Miguel Falquez-Certain, Colombia
Por: Miguel Falquez-Certain
El nombre de las cosas
Siempre existe algo que no marcha con la realidad de las cosas.
Si miras el ocaso y no comprendes el viaje que a punto estás
de emprender, tal vez sea necesario recoger tus pasos,
acaso recordar cómo era el cielo que se sumergía en el océano
como la tinta indómita de un pulpo desquiciado. No sientes
hoy en el recuerdo el grito ahogado del disturbio ni el reflujo
de un don inconfeso: comprendes la pluralidad de voces
y la marcha indefectible de tus jugos, o saltas o mueres
o vives o triunfas, pero el mundo allí continúa, ajeno en su
cercanía de abismos, con los ecos de múltiples ofertas
y las renuncias de canículas en los estertores de la cúspide,
o tal vez con el llanto incomprensible y hosco que hace posible,
finalmente, el conocimiento histórico de tu realidad.
Cada hecho es posible interpretarlo y reinterpretarlo
de múltiples maneras, porque es necesario que sepamos
lo que es la razón y cómo alcanzarla: la existencia subvierte
la verdad, ocultándola, desplazándola, suprimiéndola.
Sin embargo, no comprendes la acuciosidad de sus
desempeños (ese rito inveterado de su muda elocuencia)
ni los conflictos de los diversos significados.
El mundo
ocupa los espacios de la mente: mi auténtico yo,
no puedo poseerlo, porque la realidad es presente
como transición. Estamos solos. En medio de la libertad
absoluta de la noche, en el gesto decidido de la desposesión,
en la ausencia irrecordable de ataduras, fetiches y estirpes,
el alba anuncia, en el incendio glacial de los arreboles,
el fin ineludible de nuestra larga noche y el inicio de la paz.
Hipótesis del sueño
And it came to pass, when he had made an end of speaking onto Saul, that the soul of Jonathan was knit with the soul of David, and Jonathan loved him as his own soul.
―First Samuel, 18:1
Let him kiss me with the kisses of his mouth ― for thy love is better than wine.
―The Song of Songs, 1:2
Sin embargo, nunca di cuenta cabal de tu total entrega. Después de todo fui yo quien buscó tu olor a musgo hasta encontrarte dis¬traído junto al bar en las luces opalinas de la tarde. Estabas rodeado de turife¬rarios que me impe¬dían acercarme; nues¬tros ojos se cru¬zaron con pa¬ciencia. Al inclinarme percibí los vellos de trigo que formaban abesanas en tu nuca, sentí la mare¬jada de tu aliento, presentí una entrega. Nuestros labios nos mostraron el camino.
Una ruptura reciente me había vuelto vulnerable. Codiciaba tus besos, anhelaba tu cuer¬po joven de caña dulce, aspiraba la fas¬cinante sorrostrada de tu ingenua labia. Aban¬doné todo por tus labios. Con la resolana del ve¬¬ra¬no golpeando las paredes, mordisqueé tus botones hasta arrancarlos y te encontré, sólido y perfecto, en el sudor alicorado de tus muslos, en la transpiración in¬terna de tu om¬bligo: nos in¬corporamos en medio de las sába¬nas con los embates tercos de una lujuria pos¬tergada, irguiéndonos en el ombú de aque¬lla tarde irre¬mediable.
La costumbre nos vuelve deleznables. Ado¬cenado y pusilánime, prefiriendo lo seguro ante el azar de lo su¬blime, regresé al sendero tor¬tuoso, pero conocido, a la ar¬tritis compla¬ciente del olvido.
Todo me ofreciste y, sin embargo, preferí los requi¬lorios de una alianza insulsa. Un día codicié los besos de tu boca. Ya no existes. Vives en la hipótesis del sueño.
A Magdalena Araque
Presagios
Abre paso a la palabra, habita en ella,
tócala, siéntela, respírala, dile no
al silencio, al otro lado de la vida,
invéntala, hazla carne, un nuevo objeto
en el mundo, olvida el significado estricto,
la palabra viene hacia ti, no la rehúyas,
te la envían los hombres, muérdela, saboréala,
hazla tuya, tú eres el innombrable, el que la crea,
el inquilino color de la quinina,
no puedes callarte, no debes fatigarte, no,
abrázala, seis días para terminar tu obra,
descansarás luego, pero dile no al silencio,
titilante tuétano del samovar sangriento,
juega, no dejes de tocarla, vive en ella,
no te detengas, las pausas son un presagio
de la muerte, el rencor punzante del Tíbet
obscurece al diamante en la cañada,
no digas que no puedes, serás todopoderoso
mientras hables: bien sabes que Él ha muerto,
continúa, cada día el silencio abraza
a muchos como Él con sus tenazas.
