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Paz Mundial – Un Pacto con la Naturaleza

Por: Qibho Intalektual
Traductor: León Blanco

Un amigo cercano me dijo una vez, “Cuando caminas al aire libre, te recargas gracias al espacio, y gracias a ti, el espacio también se recarga”. Muchas veces he hecho caminatas donde vivo, y tan pronto como entro al bosque, los pájaros comienzan a cantar, a su vez los insectos dejan escapar chillidos frenéticos y los árboles comienzan a mecerse con el viento, como si los pájaros que me ven desde el aire les advirtieran a los insectos que ahora hay un humano en la zona, por lo tanto deben evacuar de inmediato para evitar ser pisados ​​y aplastados hasta la muerte quizá, y los propios insectos le están aconsejando al árbol que envíe semillas para procrear, por si el humano hubiera venido a talarlo para leña. Un llamado a la supervivencia y la continuidad, a través de una sofisticada red de comunicaciones. Debido a tales y similares casos, se está volviendo cada vez menos refutable que la naturaleza es sensible de hecho, al menos para mí. Pero los humanos aún ven pasivamente a la naturaleza, como un “otro”, una forma de existencia independiente, que sólo debe cumplir el propósito de servir a los humanos.

Vivo en las montañas, entre cataratas plateadas y la roca monolítica más grande de África. Pinevalley, Reino de Esuatini. Es fácil confundir este lugar con el último paraíso que queda en esta tierra nuestra. La vegetación expansiva, un mar de árboles, las montañas con sus cuerpos variados, de cúpula, de cono y de cima plana, el sistema fluvial que atraviesa los terrenos, lo que nos convierte en uno de los países con mejor riego en la región, y los animales salvajes, tanto las aves como las formas de vida acuática, conspiran para enfatizarlo. Los lugareños llaman a este lugar “la última promesa de África” ​​y los expatriados lo denominan “Luz de África”.

Estos afables atributos, se derivan no sólo de la destreza estética del Reino, sino también de su panorama sociopolítico. Por mucho tiempo, este país ha sido promocionado como una nación amante de la paz, de gente amistosa y sonriente, profundamente arraigada a sus antiguas costumbres y tradiciones. Como era de esperarse, estas tradiciones y costumbres están arraigadas en el funcionamiento interno de la naturaleza, como la celebración de “los primeros frutos”, cuya fecha está determinada no sólo por la posición de la luna en el cielo nocturno, sino también por el corte de caña por parte de las doncellas para celebrar su castidad. La práctica de estos rituales y festividades simbólicas, da lugar a la unidad del pueblo de Esuatini. Una unidad consigo mismo, así como con el mundo natural y sobrenatural que le rodea. Pero detrás de esta genial fachada de interconexión, yace una personalidad oscura engendrada por el tumultuoso pasado de los suazis, que continúa asomando su fea cabeza hasta hoy. A finales del siglo diecinueve, los europeos enloquecidos por el oro, los británicos en particular, tropezaron con estas tierras, primero como concesionarios y posteriormente como colonos a través del “gobierno indirecto”. Los burdos métodos de los británicos, principalmente las tendencias extractivas que incluían la minería y una apropiación radical de tierras, desestabilizaron el equilibrio y la relación entre el pueblo de Esuatini y la naturaleza. Donde el pueblo de Esuatini tomaba sólo lo que necesitaba de la naturaleza y le devolvía a ésta lo suficiente para reponer sus necesidades, los europeos saqueaban y devoraban con avidez. Después de todo, los europeos no poseían una conexión intrínseca con estas tierras y sólo buscaban enriquecerse y potenciar la revolución industrial en su país de origen. Los pueblos indígenas de Esuatini no se quedaron de brazos cruzados, observando cómo se desarrollaba este catastrófico estado de cosas, sino que protestaron en serio, rogando a los europeos que se comportaran de manera ética y razonable con la naturaleza y sus semejantes. Este ruego fue respondido con aplastante violencia y pérdida de vidas. El pueblo suazi tenía miedo. Al oeste estaban los apartheidistas afrikaner de Suráfrica, y al este los imperialistas portugueses-ibéricos de Mozambique. El pueblo suazi estaba muy asustado. Y entonces se conformaron con su colonizador británico, que se consoló de la culpabilidad y la culpa resultante de sus fechorías detrás del título de “protector de la nación suazi”. Con el paso del tiempo, la fortuna del Imperio Británico mejoró enormemente, su economía prosperó, las reservas de capital se multiplicaron, la educación se desarrolló y también el pensamiento británico. Finalmente se reconoció que el colonialismo era brutal y bárbaro, por lo que llegó el momento de retirarse de las colonias y otorgarles su independencia. Sin embargo, la partida de Gran Bretaña siguió al agotamiento de los recursos naturales del pueblo de Esuatini, la dislocación de su vida económica y social, su desarrollo detenido, desplazamiento y despojo.

