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No nos gustan las guerras

Por: Ahmed Omar Zaabar

Damas y caballeros,

El origen de las cosas, es que la paz es la verdadera cara de la vida, y que la vida crece y se vuelve grande, incluso enorme en nosotros, a través de la paz. Y que la prosperidad humana, el desarrollo científico y social, y el avance del ser humano están todos vinculados a la paz. ¿Por qué entonces las guerras?

He leído en un estudio, que la Tierra es capaz de abrigar entre 70 y 80 mil mi-llones de personas, asegurando todas sus necesidades en una vida cómoda, en la que todas sus cosas necesarias y complementarias estén disponibles (y no sólo para los 8 mil millones de personas como es el caso ahora mismo, es decir, sólo alrededor del 10% de lo que la Madre Tierra podría cobijar y abrigar). Si nos beneficiamos de todas las riquezas de la tierra de una manera correcta, basada en tener en cuenta el interés de todos los seres humanos, así como el interés del planeta, una vez más me pregunto ¿entonces por qué las guerras?

También recuerdo que leí hace décadas un estudio realizado por un grupo de investigación, formado por psicólogos, sobre varios veteranos de la Segunda Guerra Mundial, a través del cual descubrieron que más del 70% de los encuestados, en los casos en los que no corrían el peligro de una muerte segura durante las batallas, dirigían las balas de sus armas hacia partes no mortales del cuerpo de los soldados enemigos, incluso, que varios de ellos no dispara-ban a los soldados directamente, sino que apuntaban premeditadamente cerca de los soldados enemigos. Estos investigadores concluyeron que, al ser hu-mano, en su esencia y subconsciente, no le gustan las matanzas ni las guerras... Y de nuevo, persiste la misma pregunta que se impone, ¿por qué las guerras entonces?

La guerra es un defecto en la composición de algunas personas, porque en los casos normales y naturales, los hijos entierran a sus padres, pero en los casos de la guerra son los padres los que entierran a sus hijos, lo que es totalmente contrario a lo natural.
   
En 2022, la humanidad gastó aproximadamente 2.4 trillones de dólares (2400 billones de dólares) para que el hombre matara al hombre. La humanidad posee armas diez veces más que suficientes para destruir la tierra y convertirla en polvo. ¿Por qué? ¿Habrá alguna respuesta lógica a una pregunta más que lógica como esta? ¿Por qué?... Y, por otro lado, surge la misma pregunta: ¿Cuánto hemos gastado por el ser humano? ¿Por su salud mental, psicológica y física? ¿Cuánto hemos gastado para difundir el conocimiento? ¿Cuánto hemos gasta-do por nuestra humanidad para preservar este planeta que es nuestro hogar y el ambiente en el que respira nuestra vida? ¿Cuánto hemos gastado por la paz y por descubrir horizontes más amplios para el espíritu humano? ¿Y cuánto hemos gastado en el ascenso del ser humano a través de la poesía, la filosofía y la literatura?

Si alguien de ustedes quiere contar de 1 a 2.4 trillones (2400 billones), entonces el proceso de conteo tomará alrededor de 64 mil años, sin dejar de contar un solo momento a lo largo de los 64 mil años, pero si se respetan algunas reglas del trabajo y se adoptan 8 horas al día para contar sin interrupción por el descanso, por comer o beber, el proceso de conteo llevará cerca de 200 mil años... Imagínense.

Nuestra situación, señoras y señores, es la situación de un grupo de personas de diferentes culturas, militancias y razas que viajan en una barca que cruza los oleajes del océano, si todos trabajan con calma, armonía y cooperación, la barca seguirá navegando. Pero si se establecen muchos desacuerdos entre los pasajeros de la barca y se impone un desorden total y una confusión generalizada, entonces el rumbo del barco se verá perturbado. También es evidente que, si alguno de los pasajeros perfora el fondo de la barca, esto llevará a que todos se ahoguen e incluso la barca misma se hundirá... Lamentablemente, esto es lo que hacemos con nuestra tierra y con la vida sobre nuestro planeta, y las guerras no son más que un agujero negro en nuestra conciencia y nuestra per-cepción.

