Nimrod Bena, Chad
Por:
Nimrod Bena
Traductor:
Stéphane Chaumet
En el cielo
Tengo en alta estima a ese hijo de perro
que me hace ladrar en la ciudad solar
ay de esa boca mía
que ladra
me descubrí grandilocuente
bajo puentes grandes extravagantes
intentaba decir
la carrera hacia el futuro
cuando el baniano se alza
a la vertical del azul
La llanura de Ham
Aquí renaces, cansado de los deseos, tu noche de muerte que por fin se aclara.
Tu corazón pide al cielo el oscuro tono del azul que consiente.
Y su dulzura conmueve las aguas durmientes. Desnudas y núbiles,
Las nubes inician cerca del horizonte el dibujo de los amores.
Te deslizas sobre la crema de su piel, nuestra carne. En este camino
Viste el rebaño cantando la pastoral, y hasta el hueco de las olas,
Hasta el nido donde el pájaro se calló. Y el trueno retumba... Porque de la base a la cima
Una canción exalta las nubes, devuelve al instante la variación codiciosa de las horas?
Su transparencia se infiltra en nosotros, escurre el borde de una hermosa acacia
Y envuelve nuestros pies. El polvo se derrite, el sol se da cuenta;
Un poema le responde y fecunda una luz musical.
Canción para un inicio de éxodo
Conté a todos ustedes
Oh, creían en el hombre
y a los bellos ojos de la bondad
pero que el camino se traga como
un enorme y desvergonzado río
¡fantasmas!
¡fantasmas!
Benjamin Fondane, Jornadas de junio.
Esta mañana de mis 19 años, orgulloso del otoño
Y apático y fresco en la ruta crucial
Mi corazón es azul y rosado y fuerte y feliz
Soy el novio de todas las flores
Que levantan el humus, que arremolinan la paja
El espíritu triunfa igual que el cuerpo
A lo lejos, las farolas de la avenida
Muestran la noche ante mis ojos
La felicidad obliga a la pesadilla
¿Pero por cuánto tiempo?
El camino murmura según el clima
Del corazón — el mío está gimiendo
Oh, denme un sueño infantil
Denme sueños, denme
Denme sueños para combatir
La Historia que calienta los pies
La caminata que calienta el corazón
La caminata suave dénmela hasta el infinito
No me gustan estas lágrimas que me llenan
Los ojos, me gusta el agua en los pies
Es una dulzura compatible
Estoy a buena distancia de los guerreros locos
Que mañana estarán en la calle
Y el mañana ya está aquí — ¿Cómo es que dicen?
Vienen a matarme.
Esperaba el cielo, sólo un rayo, allí
Encima de mi ventana
Una espina puso la quemadura
En el corazón de mi dolor
Ella rebaja la inocencia
No quiso ciencia ni lágrimas
En el camino de mi vida
La ruta desenrolla sus líneas argentinas
Planta tras planta por encima de la luna
Es demasiado puro el éxodo
Es ideal y mi novia
Disfraza una miseria
Que vale la mía
Era la historia era la vida
Mi madre nunca lo superó
Mi padre murió de eso
Y apenas entiendo
Llegando a los cincuenta
Esa lucha bárbara
Que impone una élite
Y no otra
La novia-vida el amor-vida
Son sacrificados sobre el altar
De las causas
Es el heroísmo
Gente venida de lejos
Alabando a los ganadores
Eso es lo que perturba el poema
Tener el triunfo modesto
Lon laire
Tener la modestia por triunfo
Lon laire
Conté a los Chadianos fantasmas
Chadianos vivos
Que contaban como fantasmas
Aquí en Sudán y en Mali
Dios mío eran todos los Chadianos
A los que nunca se les mencionaron
Los Derechos humanos
Este triunfo sin letras ni diplomas
Que castiga y que vence
Este triunfo astuto oh Dios
Ten piedad de la tierra del Chad
Las etíopes
¡Jerusalén! Tu rumor me había llegado río abajo; el camino estaba subiendo hacía ya media hora;
Entonces supe, como el Moisés que no soy, que entraría en Canaán. Ya la caliza da testimonio de mi felicidad,
Subraya con una línea blanca las etapas de mi peregrinaje. Lo alargo un codo,
Lo acuesto en la verdad del corazón, en la pureza de un voto mucho tiempo guardado en secreto.
Lo acuesto con los cipreses, con los pinos, y ese fino aroma a pimienta que agudiza el sentido de las alturas.
Amo la montaña, y me acerco a una que es un país con el que no me atrevía a soñar. Ahora soy otro hombre,
Otro beduino: acampo alrededor de la universidad hebraica, los estudiantes, sin maneras,
Conversan conmigo. Contemplo la cúpula de la mezquita de al-Aqsa, contemplo la cara oriental de mi alma.
¿Por qué el aire es tan embriagador? ¿Por qué esa doradura mezclada con el azur en la Ciudad de las Tres Religiones?
¿Por qué el aire es tan transparente? Poeta, di: ¿por qué esa mujer que pedía limosna en la lengua yiddish
A las puertas de la ciudad judía, te arrancó un sollozo? Todavía puedo oír al mirlo que había hecho resonar
En mi oído su alma. Pero no lo escuchaste, ¡escuchaste a la Madre Jerusalén!
Y puedo oír tu corazón, puedo oír el mío en la sonrisa de las pequeñas etíopes que de repente aparecen.
