Poesía, paz, pedagogía: Las tres P para la vida significativa
Por: Nicolás Antonioli
¿Qué puede hacer la poesía mundial para lograr la paz total en el planeta? ¿Qué estrategias pedagógicas se pueden implementar para educar en esa vida nueva? Son preguntas que nos indagan cada vez que levantamos una pancarta por la paz en el mundo, o cada vez que imaginamos un mundo donde la poesía tenga preeminencia en los sistemas educativos globales, para educar en el respeto al prójimo, pero también cultivar el cuidado medioambiental todo. No se trata de utopías, no es descabellado pensar en tales objetivos en un mundo globalizado que ha derivado en mero globalismo. Algunos teóricos son escépticos respecto de la capacidad de la poesía en sentido amplio, no solamente literario, para poder mejorar las condiciones de vida de la población y, por extensión, procurar una reflexión acerca de los problemas que arrecian en nuestro mundo, incluido el flagelo de los conflictos armados y otras realidades que si bien no implican armas de manera llana y literal, son otra forma de irrupción en la paz social. Pienso en conflictos cotidianos, un automovilista que insultó a un taxista por una mala maniobra en la autovía, sin saber el primero que el segundo se dirigía al hospital más cercano para salvarle la vida a un niño, una madre o un anciano, por poner un ejemplo de malentendido habitual y bien gráfico. Esa falta de “empatía”, como se ha puesto de moda denominar, es la que genera estas pequeñas acciones beligerantes entre habitantes de bien. Ahora, si estos sujetos, asediados por un capitalismo salvaje que los enajena día a día, que transforma su tiempo libre, su tiempo para compartir en familia, su tiempo para disfrutar la vida en comunidad o en solitario, en un recurso económico, en una desesperada carrera retrógrada por contar cada vez con menos ocio, cada vez con menos libertad, en una sumisión tal que se asemeja a la más repudiable esclavitud moderna, por unas migajas, por un salario que cada vez lo sume más en la pobreza y lo aleja de sus pares, de sus gustos personales, de su amor propio, en una escena neodantesca de sobrevivencia egoísta, incluso otorgando sus escasos minutos de recreación para alimentar compulsivamente una red social, por pura autosatisfacción narcisista, y sigue fortaleciendo el bucle de entrega de la vida hasta pulverizar aquello que alguna vez fue un ser humano capaz de imaginar más allá de lo posible. Ese ser que ahora putea a un camarada está aniquilando, además de la frágil paz de un hermano, al mínimo poeta que por el sólo hecho de ser humano, en lo más recóndito de sí, se supone que existe. Porque el ser humano es el único animal capaz de adquirir lenguaje complejo y, por extensión, es pasible de poetizar a través de algún tipo de arte o pensamiento filosófico. Es capaz de razonar de manera concreta, pero también abstracta. En el límite de ambas se encuentra la poética. Es decir, si educamos a ese hombre hipotético en materia poética, en otras palabras, en la capacidad para establecer relaciones, razonamientos, pensamientos libres, utilizando las estrategias prácticas de denotación, sugerencias, innovación creativa, que nos permite el campo de la poesía, estaremos educando en valores, de manera significativa, estaremos proveyendo herramientas de alta relevancia cognoscitiva, que posibilitará sus capacidades innatas para analizar problemas, dicotomías, situaciones ambiguas, ejercer una crítica fundada en la capacidad para detectar falacias, incoherencias y propender al ejercicio de la opinión lúcida. En todo esto y más puede colaborar la poesía dentro de la educación formal, en todos los niveles de la enseñanza. Los educadores y habitantes en general deben exigir la incorporación de la Poesía como materia obligatoria en escuelas primarias, secundarias y universidades. Por todo esto, suena a “verso”, como se le llama a una mentira en lunfardo (argot de la Ciudad de Buenos Aires), que la poesía no sirva para nada, como algunos catedráticos se arriesgan a afirmar. La poesía sirvió y sirve para todo, para nombrar al mundo, si nos remontamos al origen de la humanidad, y para establecer esa relación de último momento entre imagen y discurso irónico, en un simple meme que se viraliza para divertirnos unos segundos mientras dejamos fluir la vida a través de esas fibras ópticas que a su vez alguien imaginó (es decir, poetizó) en un esfuerzo por pensar una solución simple a un problema complejo, para lo cual puso todo su intelecto a disposición de un bien común. La poesía no es más que eso, poner la imaginación al servicio de todos y de todas.
Como dice una consigna que hace décadas circula por los barrios de varias ciudades de mi país, y que es la única verdad, porque es la verdad de un pueblo que clama por lo que escasea, indica que los pueblos o las sociedades necesitan “Más poesía y menos policía”. Nunca el pensamiento poético estuvo tan cerca de la realidad. Otro hito, residual si se quiere, de las nuevas tecnologías de control biopolítico.
Nicolás Antonioli nació en Florida, Buenos Aires, Argentina, en 1985. Profesor de Lengua y Literatura, escritor, editor y gestor cultural. Secretario de la Asociación de Poetas Argentinos (2006-2018). Director y fundador de La Juntada-Festival Internacional de Poesía Joven con sede en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (2009-2018). Director de la editorial Baldíos en la Lengua (www.baldiosenlalengua.wordpress.com) (2009 hasta la actualidad). Curador y Coordinador del ciclo de poesía “Visión Quetral” de la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (2021). Coordinador Nacional del Movimiento Poético Mundial (World Poetry Movement) por Argentina (2021 hasta la actualidad).
Libros publicados en poesía: Sentires del alma, 2004; Se necesitan ojos, 2005; Muñecas/maniquí/muñecas, 2009; Mansalvar, 2012; Mano emplumada, 2013; Monólogo alucinado e interminable del sargento Cabral, 2013; Las carnes ayunas, 2017; y Cosmografía marciana o polvo suspendido en un rayo de sol, 2022. Publicó las plaquetas Mandinga, 2011 y Diecinueve, 2018. Antologizado en varias compilaciones de poesía en Argentina, México, Cuba, Colombia, Bolivia, Honduras y España. Además, es autor de otros 8 libros de poesía inéditos.