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Bessy Reyna, Panamá

Fotografía tomada de Zenda Libros

Por: Bessy Reyna

Memorias de la amante infiel


“Al principio es incomprensible, y después súbitamente, de todas las direcciones, de todos los rincones de la tierra, viene el dolor”.
 Marguerite Duras, The Lover

I
Debo empezar por el principio en aquella noche 
en una playa solitaria
donde nos sentamos en silencio,
 abrazadas, escuchando el ritmo del océano 
dejando que el deseo se fuera desplegando lentamente 
hasta que tus manos
se convirtieron en un colibrí impaciente 
desnudándome por primera vez
mientras la marea iba subiendo 
y las olas borraban nuestros rastros.
                
II
O tal vez debo empezar por el principio
Aquella tarde que te vi por primera vez 
mientras tú leías un periódico
en el apartamento de tu amiga y yo no podía dejar 
de contemplar tu rostro
donde se unían tres continentes
y conversamos, tomamos café y te dije vamos a pasear 
y te llevé a la playa
sin siquiera preguntarte si era allí adonde querías ir
y tú quedaste callada dándome la espalda 
como si le rezaras al mar.

Yo no vi tus lágrimas hasta que volteaste tu rostro y 
preguntaste ¿cómo sabías que yo necesitaba venir aquí?

III
Debo empezar por el final, tal y como me lo imagino—
Tú sola en el hospital en París
¿Quién tocó tu rostro por última vez? ¿Cerró tus párpados? 
                    
IV
¿Cuál es el sonido de dos manos entrelazadas 
convirtiéndose en una
explorando el contorno de un universo íntimo?
¿Cuál es el sonido de la traición?
¿Cuál es el sonido del abandono? 

V
Envuélveme con tu rabia, tu dolor, tu herida
pero déjame tocarte una vez más por un instante.

VI
Voy a excavar la tierra para retornar a las ciudades
donde me amaste
Ven conmigo una vez más a esos lugares
y esta vez no lloverá en Stonehenge al amanecer
y sí me va a gustar París, te lo prometo
y buscaremos más piedras en las playas de Etretat,
y un ladrón no se robará tu cartera en New York City.

¡Ven! Volvamos a escuchar jazz en New Orleáns 
o a caminar en silencio como lo hicimos en aquel otoño
mientras tú absorbías los colores de los árboles 
antes de que descubrieras mi traición.

VII
Tu imagen, tus caricias, tus manos, tu voz.
Oigo tus palabras dentro de mí-- Amor, te quiero tanto
Ma petite, tu me manques beaucoup.
¿Cómo pudiste hacerme esto?

Bordes rotos

Ella recuerda estar en el portal encima de
las lozas verdes y frías de la entrada.
La sangre brotando de su quijada
el dolor punzante.
Eso, si lo recuerda.

Ella recuerda sus piernas enredándose, 
la caída, aterrizando con fuerza sobre esa loza,
esa loza tan bella con los bordes rotos  
esperando que su quijada cayera
como la flor Dionaea Muscipula que come insectos 
como un cazador esperando por la captura
como una red esperando la presa 
esa loza verde y fría la esperaba.

Ella recuerda su vestido blanco,
ese tan lindo que tenía flores amarillas
y la sangre, cálida y pegajosa
chorreando.
La sangre.
Eso, ella lo recuerda.

Brazos fuertes levantándola por la espalda,
cargándola hasta dentro de la casa
hasta la cocina, los gritos
todo el mundo gritando al mismo tiempo
las tías, los primos, todos gritando
mientras su vestido se volvía más y más rojo.

Entonces, ella recuerda
a su madre caminando despacito
saliendo de la cama por la primera vez en muchos días,
sujetándose de las paredes para no caerse
tocando la barriga donde escondía
el niño, el varón que todos deseaban.                      

La madre viendo la quijada rota,
la sangre. Desmayándose.
Entonces las tías gritando sin saber
a quien asistir primero.
Eso, si lo recuerda.

