Oriette D’Angelo (Venezuela)
Por: Oriette D’Angelo
A los hombres no les gustan las mujeres rotas
Nadie sabe que maltrata
hasta que rompe un hueso
y aun así
los morados de la piel no saben de perdones
las heridas disecadas sólo cuentan una historia
Todo cuerpo supura infiernos
todo cuerpo admite queja
admite exilio
Nadie sabe que maltrata
hasta que asesina
Nadie sabe que tiene fuerza
hasta que aprieta una garganta
luego abandona
sale corriendo
echa culpas
justifica puños
y huele a sangre
Todo cuerpo odia el desgarro
toda ausencia es un primer auxilio
Nadie sabe que es poco hombre
hasta que toca a una mujer
para romperla.
Mordida
: voy a comenzar esta historia
caída que afinca
en la carne voy
a comenzar por los dientes
desde el primer hilo
la primera puerta
voy a comenzar
por la leche agria que sale de los pechos
promesa de lo que se forma en la raíz de la boca de
lo que tuerce voy
a desatar el pánico del primer arranque
alarido
primera promesa de lo que habrá debajo
de la almohada
voy a pensar en la articulación
sin anestesia será rápido
se caerán todos
y vendrá la recompensa
son de leche
producto de los pechos leche
agria se calcina y se convierte en símbolo molar
mastico así la carne el vegetal el hielo
mastico así mis manos jugando sin querer
mastico mis dedos y me palpo entera
cosquilla con los dientes que dibujan líneas
figuras imaginarias en la carne dejan huecos
se caen los otros de leche y toco con la lengua
carne para morder más carne
saboreo sangre tipo O
entiendo la función del llanto:
incisivos para cortar las uñas
caninos que todo lo desgarran
premolares para triturar
molares para molturar / engullir
por inocente creía que bastaba con los dientes
que tenía el mundo agarrado por la boca
me preocupé por la mordida / la sonrisa
me preocupé
por el derrumbe
pensaba que
al triturarlos con martillos volverían a crecer
pensaba en la pasta en el esmalte
boca afincada en el asfalto golpeada por detrás
pérdida de sangre como leche agria
no sabía de inocente no sabía
no cuidé mi mordida porque volvería a crecer lo juro
juro que volvería a crecer
pensaba que la raíz del diente eran los hilos
si adentro había hueso
no lo sabía.
Grito
: la culpa siempre es de la lengua
voz que tritura
la culpa siempre es
de lo que digo siempre
lenguaje como continuación
como tacto
lenguaje apretado en la garganta
sonido bidireccional bicorne
lengua que lame esta llaga con sangre
lengua bendita bendecida
hereje desde el nacimiento
que olvida siempre eterna
rezar por los otros
hueso hioides por lo que sostiene
siempre lenguaje eterno
siempre recto
nunca equivocado nunca
porque imagínate el error la decadencia
papilas circunvaladas
con las que probé tu cuello
pupilas distendidas
con mi pecho te marqué
de ahí el delirio / veneno
identidad de lo que queda en la saliva
no sabía lo juro no sabía
que te quedarías en mí
por culpa de la glándula
que callada me veía mejor dijiste
y aprendí a callar
a tragar mi lengua
muy adentro
como quien se ahoga en su propia destrucción
como quien se ahoga en el sonido del llanto
como quien se asfixia con su carne por su carne
no sabía
lo juro
no sabía
que saber sería partirme en dos
como quien no escapa de un aviso
como quien desde la lengua grita
empuja el sonido y traga
tráquea rota en pedacitos rota
rota por siempre rota
circunvalada
como quien no lame ni consume ni mira
como quien se toca el cielo de la boca
con una lengua que luego pide auxilio
lenguaje sostenido desde el cuello / por el cuello
palabra sostenida en cada uno de los dientes ya construidos
no de leche
y la culpa siempre es de quien grita
la culpa siempre es
de la que grita es
como si la boca y el lenguaje se hubiesen calcinado en cuatro
tiempos que ya no se conocen
la culpa es de la lengua sí
que por hablar
vino el golpe
y sintieron las ganas
de silenciarme.
Eco
: si toco el cielo de mi boca
con la lengua
si levanto la lengua voz callada
suena un eco
si levanto cada gesto
toco cavidad diente que no
pedazo de carne porosa
si levanto músculo cansado
ausencia de hueso
si decido tragarme todo y no volver a hablar
si decido / deciden
levanto entonces esta lengua
y toco mi voz
levanto
el temblor que me sostiene.
Tiempo
: de mi futuro harán
lenguaje de costras
costra a costra tocarán hasta desvalijar mi piel
lenguaje de sangre y alucinaciones
de mí no quedará espacio alguno
para la duda
destaparán viejas heridas
sueños de infancia
pasos torpes
sonidos que avisaron cuando
debía detenerme
sonidos de impacto
anunciando que me rompería
asuntos
que ya no importan.
Titular
: esta historia pasó
mucho tiempo escondida
arropada bajo el fuego desde el fuego
pasé de las primeras planas
sin que me vieran
asomada / asustada
pasaron de mi cuerpo como por su historia
ahora vengo encendida
sin que haya nada
que pueda evitarlo.
Identidad
: mi nombre es de mujer
calcinada junto a su madre
mi madre tuvo una hija
que sería quemada junto a ella
¿acaso lo sabías?
no sabías
seguro no sabías
que esto había ocurrido
la sangre siempre espera
paciente siempre
recordar desde la mancha
yo pensaba que esto no me ocurriría no
pensaba vencer el miedo con la sombra
pensaba destruirme
por convicción destierro
pensaba en ser mi culpa
pero aquí estaban mis huesos
dispuestos al ultraje.
Oriette D’angelo nació en Caracas, Venezuela, en 1990. Escritora y académica. Actualmente estudia el PhD en Literaturas Hispánicas de la Universidad de Iowa. Graduada del MFA de Escritura Creativa en Español de la Universidad de Iowa. Fundadora de los proyectos digitales Digo.palabra.txt y #PoetasVenezolanas. Abogada por la Universidad Católica Andrés Bello, Caracas. Autora del poemario Cardiopatías (Monte Ávila Editores, 2016; Premio para Obras de Autores Inéditos, 2014). Seleccionó y prologó la antología de poesía venezolana Amanecimos sobre la palabra (Team Poetero Ediciones, 2017). Poeta elegida en la convocatoria del 31º Festival Internacional de Poesía de Medellín.
Publicada el 14.06.2021