Intercambiamos en francés lo que tenía el brillo de un país compartido. Hijas de la reina de Saba,
Color pimienta, belleza negra en el suelo bíblico, traeré ahora en el muro de las Lamentaciones mis votos para usted,
Expresaré en el silencio de mi corazón, rodeado de los rabinos, de los hasidim, de los piadosos de toda condición,
Su oración. Recuerdo sus perfiles griegos, el satén etíope en la piel de la ciudad santa,
Del exilio que las abraza, como sus cuerpos flexibles y resistentes, solidarios del fuego que los consume,
Solidarios y verticales como el aire en la cima de un ciprés. ¡No se alejen, morenas de Jerusalén!
Déjenme contemplar sus ojos irresistibles. Se inscriben en la caliza
Como la llama en una noche de sabbat. Especias, he dicho especias, ¡queridas etíopes! Son la memoria
De las piedras fundadoras, son el pan fragante, el aroma que me encontró lejos de aquí,
Cuando mi corazón se ajustaba a su expectativa, como un baúl que sueña con su capacidad.
¡Bésenme, Etíopes, bésenme al pie del muro! Para irme con este sabor a pan de especias
En la lengua, en el cerebro, en el corazón, en la cara, como la alianza que una vez selló Moisés.
Babel, Babilonia
7
En las puertas de Babel, he grabado mi hambre. El poema
Es un niño que sueña; es la gracia alimentada con leche.
Es ciudad en Babel, Babel en ciudad. Oigo silbar
Las balas por encima de mis orejas.
¿El rayo inventa una rima que se empeña en vencer la Belleza,
en convencerla a quedarse? ¿Pero dónde? La tierra está devastada.
Ciudad destinada a los fantasmas, ciudad destinada a la vertical del tiempo;
Ciudad destinada a los perros, un sollozo desgarra ¿mi alma.
¿Adónde se fue el sol claro de las flores, el rosado de las avenidas?
¿Dónde enterré mi miseria?
8
Padre es el nombre hueco, el nombre cueva, cuando el cielo se entremete
Para una eternidad pasada de moda, excepto para el niño
El niño que le responde y que me responde en la noche.
Adquirí más pestilencia, como un soltero empedernido. Hay que haber
sido uno mismo para sentirse huérfano nada menos que del horizonte.
Porque más grande es la belleza si le corresponde el amor.
Planté el árbol del padre, el árbol-padre en ramas y hojas
Como una tristeza después de la lluvia, una tristeza varias veces hermosa
de haber sido alimentado por la luna predecible de los grandes viajes.
9
En la mañana, cuando se va con sus largas piernas de bronce,
Los escultores palidecen de envidia: unas piernas así
Hay un gran propósito en disputarlas con los dioses artistas
A los dioses que caminan como perfiladores de horizonte
Estás orgulloso de un padre con piernas de sueño
Es el camino que está conteniendo su respiración, que sofoca,
Sencillamente... Tu elogio está a la altura de tu edad:
Es un amor de niño que ve pasar a los grandes de este mundo.
La emoción llena tu garganta… Esperas a que hable de nuevo,
El padre, a que alargue un codo las palabras que trazan
Su camino, del alba de una confesión hasta el alba de una palabra
Siempre cumplida, cuando te duermes en medio del rocío.
14
El cielo para rehacer las caras. La casa para acariciarlas. Una estrella muerde a la medida de su hambre. Piedra por piedra, y luego la distancia, y luego el espacio, que reconstruyen su morada.
Entonces se enciende la estrella del buscador, la estrella del pescador. La angustia se apodera de mí en la popa de la piragua. Expresa el pensamiento de ser visto desde tan alto. De ser un agua atrapada en el ruido del cielo.
Mi padre está soñando, su mano en el extremo de la red que va a la deriva como una sonda.
La ciudad, a lo lejos, los pensamientos desplegados río abajo. Sólo buscamos la intuición plenaria — la plenaria sesión de los juegos infantiles.
Ann Arbor, el 14 de enero del 2007.
Nimrod Bena Djangrang (Nimrod), nació en Koyom, sur de Chad, el 7 de diciembre de 1959. Es poeta, novelista, ensayista, editor y filósofo. Fundó la revista literaria francófona Agotem y las Ediciones Obsidiane. Fue profesor de francés, historia, geografía y filosofía, en Chad y Costa de Marfil. Algunos de sus libros de poesía: Piedra, polvo, 1989, (Premio de La Vocación, 1989); Pasaje al infinito, 1999 (Premio Louise-Labé); En temporada, seguido de Pierre, polvo, 2004; El oro de los ríos, 2010; Babel, Babilonia, 2010 (Premio Max-Jacob 2011); Gente de bruma, 2017. Autor de las novelas Las piernas de Alice, 2001; La partida, 2005; y El baile de los príncipes, 2008, y El cruce de Montparnasse, 2020, así como de los ensayos Tumba de Léopold Sédar Senghor, 2003, y Rosa Parks: no a la discriminación racial, 2008. Recibió igualmente el Premio Ahmadou Kourouma, el Premio Edouard Glissant y el Premio Apollinaire.
-"Sur les berges du Chari" avec Nimrod Bena Djangrang. TV5Monde
-Nimrod, l’inconsolable exilé. JeuneAfrique
-Les mots de Nimrod, poète «qui a dompté le tigre» rfi.fr
-La honte noire, Nimrod Youtube Poème
Publicado el 07.04.2021