Pero fue por lo que pasó después
que nunca lo olvidó 
fue por lo que le dijeron después 
que siempre recuerda
fue porque el niño murió.
Murió, por culpa de ella.

Eso fue lo que le dijo su madre:
"¡Mataste a mi niño!”
Su madre le gritó rechazando su abrazo
"¡Mataste a mi niño!"
Su madre le gritó empujándola
como un juguete desechable.

Es por eso que ella lo recuerda.
Porque desde ese día, su madre
nunca dejó que se olvidara
que cuando apenas tenía dos años,
 ya era una criminal.


¿Es esta la calle Broad en Hartford?


      Wherever I am the world comes after me.
      —Mary Oliver

La vara reposando en la pared del frente
de la bodega. ¿Es una caña?

¿Qué está haciendo aquí rodeada de colillas
y frutas tan aporreadas que casi no han 
sobrevivido el viaje. 

Estas frutas y yo, convergiendo miles de millas de distancia
de lo que fue el inicio de nuestras jornadas.
Nuestras imágenes reflejándose juntas en los pequeños 
espacios de la vidriera 
que no han sido tapadas con anuncios para Café Bustelo
y detergentes.

Estas frutas. Esa caña. Yo.
¿Qué hacemos en este rincón de Broad Street?
¿Cuánto tiempo pasará antes de que empecemos a recordar 
esas brisas tropicales y las atormentadas nubes de nuestras islas?

San Luís, el pequeño pueblo en Oriente, Cuba
donde aprendí a decir caña, a saborearla, a querer más.

Juegos infantiles, inocentes, deliciosos como las cañas
que nos robábamos de los trenes cargados en el Central Unión.
Chiquillos peleándose para ser los héroes liberando de las cañas.

Yo quiero adueñarme de esa caña en Broad Street
bailar con ella. Correr de espaldas.
¡Ven, saboréame! me susurra Soy tan dulce

Si. Yo quiero saborear otra vez esta caña tan dulce.
Quiero disfrutarla ahora como lo hice antes. Ella quiere
que la posea, que la haga mía en medio de la calle.

Mis labios la rodean 
mientras ella me promete llevarme al pasado
ser tan dulce, tan dulce,
como las tardes en San Luís cuando lo único que nos
importaba era el sonido del tren tentándonos 
Sígueme, sígueme, sígueme, sígueme. 
Tengo caña tan dulce, tan dulce.   

 


Spec. Armando G. Aguilar, Jr. In Memoriam


            (Abril 30, 1984-Agosto 21, 2010)

"Por cada soldado de las fuerzas armadas de los Estados Unidos que muere en el campo de batalla, 25 veteranos se suicidan"
                        Nicholas D. Kristof, NYT Abril 15, 2012

Nunca oíste hablar de mí.
 Soy el número 6,310.

Primero nos mandaron a Irak y Afganistán 
y después regresamos a los hogares que dejamos abandonados
en Kentucky, Arizona, Ohio y tantos otros sitios
donde aquellos que habían sido los amigos de infancia
se negaban a devolvernos el saludo.

Como si nosotros tuviéramos la culpa que Dick, Condi, 
el George W. y su camarilla nos usaran 
para crear un tableau vivant,
-una farsa teatral en la que nos intercambiaban por petróleo-
mientras ellos jugaban al Golf, y ella tocaba el piano.

Para nada me enorgullece confesarte que soy el número 6,310,
 pero ese fue el que me asignaron en la lista de suicidas. 

Yo, y los 6,309 fuimos los que no aguantamos más el stress
las drogas, los desvelos, las borracheras, la depresión, el vacío 
y peor que todo, ser impotentes mientras nos obligaban a regresar a esos países, una y otra vez, sin descanso.

Nosotros somos los que un día nos sentimos asquerosos, repulsivos, 
y como Lady Macbeth empezamos a lavarnos las manos 
incesantemente
para borrar la sangre que se escapaba por los dedos, 
y acabamos, como ella, quitándonos la vida.