Ciclos
Aletargada en un sueño eterno
la rosa presiente el eterno ciclo,
ires y venires, ya todo apunta
al retorno eterno, cíclica vida
que siempre desembocará en la muerte.
Tu cuerpo esbelto reposa dormido
y al no percibir mi impertinente
atisbo, tus miembros cincelados en
el mármol vibran sorprendidos.
La fría nebulosa tiembla en la
crisálida, los brotes verdes saltan
perforando la glacial corteza,
y surgiendo la rosa finalmente
retando a tu hermosura te despierta.
Dulces estrellas de la Osa
Vaghe stelle dell’Orsa, io non credea
tornare ancor per uso a comtemplarvi
sul paterno giardino scintillanti,
e ragionar con voi dalle finestre
di questo albergo ove abitai fanciullo,
e delle gioie mie vidi la fine.
―G. Leopardi, Canti, XXII, “Le ricordanze”, 1-6
La madre murió y nunca pude regre¬sar. El sol obnu¬bila la conciencia de un lagarto adormecido y tuve que volver buscando el rostro, la figura magra de una madre evanescente; ¿qué hacer con el solar, con la pileta conge¬lada en el ensueño?
El jilguero insiste en despertarme y el firma¬mento prosigue sus prusios devaneos: mas no es lo mismo. Tú has partido hacia la nada dejándome inconcluso. Nací para morir en tu regazo. Y no se pudo.
A tu jardín me harán siempre volver las dulces estre¬llas de la Osa.
Habitación en la palabra
Digo topacio
y las plumas se me escapan
de los labios en la elipse
de la piedra.
Níspero en el aire,
punzante y acre,
en la pelusa de tu cuerpo.
Obsidiana congelada en tu corteza,
murmullos de mi aliento te despiertan,
en mi saliva te sorprendo;
no obstante, el abandono de la ingle,
las sombras translúcidas y en el arco,
el gemido postergado; sin embargo,
el grito mudo; la palabra,
objeto del mundo,
pupila confundida sobre el iris
en los espasmos fugitivos
de tu cuerpo. El arco se recoge,
salta, flecha seminal en el vacío,
con la lengua aglifa
astucia de pezones que se alzan,
catapulta disuelta en la humedad
lluviosa, sudor plasmado en el desorden
de las sábanas, pero tu cuerpo
que fue cima, inánime ahora,
sima telúrica tan sólo, arco roto,
abandono en el calor
al otro lado del bosque ―
de la vida.
Miguel Falquez-Certain nació en Barranquilla, Colombia, en 1948. Ha publicado cuentos, poemas, piezas de teatro, ensayos, traducciones y críticas literarias, teatrales y cinematográficas en Europa, Latinoamérica y los EE. UU. Su obra poética, dramática y narrativa ha sido distinguida con numerosos galardones. Licenciado en literaturas hispánica y francesa (Hunter College). Cursó estudios de doctorado en literatura comparada en New York University. Es autor de los poemarios Reflejos de una máscara (Nueva York: Editorial Marsolaire, 1986); Proemas en cámara ardiente (México, D.F.: Impresos Continentales para la Colección Brújula, 1989); Habitación en la palabra (Nueva York: Editorial Marsolaire, 1994); Doble corona (Río Piedras, Puerto Rico: Mairena, 1994; Nueva York: Editorial Marsolaire, 1997); Usurpaciones y deicidios (Nueva York: Editorial Marsolaire, 1998) y Palimpsestos (Nueva York: Editorial Marsolaire, 1999); de la novela corta Bajo el adoquín, la playa (Bucaramanga: Sic Editorial, 2004); de Triacas (Book Press-New York, 2010), narrativa breve; de seis obras de teatro, entre ellas Quemar las naves, primer premio nacional de dramaturgia “Nuestras voces”, Repertorio Español, NY (2002); y de la novela La fugacidad del instante (Bogotá: Editorial Escarabajo, 2020). Mañanayer (compilación de sus primeros seis poemarios) fue publicado en 2010 por Book Press NY y obtuvo la única mención honorífica en la categoría de “Mejor poemario en español o bilingüe” en el 2011 International Latino Book Awards. Hipótesis del sueño. Antología personal fue publicada por Nueva York Poetry Press en 2019 y obtuvo la única mención honorífica en la categoría de “Best Poetry Anthology Book” en el 2020 International Latino Book Awards. En octubre de 2019, la XIII Feria Hispana/Latina del Libro en Nueva York se celebró en su honor. Nueva York Poetry Press publicará sus poemarios Prometeo encadenado en mayo de 2022 y Un fragor de torres desgajadas en octubre de 2022. Miguel Falquez-Certain vive en Nueva York desde hace más de cuarenta años y se desempeña como traductor en cinco idiomas desde 1980. Poeta invitado por la Convocatoria del 32º FIPMed.
Publicado el 3.06.2022