Recaredo Silebo Boturu (Guinea Ecuatorial)
Por: Recaredo Silebo Boturu
África
Yo te quiero, mi África desnuda,
errante,
mi África flotante,
brillante.
Yo te quiero, mi África elegante,
exuberante,
con tus olores
y tus colores
y tus tambores.
Yo te quiero, mi África risueña,
con tu sol y tu lluvia y tus tempestades.
Yo te quiero mi África sonriente,
con tu energía y tu inercia.
Si fuera un poeta
si fuera músico, si fuera artesano:
seguro que te escribiría versos,
te tocaría melodías compasadas,
te llovería sueños que faltan para regar tus campos.
Pero soy un pobre poeta bubi
Que sólo puede implorarte PAZ y PAN para tus hijos.
Yo te quiero mi África verdosa, sedienta.
Curriculum
Yo mismo, extraviado
yo mismo, cadáver
yo mismo, cuerpo
yo mismo, cuerpo- espíritu
prendido de las ramas de un árbol frondoso, erguido o caído.
Yo mismo, río sin caudal
yo mismo, mar sin agua
yo mismo, humo, sin rostro
yo mismo, aire sin sonrisa
yo mismo, pájaro sin alas
yo mismo, aire tóxico, esparcido.
Yo mismo, verso sin sabor, sin solera, insalubre
en busca de estrofa
en busca de cuerpo
en busca de vida.
Yo mismo, cuerpo sin alma
yo mismo, sangre derramada
yo mismo, alma errante, alma perversa, alma humillante,
yo mismo, alma desnuda.
Yo mismo, foto sin imagen
yo mismo, acechado
y con el yo adulterado
¿Quién soy realmente?
Autorretrato
«Todos somos personas.
Independientemente de las circunstancias»
Fui y fuiste una mirada.
Fui y fuimos una(s) caricia(s).
Fui y fuiste una gota tibia de semen abrazado
a un óvulo fértil.
Soy y eres una partícula viva,
célula incrustada en un tejido.
Todos somos granos de arena
amontonados en la orilla del océano,
sangre derramada al interior de una vagina,
moléculas vulgares en el tren del universo.
Soy un rayo de sol perenne,
una hoja suspendida,
una hoja caída, agraviada
por los colmillos de un viento
violento.
Soy un árbol invisible,
una raíz visible,
un tronco ramificado.
No tengo nombre ni apellidos.
Soy un mundo diminuto e infinito.
¡Ojalá lograse pulverizarme para convertirme
en una ráfaga de sueños para los niños y las niñas
de aquí, de ahí y de allá, de todas partes!
Mundo loco
Un día al despertarme me enteré
que ya somos capaces de dar limosna,
y al observar mi alrededor, vi solo fango y desdicha.
En esta ciudad desnuda
en esta ciudad oscura
un niño descalzo
caído entre las garras desvalijadas de la miseria brindada
llora bajo el chubasco.
Una mujer despojada deambula desarropada en algún punto
de esta ciudad desnuda
de esta ciudad oscura.
En esta ciudad oscura y desnuda
he visto a un niño desabrigado llorando
bajo una intensa lluvia enajenada
y sus ojos
vomitaban llamas de fuego derrocado.
En esta ciudad desnuda
en esta ciudad oscura
he visto a un pájaro ruin
posado
en la copa de un árbol desierto
invitando a otros a pedirnos limosna.
Mientras el niño descalzo
y la mujer despojada
siguen llorando bajo una intensa lluvia enajenada.
Mundo loco.
General
Hoy, rajo el saco del miedo
y como dos viejos camaradas me coloco frente a ti.
Hoy, rompo los cristales blindados que me distanciaban de ti
y te veo frente a frente
y hacia tus pupilas lanzo el fuego que desprende mi pluma.
Hoy, me coloco frente a ti y descargo todos los torbellinos
que con bravura irritan mi interior.
Hoy, aunque con el alma esposada,
me coloco frente a ti intentando descifrar la esquizofrenia
con la que te vistes para tiranizar al pueblo.
Frente a ti me coloco viejo, chamuscado y enfermo
para descifrar la cleptomanía
que te hace desvalijar las arcas de todos.
Y sacas tus garras venenosas para enviarme al infierno
mientras los demás con pasividad contemplan tu acción satánica.
