Michel Cassir, Líbano-Francia
Por:
Michel Cassir
Traductor:
Claudia Christiansen
Regresemos
Regresemos al placer
a las fisuras
al paseo
sobre las cornisas irreales
de los días de fiesta
Regresemos al punto
donde no hay mas tregua
solo el encanto de los labios
Regresemos por delante y por detrás
arrodillados en el aire
regresemos a la ficción
de los días que se siguen…
No regresemos nunca más
Santa luna
santa luna
aureola de tucán
de Aracaju al Sahara
el que no duerme velo
sobre un tabique profeta
el deseo en polvo
sin imagen
Del mediterráneo
Del mediterráneo lo he aprendido y desaprendido todo, prolongación sensual de cada noche, la evasión a dos dedos de la frente cotidiana. Artesanía hasta el fulgor, renacimiento. Esa sobriedad natural como un viento del desierto o lúdicos remolinos de la vista. Pergaminos del olvido en los refugios de montaña. Acantilados llamados paraíso por esos mismos demonios de las aguas subterráneas.
Mediterráneo, he recorrido los olivares uno tras otro girando por cada fiesta pagana con vieja madera de brujo. De cada aceituna, la oración del pan y la sed. Oración de las ramitas secas pisadas por rebaños guerreros o enamorados desnudos hasta la punta del éxtasis. Ese éxtasis del canto que rodea la luna de su halo. Éxtasis de las manos que descubren los pechos de la virgen de las grutas. Éxtasis del queso de oveja, miel y sexo de la multitud familiar. Sexo al azul de corales marinos, sexo aspirado en el pensamiento como manzana verde arrancada a los prepotentes de este mundo.
Mediterráneo sin apoyo histórico, sin gloria ni dolor impenetrable. Apenas un asomo de dignidad herida donde el sueño dejara ver su fulgor en el instante de su desaparición. Con sandalias ligeras el alba en el Monte Sannine, los llantos en la cornisa de Beirut testigo de bodas infames salvadas por las bodas invisibles. Este mediterráneo, donde la flauta remonta al rocío mismo del mundo, es capaz de todas las lentitudes refinadas y del hacha en la espalda del inocente. Ese mismo quien entrega sus aguas al exilio. Se perpetúa en la partida. Saluda la epopeya del viaje como se saludaría un intrépido guerrero de lo desconocido. Más no se interesa en el regreso del hijo pródigo. Le es indiferente como piedra en el hueco de una fuente.
El Mediterráneo es un pliegue de falda, un jazmín eternamente extirpado de las callejuelas de la infancia, palabras que recitan rosarios imperceptibles de penas y alegrías.
Su extremo pudor es garante de fiebre y sobresaltos.
Mediterráneo ausente, meciendo sus niños huérfanos con una extraña intuición de la felicidad.
a Claudia
el poema es tu doble
que da vuelta
en tus párpados
hipnosis de tu reino
que liberó el grito
de su espacio vital
tú eres la propia sustancia
que tu poema devora
y es difícil
distinguir tus rasgos
que toman los colores
de la humanidad vacilante
cada vez que el fluido
interior se sobrepone
disipas el polvo
y creas el torbellino invisible
de la piel
el dolor debajo del cuello
es la marca de los desiertos
que portan tu angustia
qué dulzura invierte
el canto de las orillas
que astra el fuego de tu labio
y adereza tu sueño
amor del amor sin ojo
sin memoria sólo el vuelo
y la casa del aire
tu poema es también pecho
excavando los abismos
como boda escondida
Egipto
Cruzamos la esclusa pasando del último destello a la oración de las aguas. Todo adorno de los dioses ambiguos.
Entramos en el misterio sin abrir puerta alguna, deslizándonos desde lo alto a la pasión ligera como un campesino huesudo cubierto de crepúsculo.
Tal es la intensidad de los muecines que el propósito se vuelve indistinto y la resonancia nube de jacarandas. Mística involuntaria que lanza sus lianas invisibles. Salto del salto.