Señoras y Caballeros

  ¿Puede prevalecer la paz si hay quienes creen que son el pueblo elegido de Dios o que son la mejor nación entre todas las naciones y que los demás no son los elegidos de Dios o sus amados? ¿Pueden prevalecer la paz, la fraternidad y el amor mientras que todavía hay quienes buscan imponer sus valores, sus visiones y (su civilización) a través del asesinato, la destrucción y el borrar... borrado el otro?

Hay una carta en una biblioteca o museo británico. Fue escrita por un soldado británico a su madre durante el período en el que Gran Bretaña ocupaba cerca de la mitad del continente africano, a finales del siglo XIX y principios del XX. El soldado le explicó a su madre cómo uno de los africanos era perezoso y desobediente, y que decidió castigarlo degollándolo. Escribió a su madre quejándose y con mucha extrañeza “imagínate que este salvaje quiso negarse a mis ordenes, se me resistió y me hirió con sus uñas mientras yo le ponía el cuchillo en el cuello para degollarlo...” Estas son las palabras que resumen la mentalidad que domina en los políticos de las grandes potencias hasta el día de hoy... Sólo ha cambiado el método y los medios de la dominación y el control... Personalmente, creo que la política occidental todavía se basa en la misma creencia y la misma visión y que todavía nos miran como sirvientes, o como botones que no tienen ningún valor en su máquina económica, y todavía los seguidores de Sartre aún repiten su dicho más famoso: el otro es el infierno.
  
Los amos y los seguidores del codicioso sistema capitalista aún repiten las palabras de Lamarck y Darwin: la supervivencia sólo para el más apto.
Pero detengámonos un poco aquí y preguntémonos quién es el más apto. ¿Es el que destruye la tierra y los factores elementales de la vida en ella? ¿Es él quien asigna un gran porcentaje del sustento y la riqueza de las personas para inventar y fabricar medios de matar y destruir, imponiendo sus condiciones y borrando al otro? ¿O imponerle sus propios valores? ¿O es el más apto el que está consciente de que la vida del otro le es necesaria y que no podemos ser un copiar y pegar del hombre blanco y de su cultura, y que el otro es un añadido y un enriquecimiento de nuestra experiencia?... El otro no puede ser una copia repetida de mí y siempre será parte de mi existencia, y yo soy parte de su existencia; La condición de mi existencia está relacionada con la presencia del otro en mi vida.

¿No es la diversidad la base y la esencia de la vida? ¿No es la vida en sus significados más transcendentales y sus manifestaciones más hermosas que se manifiestan en la interacción de su diversidad y armonía? Cuando miramos un hermoso tapiz o un cuadro de gran belleza y hechizo, ¿no es fácil notar que gran parte de su belleza radica en su diversidad, en la diferencia en sus colores y la armonía en aquella diferencia?
    
Para mí, el hombre es una de las expresiones de la vida y una de sus tantas e infinitas manifestaciones, y la poesía para mí es la expresión más sincera y verdadera de ese sentido, la poesía es el hecho de expresar la vida con el lenguaje de la vida en su diversidad y pluralidad.

Se dice que la poesía es lo primero que pronunció la humanidad para comunicarse con las deidades, entonces surgieron las salmodias que eran un tipo de poesía, y desde este punto de vista, la poesía fue el primer intento de la humanidad de descifrar el ser y la vida a través el esfuerzo de comunicarse con la fuente de la vida y el conocer a su creador.
 
Personalmente, he concebido a través de la poesía que la vida es más profunda y más integra que mi visión de ella o mis sensaciones hacia ella, ella es más grande que todos nosotros, pero también descubrí que ella de verdad nos ama. Uno de mis antiguos poemas comienza así: Amamos la vida porque la vida ama a los seres humanos.
“Amamos la vida porque la vida es un mensaje de amor. Y nosotros somos los mensajes”.