¡Libertad!
Quiero romper estos barrotes de hierro
en los que estoy enclaustrado
para gatear y saltar
para volar y caminar,
quiero ir a tu encuentro, libertad.
¡Libertad!, ¡Libertad!
Acércate libertad,
quiero sentir tu calor, tu olor;
quiero sentir tu frescura, tu ternura.
¡Acércate libertad!
¡Ven a abrazarme, libertad!
Libertad riegue esta tierra calcinada
y salpicada de sinrazones
¡Libertad!
Dame tus manos y tus ojos
y tus piernas y tu corazoncito;
dame tu verdad, encienda tu lámpara.
¡Libertad!, ¡libertad!
ven a mí, libertad:
niña inocente,
niña dulce,
camina, vente, vente libertad,
porque aquí, la penumbra cala tu luz.
Dame tus ojos para no ver lo que ven mis ojos.
Dame tu corazón para dejar de sentir lo que siente el mío,
magullado,
viejo,
enfermo.
Libertad, libertad.
¡Acércate, libertad!
La caída en el Mediterráneo
«Mejor que en la casa de uno, en ninguna parte», dicen.
Pero ellos salieron de aquí, de sus casas,
exhaustos, subyugados, arrastrando
siglos de quimeras escondidas entre bultos y maletas.
Salieron de aquí, de sus tierras,
en busca de cielos y soles distintos;
sedientos de justicia y libertades,
hambrientos de hamburguesas y refrescos,
ataviados por perpetuos temporales,
cansados de lo mismo y de lo mismo.
Atravesaron desiertos, montes y selvas,
se alimentaron de arena y de barro,
bebieron el mar que escurría por sus frentes.
Al final,
les fue inútil tanto sacrificio,
no sirvió de nada haber regado
el sendero frondoso con sangre
porque sucumbieron al camino,
y sus cuerpos fueron devorados
por el corazón come-carroña
del Mediterráneo y del desierto.
Y son miles, ¡miles! Miles de seres humanos
arrastrados por las olas hacia la panza de los peces.
Sí, hacia la panza de los peces.
Africanos: negros, blancos, amarillos,
hombres, mujeres y niños.
Personas. ¡Y niñas! Personas.
Todos a la panza de los peces.
Africanos que siguen soñando, llorando
acunados por los brazos de la mar como una madre
inocente y asesina,
y están ahí y allá, por todas partes
repartidos en la panza de los peces;
pero sus familias no lo saben porque ellas también sueñan,
y sueñan con ellos comiendo hamburguesas
en alguna tierra que nunca conocieron.
Siguen ahí, hundidos como barcos
que nunca volverán a tocar tierra,
trozos de alimento para peces,
sin velorio, sin nombre, ni apellidos,
ojos que no volverán a abrazara sus hijos,
ni a sus enamoradas,
ni a sus padres, ni a sus primos,
porque partieron de aquí en busca
de un sol que no existía;
abandonaron este continente de futuros,
y a sus propios soles, mares, y selvas.
Privaron de sus manos a estas tierras
fértiles de posibilidades.
Recaredo Silebo Boturu nació en Bareso, isla de Bioko Norte, en 1979. Es poeta, actor, dramaturgo y director del grupo teatral Bocamandja. También activista, es el máximo exponente del arte dramático de Guinea Ecuatorial. Es autor de los libros: Luz en noche (Poesía y Teatro), 2010; Crónicas de Lágrimas anuladas (Poesía y Teatro), 2014 y Desde el fondo del Mediterráneo, poemas, 2019. Ha sido incluido en diversas antologías, entre ellas: La palabra y la memoria. Guinea Ecuatorial 25 años después, 2010; y Caminos y Veredas: Narrativas de Guinea Ecuatorial, 2011. Ha obtenido cinco premios de poesía desde 1998 y ha dado charlas, conferencias y talleres sobre la cultura de su país en Colombia, Estados Unidos, España, Francia, Austria, Nigeria e Italia.
Links a Recaredo Silebo Boturu:
-Entrevista a Recaredo Silebo Boturu. Afribuku, Cultura Africana Contemporánea
-Luz en la noche – Recadero Silebo Boturu literafrica.
Publicado el 20.04.2021