No sabemos ya adonde vamos ni si la barca cambia de idea. Amarrar, partir, juntarse con alegres gritos de niños en la orilla o con pájaros que se apresuran en arrancar las palmeras por los costados.
Las mezquitas se han callado en beneficio de la juventud cantando su amor incondicional por el viaje que les pasa bajo sus narices sin embargo, logran destilar un flujo sin igual.
Los mismos viajeros toman el aire de los pueblos, muy pronto dejados, para encontrar algún sentido a la travesía. No saldrán ilesos del tiempo, debilitados por el eco de un amor no invocado. El clima es más fuerte que su contención. De partícula en partícula se derriten por la noche. Hace un tiempo más fuerte que toda su contención ¿presagio o murciélago indiferente?
Egipto, mi Egipto al que vuelvo después de 33 años, con una sensación de gusto a Cristo que ya no encuentra su cruz ni el arcano de su epopeya. Egipto, no soñé con tus halcones ni cocodrilos, o acaso el que nos hizo el camarero con la sabana. Largo cocodrilo de paz con la Guía del Viajero en la boca.
Ironía y ternura !
Confundo mi regreso con aquel de Giuseppe Ungaretti, década de 1930, en el barco Esperia a nuestra Alejandría natal.
Egipto, que la magia te siga llevando como un talismán contra esta locura que roe tu integridad, tu dignidad. Egipto, amante de este canto lunar, insomne y libre de toda regla, gestos sencillos de campesinos que dedican su humilde aliento al aire, al agua y al desierto.
Egipto, cuyos verdaderos dioses aún arden en los ojos asustados o sonrientes del muchacho del café, mediador humano, demasiado humano, de un secreto que ya es hora que yo calle.
a mi madre
I
cuántas guerras decías
cuántas guerras y el milagro
de una pequeña llama
que hace bailar los ojos
en su esplendor subterráneo
tu risa disuelve la noche
y me hace jugar en el lodo matutino
como primer comulgante
buscando ante todo la poesía
cuánto menos muerta eres
al lado de este mundo que destruye
su propia raíz
al fin podemos nadar
en la paz de tus manos
II
que ves desde el cementerio
donde creyeron encerrarte
otro atentado justo en frente
el Norte ardiendo
un nuevo grupo armado
con máscara neutra
caída del séptimo cielo
y el control remoto
de tecnócratas melancólicos
complaciendo
coreógrafos fantasmas
la religión en la era
del sin fallo del inalámbrico
marioneta sin hilos
despacio despacio Pinocho
qué ves de este país
que te ha nutrido y maltratado
el horizonte sin orillas
qué ves sólo
el fulgor del mar
ensanchado
de pobreza
y amor
En Gaza era el verano
mar ceja fruncida de almirante
tierra alambre de púas que despliega sus
arabescos
cielo entretejido de drones de todos los matices
cielo pulpo electrónico donde el sol escarba la
frente
tierra engendrando torres carcelarias
tierra cada instant más encogida
mar ilusión óptica donde los peses
forma parte de la más alta estrategia del
estado
cielo lluvia de lanzas clavando en el suelo todo
impulso de humanidad
cielo capsula teleguiada por la justicia
divina quien ha delegado su poder a
máscaras democráticas
mar secándose en la boca de los niños
jugando en la chatarra del mañana
despelleja el eco de caracol
el niño atrapa al adulto con su miedo sordo
como tambor sanguíneo
pánico y resistencia anciano espejo
de adolescente
tierra énclave respirando a través de sus túneles subterráneos cavados con las uñas mismas
aquellos ejes diabólicos deberán ser extirpados de la memoria más tarde ahogados en un lago de complacencia bajo el ojo del presunto maestro
cielo cacerola de vientres huecos la tierra
llenándolos de polvo mezclado con
fragmentos metálicos
mar se ahoga en las miradas negras de
asfixia
al revés de aquel viejo dicho árabe en el cual
el mar está por delante y el enemigo en la espalda