Sí, los poetas somos los mensajeros del amor, que llevan cartas que la propia vida envía a la humanidad, así como el hombre es el mensajero del amor de la vida y para la vida. La poesía nos enseña que la vida es un poema, y nosotros somos sus escritores, somos su sentido y su tema, nos enseña que la vida es un poema cuyas palabras, versos, ritmos y melodías cuando se cantan, somos nosotros.

La poesía me enseñó que la lucha del hombre no es contra el otro, ni contra su hermano el hombre su prójimo, ni contra la vida, sino que es un diálogo del hombre consigo mismo para comprender mejor y de forma global su propia su existencia humanística. 

Un hermoso verso de poesía o una mágica melodía musical que me lleva hacia otros horizontes y niveles existenciales, donde la belleza es el alma, donde la vida me abraza con un amor hechicero, donde está la paz con la que y en la que florece la vida y nos deja también florecer en ella.

 

No nos gustan las guerras

Mi señor
 no nos gustan las guerras
ni que
el fuego de la discordia queme los corazones
porque todos somos uno en la señal de la creación.
Aunque nos dividieron
a veces en sectas, y otras veces en pueblos

*
Nos encanta abrazar a nuestros nietos
y no nos gusta abrazar rifles
Amamos la calidez de nuestras esposas
No nos gusta la frialdad de las trincheras
¿Por qué
el pobre de nosotros combatirá al pobre
y se brinda con vino de guerras en hoteles a la salud de nuestros muertos?  

*
Nos encanta salvarnos  
del frío, el hambre
 de derramar lágrimas
salvarnos de una noche cercada de pobreza 
                                        hasta los límites de la mise-ria
Nos gusta comprar un trozo de pan a nuestros hijos
y no comprar balas

*

Nos encanta la sencillez
Nos gusta merodear sobre el pecho de las mujeres hasta fatigarnos
Nos gusta el baile de las mujeres en los corazones de los hombres
Nos gusta abrazar a la vida
y nos gustan los libros

*

Nos encanta recorrer nuestras calles sin miedo a caer muertos en el camino
con misiles o aviones
Nos gusta cruzar hacia nuestro sueño sin sangre
Nos gusta pararnos en una colina al atardecer
Nos gusta charlar en los cafés, nos encanta juguetear en los cabarets, y nos gustan las mujeres
Nos encantan los abrazos y los besos
y sembrar la esperanza
*
Nos gusta el camino que conduce a la alegría en los ojos de la niñez
Nos gusta el canto de nuestros niños en las escuelas
No nos gusta caminar en los funerales tras los féretros de nuestros hijos
No nos gusta hacer daño a los humanos
No somos jueces de la vida entre el bien y el mal

*

No nos gustan las espadas, y no nos gustan las lanzas
No tenemos arma
excepto la esperanza 
           que crece en nosotros y nosotros crecemos en ella
curando la memoria de sus heridas

*

Nos encanta pasear por playas marinas al atardecer
Nos encanta ver corazones llenos
con abundante amor y con nubes que mojan nuestros sueños
No nos gusta un censor vigilándonos y sitiando nuestros días
contando nuestros defectos, contando nuestros pecados
No nos gusta violar la vida
No nos gustan las guerras
No nos gustan las guerras
No nos gustan las guerras

Gracias a todos…


Ahmed Omar Zaabar nació en Ouardanine, Túnez, en 1963. Ha publicado poesía, cuentos y artículos de crítica en diferentes revistas y periódicos árabes.  Sus poemas han sido compilados en diversas antologías y ha participado en varios festivales de poesía árabes e internacionales. Ex presidente del Comité Cultural del Foro Cultural Árabe en Gran Bretaña.

Tiene publicados hasta la fecha dos libros. En 1984 recibió el primer premio de relato breve en el Festival Sidi Bouzid para jóvenes literatos. Desde 1992 reside en Londres y trabaja en el ámbito de los medios de comunicación. Sus poemas giran en torno a tres temas esenciales: el amor, la preocupación por la patria y la pregunta sobre el ser y la nada.

Última actualización: 02/03/2024