Marcelo Fagiano (Argentina)
Por: Marcelo Fagiano
De “La sed de Heráclito” (2017)
Famosos
A veces ocurre
que el gesto de un desconocido
el rostro de un ignorado
o la mueca de la soledad
nos recuerdan
con indiferente placer
a personajes famosos.
Y así vagan por el mundo
los pedacitos de la fama
la colorida y sonriente popularidad
retratadas
por la gran pantalla
la obediente televisión
y las revistas que la vida plagian.
A veces Atahualpa Yupanqui
es el verdulero de la cuadra
la boca de Madonna la de una monja
la sonrisa del presidente la alegría de mi suegra
el cuerpo de una top model
esa muchacha que se aleja de la felicidad
tantas combinaciones
como quiera la fantasía o la genética
que repite caracteres en contra del sentido común.
Un número limitado de posibilidades
se baraja sin remedio
en el cubilete de las camas:
el vecino
es el personaje de la próxima película
mi hermano
es retratado en un diario extranjero
y mi abuela
resucita para caminar frente a mi casa.
Al mirarnos al espejo
podremos ver al primer mono
al primer Adán la primera Eva
y entrecerrando los ojos
descubriremos
el asombroso parecido
con el viejo y ajado
rostro de la humanidad.
Arte poética
I
Dejar de usar palabras
machacadas por el martillo de lo siempre dicho
de lo primero que se viene a la cabeza
o lo único que hay en ella.
II
No es imposible
radiografiar el alma de un insecto
o el esqueleto de Dios
disuelto en las cenizas de la nada.
Pictografías
Ya no hay tiempo que perder
caminan por la cornisa como ciegos
y parados al filo del barranco
recitan fragmentos de sus sueños.
Ya no hay tiempo –piensa-
y pinta sobre las paredes de granito
la silueta de un cazador
al borde del abismo.
Principios y principitos
Emplazados
en el borde transparente de los días
entre fisuras que obsequia el progreso
y los derrumbes o abandonos
que decreta el mercado.
Estacionados
en la trama que nutre y conecta
desnudez y opulencia
en la cascarilla que el festín defeca
en la escoria
buscada como el mayor de los tesoros.
Aquí
donde primero llega el sol
y primero la noche
y la ventisca corporativa
estremece las chapas del alma.
Aquí
donde brillan los ojos y los colores
naturales de la piel
más que los objetos del consumo.
Amanece
y una multitud de principitos despierta
con un desayuno de preguntas.
Amanece
en el fecundo desierto que rodea a la ciudad
y perfora
con sus canales de arena
la sed del alma humana
entre aviadores que no saben
a donde van ni de donde vienen.
Lo esencial es imperceptible a los ojos
y lo marginado tan invisible como real.
JVC
A Carlos
Mi amigo ha extraviado
las riendas de su mente:
dice JVC en vez de ACV.
Cayó árbol joven
una mañana en el baño
talado por los hachazos
del estrés profesional.
Alguien seleccionó
algunas carpetas
de sus pliegues pensantes
y oprimió la tecla
que envía los saberes
a la papelera de reciclaje.
Una y otra vez reinicia el sistema
y tiembla como un bebé en la oscuridad.
Ahora camina
ahora gatea
ensaya pasos de niño
y balbucea entrecortados parlamentos.
Ha nacido de nuevo
tiene hoy cincuenta años.
Teología de la silla
a Joaquín Giannuzzi
a Leo Fagiano
Tan cotidiana como ausente
geométrica y elemental
sentada sobre sí misma
observa y espera.
Desafía la verticalidad humana
se usa para detener la marcha
pensar
descansar
ejercitar el silencio o la palabra.
Si un día retiran su presencia
en rebelión silenciosa
nacerá
un símbolo que crucifique su memoria
para instalar la teología
de los dioses de cuatro patas.
El evangelio del reposo
cautivará a cuerpos en movimiento
los hombres
erguidos sobre si mismos
no se sentarán en espacio alguno
por respeto e idolatría a las divinidades
dejando de pensar
descansar
ejercitar el silencio o la palabra.
Convertidos al fin
en peatones sonámbulos
a la espera de sus dioses
para poder sentarse.
Tan cotidiana como ausente
geométrica y elemental
sentada sobre si misma
observa y espera.
¿Cuántas veces te habrás sentado
en el lugar equivocado
en el lugar perfecto?
Metafísica
Demasiado tiempo mirando el agua correr
el mismo y único río
el repetido baño
el estudio del caudal
los límites de la cuenca del espíritu
el escurrimiento
elemental del hombre:
la sed de Heráclito no tiene fin
está encendida en el papel
secante del cerebro
para que las aguas consagren
el ciclo completo
de los fluidos
que dan sentido y sustento a los días.
De “Las florecillas del diablo” (2009).
Revelaciones
Cada palabra
multiplica el sentido de las cosas,
inventa realidades, violenta el alfabeto
de los lugares comunes, de las razones
obvias del misterio. Cada palabra
agita los errores que se pudren en silencio,
cada una, a su manera, edifica una promesa,
organiza un fracaso o victoriosa
grita en lo alto la redención del hombre.
Cada palabra
gobierna en secreto nuestros sueños
y carcome con su ácido noble
a cualquier osamenta que brille sobre el mundo.
Apenas somos un glosario,
un conjunto trémulo de definiciones,
objetos
para ser nombrados.
Marcelo Fagiano nació en Río Cuarto, Córdoba, Argentina, en 1959. Poeta, narrador y dramaturgo. Trabajador docente en la UNRC y Doctor en Ciencias Geológicas. Integrante y fundador del grupo de poesía callejera Poetas del Aire (1991-2002). Publicó los libros: Las manzanas de la libertad (Teatro, 1993); Jeroglíficos en la arena (Poesía, 1997); Las florecillas del diablo (Poesía, 2009); La sed de Heráclito (Poesía, 2017). Ha participado en las antologías: 50 Poemas rotos tirados en la calle, 1992; 15 Cuentos de autores cordobeses, 1993; Antología de Cuentos II-Página 12, 1993; De lo fantástico a la ficción científica (Narrativa, 1994), Premio Publicación de Poesía-Córdoba, 1997; Poemas de Humo (Poesía, 2001); Microficciones Teatrales (2015); La ciudad ficcional (Narrativa, 2015); Trapalanda II (Narrativa, 2015), Ciclo Literario 10 x 10 (2015) y Antología Federal de Poesía-Región Centro (2018). Ha obtenido premios y menciones en concursos nacionales y provinciales en poesía, dramaturgia y narrativa. En este último género ha obtenido un 1º Premio Internacional (México). Poeta elegido en la convocatoria del 31º Festival Internacional de Poesía de Medellín.
Publicado el 16.06.2021