Los suazis restauraron el control de sus propios asuntos a través del liderazgo de la institución de la monarquía, y una vez más estuvieron libres de autodeterminación. Pero los suazis, a través de la observación y el aprendizaje incidental, también habían aprendido lecciones del estilo de vida británico, como la adopción de valores capitalistas, que se integraron a los valores sociales y a las relaciones sociales de los suazis. El suazi había llegado a su mayoría de edad. El protagonista de este cambio sísmico fue la propia institución monárquica suazi, que atravesó un proceso intensivo de capitalización a través de grandes negocios, empresas e industrias en fideicomiso para la Nación Suazi. Con el paso del tiempo, la fortuna de la monarquía mejoró enormemente, su fortaleza económica prosperó, las reservas del capital real se multiplicaron y la base de poder de la monarquía se desarrolló, convirtiéndose así en absoluto. Sin embargo, la gente de Esuatini descubrió que la monarquía no estaba dispuesta a compartir esta acumulación con ella. El suazi moderno ahora se pregunta: “¿Cómo sobrevivo hoy cuando mi hábitat natural se ha transformado en centros urbanos de capital, por lo que ya no puedo cultivar la tierra y producir comida?”. El suazi rural, en posesión de tierras cultivables, ahora se pregunta: “¿Cómo empiezo a labrar esta tierra cuando hoy se venden semillas, herramientas e implementos en los centros urbanos de la capital y se requiere dinero y la monarquía está muy lejos de compartir su acumulación conmigo?'

El año pasado, en la semana previa al 29 de junio de 2021, estallaron disturbios civiles en el Reino de Esuatini. Las fuerzas armadas, con una directriz del jefe de estado, que era disparar a matar, masacraron a más de un centenar de manifestantes de Emasuati, así como a no manifestantes atrapados entre el fuego cruzado. Más de quinientos Emasuati fueron baleados, heridos y mutilados, muchos de ellos resultaron con parálisis permanente y amputaciones. El Estado no reconoció ni buscó mitigar los amplios efectos de sus atrocidades. Salió a condenar la quema de edificios y el saqueo de negocios que ocurrieron en el caos que prosiguió, durante el enfrentamiento entre civiles desarmados y las fuerzas armadas. Y ahí estaba; la supremacía de las grandes empresas, la persona artificial sobre la persona natural.

Desde los acontecimientos que ha enfrentado el Reino de Esuatini, está claro que cuando se corta la conexión que la gente de una tierra tiene con la naturaleza, la paz no puede existir. Ni aquí en Esuatini, y ciertamente en ningún otro lugar del mundo. A menudo miro estas montañas por las que camino tranquilamente y me pregunto: “¿Seguirá siendo así, o estas colinas con sus cuevas, grietas, rincones y ranuras, algún día me proporcionarán un refugio seguro de una Esuatini devastada por la guerra?” Hasta el momento no tengo la respuesta, quizá debo hallarla en los cantos de los pájaros, en los chillidos frenéticos de los insectos y en el mecerse de los árboles en el viento, cuando vuelva a entrar al bosque.


Qibho Intalektual nació en el Reino de Suazilandia. Es poeta, músico y activista social con más de diez años de experiencia en el movimiento por el desarrollo de la juventud. Como miembro de una organización para el desarrollo de las artes conocida como Routed Soulz, sus responsabilidades incluyen identificar talentos desconocidos, la enseñanza, el entrenamiento y proveer una plataforma para su presentación.

 

El estilo de poesía de Qibho es una mezcla de palabra hablada ingeniosa e inteligente, que invita a la reflexión. Como vocalista, su inconfundible estilo característico está profundamente arraigado en la música Hip Hop consciente. Sus canciones reflejan comentarios sociales honestos que van desde la narración de historias hasta los hábiles juegos de palabras y conceptos bien pensados. Pertenece al grupo musical The Movement, conocido por lanzar el primer mixtape de música hip-hop en su país. Su música toca temas sociales que afectan a las personas de su comunidad. En 2010, fue nominado en la categoría de Mejor Poeta del Año en los Premios Tihlabani. En 2011, ganó el concurso de Rap Freestyle Sprite Urban Expressions (Suazilandia). Ha actuado en destacados festivales en Suráfrica, junto a otros destacados exponentes del hip-hop.

Publicado el 08.09.2022

Última actualización: 04/05/2022