Porque nunca oíste hablar de mí.
Quiero que sepas que somos tantos los que cada día dejamos atrás 
la inocencia, despellejándonos el alma
mientras hacíamos esfuerzos para no pisar 
los brazos, piernas, los cuerpos hechos trizas de nuestros soldados 
desparramados por la calle después de la explosión 

Yo, el número 6,310, decidí que era mejor morirme que
ser obligado a continuar asesinando civiles.            
Tú, no sabes que 
"Un veterano de la guerra se suicida cada 80 minutos"
 Porque somos simples números, estadísticas.

Antes de irme, quiero que sepas que me llamo 
Armando G. Aguilar, Jr.
viví en Fort Hood, Texas, tenía 26 años. 
Me hubiera gustado ser compositor, estudiar música.

La última imagen que vi antes del disparo fue Valero, 
letras blancas, brillantes sobre un panel azul,
Valero, el nombre de la estación de gasolina donde me encontraron.
Valer....Vale...Va.....

Nota: Este poema está basado en notas biográficas sobre el joven soldado Armando G. Aguilar quien fue uno más de los tantos que se han suicidado después de regresar de Iraq. 



Mientras tú

Mientras tú
llegas a la casa
abres una cerveza
observas la televisión

Mientras tú
te acomodas en tu sillón de siempre
comentas lo duro que se pasa en la oficina
ocultas las veces que le propusiste a la
secretaria una cita
las veces que con tus compañeros, en el café
piropeaste a las mujeres

Mientras tú
decides a cuál bar irás hoy
o te sumerges en el comercial y esperas la cena
Ella
 trata de olvidarse de los piropos de mal gusto
que soportó camino al trabajo,
de las proposiciones del jefe y los clientes

Ella 
trata de preparar la cena
arreglar la casa
sonreír a los niños
y pretender que tus escapadas
son un juego pasajero
que tus caprichos son un juego pasajero 
y que a pesar de todo ella es una
señora feliz.



La incertidumbre


        (a mi padre)

La incertidumbre puede tener tu nombre
o tu rostro
y atraparnos en una tarde en la que el caracol
que observamos en silencio
tuvo la buena suerte de morirse.

Puede tener color vino y sello oficial
llamarse represión, inflación o
coup d’etat
tener uniforme militar o votos cambiados.

Tratar de controlar el carro mientras
da vueltas acercándose a otros carros
pensar en el dinero que no tienes
para la renta y como conseguirlo.

La incertidumbre, en fin,
es despertarse cada día
tropezarse con el sol
y no tener respuestas.


Bessy Reyna, nacionalizada panameña, nació en Cuba. Poeta, escritora, periodista, abogada y maestra, es la autora de los poemarios bilingües The Battlefield of Your Body/El campo de batalla de tu cuerpo (Hill-Stead Museum, Farmington, CT, 2005) y Memoirs of the Unfaithful Lover/ Memorias de la amante infiel (tunAstral, Toluca Mexico, 2010) y el poemario en inglés She Remembres, (Andrew Mountain Press, CT, 1997). En español publicó Terrarium (Instrucción Programada de México, 1975) y el libro de cuentos Ab Ovo (Instituto Nacional de Cultura-INAC, Panamá, 1977.)

Reyna ha recibido numerosos premios y reconocimientos por su trabajo literario y comunitario. Su familia emigró a Panamá en el 1956, país donde vivió hasta el 1968, cuando viajo a USA para cursar estudios en Mt Holyoke College  en Psicologia y Literatura Latinoamerica, y post-grado en la Universidad de Connecticut. Actualmente, escribe una página de arte y cultura para el periódico hispano Identidad Latina y es columnista de opinión para www.CTLatinoNews.com (Connecticut).

Publicado el 23.03.2022

Última actualización: 14/05/2022