra,
será primavera como ahora,
cortarán el aire
los pájaros,
sus trinos,
mientras otra mujer
come maíz o limpia el arroz,
un rayo de sol
vendrá por la ventana
y la hará caer
en el abismo.
Tres ruegos a la virgen de la caridad del cobre
Por mis hijos
Bendícenos en este día,
Virgen amada de la Caridad del Cobre
y deja que en paz
mis hijos lleven el mendrugo a la boca,
el agua prístina a los labios;
la presta mano al desvalido
que clama por la caridad del prójimo,
desprovisto de afecto,
de ternura,
de una palabra alentadora,
que consuele.
Báñalos con tu luz
para que sean
hombres mejores
y en tu nombre
cultiven hoy,
mañana,
siempre
la semilla del bien
sobre la tierra.
Por mi país
Tú salvarás esta isla,
barca que desafía tempestades,
días en que el abismo parece más profundo,
más ciega la noche,
más fuerte el viento vigoroso
y el mar brama
elevando las olas espumosas
mientras tus hijos en la orilla
mueven los remos
con la fuerza de Juan Hoyo,
de Juan Indio y Juan Esclavo,
buscando una salida en la tempestad
que al parecer no amaina.
Esta tierra es del agua,
de ella vino
como viniste tú
en medio de la noche
y de las voces náufragas
que han poblado tus costas
hasta posarse en las profundidades
cuajadas de arrecifes y caracoles.
Te ruego por mi país,
por esta tierra bendita
donde mis padres duermen
su sueño de amapolas
y donde yo he soñado
la belleza de las albas posibles,
las palabras de paz,
las voces de aliento,
la tierra en que comparto
mi pan duro y amargo,
el cansancio y la esperanza.
Salva tu tierra,
Madre amada y generosa,
salva tu isla barca,
tu isla luz
en esta noche profunda del Caribe.
Por el amor
Ruego a la Virgen de la Caridad del Cobre sea luz de tu camino, agua para tu sed, aliento en tu corazón. Te muestre cómo salir del laberinto, te salve de las fieras. Su manto sea refugio en tempestades, te guarde del viento, lluvias, fríos.
Convierta el acíbar que guarda tu pecho, en miel dulcísima sobre tus carnes que despiertan mi deseo, por tus ojos, toda luz quise un día sobre mí y su barca te devuelva a este río, humilde y sombreado como todos, con la riqueza de su rumor, donde entre helechos y el musgo de las piedras te aguardo.
Lucía Muñoz nació en Bayamo, provincia Granma, Cuba, el 2 de septiembre de 1953. Es poeta, narradora y promotora de lectura. Ha publicado numerosos libros, entre ellos: Calle arriba bajo la lluvia, 1982; Amarte sin saber el día, 1984; Hacia otra dimensión, 1989; Siguen el vuelo del ave, 1990; Pongo de este lado los sueños, 1990; Sobre hojas que nadie ve, 1994; Los más bellos bisontes de la tierra, 1997; Amargo ejercicio, 2000; Piel de flamboyanes, 2003; Arena del tiempo, 2003; El llanto de Dios, 2005; Un abanico es la noche, 2005; Trébol de la suerte, 2006.
Su obra ha sido publicada en diversas antologías de su país y en Estados Unidos, España, Argentina, Brasil y México. Pertenece a la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Ha ganado numerosos premios en su país por su obra literaria, entre ellos: Premio Poesía Concurso Manuel Navarro Luna, 1980; Premio Poesía en el Concurso Mangle. 1983; Premio Nacional Frank País de Poesía, 1990; Premio Nacional de Poesía Rubén Martínez Villena, 1990, Premio Pinos Nuevos, 1994; Únicos paraísos, 1996; Premio Raúl Gómez García en Literatura para niños y Jóvenes, 2006; Premio Bayamo a la obra de la vida a favor de la cultura, 2006; Premio Raúl Gómez García de poesía, 2007; Premio Rubén Martínez Villena de Poesía, 2007, entre otros reconocimientos.
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Publicado el 01.06.2021