aquí toda idea se acosa hasta ser aniquilada
ni delante ni detrás sólo la maraña de
pesadillas rugiendo como fieras
afuera mar no es el mar ni tierra la tierra y
cielo apenas tiene la semejanza con sus
murmullos de espía supersónico
ningún lugar a salvo cuando los rayos se
apoderan del pobre cielo saturado
unicornio sin aliento
cuanto tiempo resistirá este cielo
no sólo teatro experimental de fuego y silencio
táctico sino también en el corazón de la
seducción o de la invectiva lluvia de
mensajes para provocar la emoción
indígena
adentro sin tiempo de contar cabezas y cuerpos que
se desmenuzan como
se deshoja una flor
parece que esta tierra es nuestra y que con
ella caricatura de cielo y al menos vista
al mar con pesca cercana disimulada
no estirar demasiado la paciencia de los dioses
de la guerra
esos fervientes jugadores de ajedrez
con diversos roles castigar asediar pero
también educar democracia superdotada
y engañadora
aquí en Gaza no somos nada unos necios
igualmente calificados terroristas mujeres
niños ancianos ignominia
desplumados y transformados en entidades
abstractas para purificar el espíritu
colono liberarlo de nuestra obsesión
cada operación en contra de nosotros nuevo
episodio bíblico delirio verboso de generales
nuestra imaginación laberinto en un pañuelo
nuestros pies vagan como bailarines locos en
una jaula que ningún mono nos
envidiaría
pero tenemos generosidad de oprimidos
hacemos vibrar el cotidiano para crear
músicas secretas
sin mar sin tierra sin cielo nuestro grito
recae sobre nuestras cabezas con
proyectiles para enseñarnos a
doblegar
gas de Gaza
Gaza prisión con gas en el ancho mar
Gaza gas gaseado
Gaseemos sobre el futuro
Gaza lengua de tierra a quien se le tira
reverencia
Gaza poema atrapado en las entrañas
Gaza ficción modernidad sobre la cuerda floja
Milagrosa ciudad de México
Chilanga Banda bocanada de caño de escape en la boca de los pudientes. Con el ritmo de los coyotes acosados en el infinito de la ciudad. Chilanga Banda el más puro espíritu saliendo de sus bisagras y aúlla la arquitectura imprevisible del alma. Chilanga Banda lección de física moderna donde el delirio fractal retoma el impulso de la naturaleza misma. El alcohol concentrado del sueño destroza los tejados de la pobreza. El swing irreverente indescriptible y torpe como la infancia abandonada al polvo y a la negación de la luz. Chilanga Banda pulpo del día siguiente y salvación por el vacío enamorado.
Michel Cassir nació en Alejandría, Egipto, en 1952, se nacionalizó en Líbano y en Francia. . Es poeta, científico de formación, profesor de Química, traductor de poetas latinoamericanos y editor. Notablemente influenciada por el surrealismo, su extensa obra poética creativa ha explorado una combinación de culturas (francesa, árabe y latinoamericana). Ha publicado numerosos libros de poesía, entre ellos: La sangre que fluye lúcida, 1976; Es tiempo de arrancar la oreja azul del encanto, 1986; A causa de los cohetes y de la melancolía, 1986; No hay ángel sino del perfume, 1995; El rayo en cámara lenta, 1995; Iluminación de tierra, 1995; Taller de arena, 1999; Las distancias magnéticas, 2005; Crisol de soplo, 2005; Itinerarios, 2011; Beirut, claro de ruina, 2012; La fiesta ganándole velocidad a lo oscuro, 2014, y Estas lenguas que no hablamos, 2016; Manifiesto oblicuo, 2018. Obtuvo el Gran Premio de la Literatura Francófona, del Jazmín de Plata por el conjunto de su obra literaria, en 2008. Desde hace más de 30 años reside en París.
Links a Michel Cassir:
-Michel Cassir. Muestra poética en español. Revista La Otra
-El poeta Franco-libanés, Michel Cassir lee sus poemas La Otra, revista de Poesía, 2012, Ciudad de México
-Nada conducía a este lago. Michel Cassir. Revista La Otra:
Publicado el 24.04.2021