Poesía para la paz - Pedagogía para una nueva vida
Por:
Oumar Farouk Sesay
Traductor:
Nelson Ríos
Desde el tiempo del imperio romano hasta nuestros días, los militares siempre se han apropiado de la poesía, en orden de inspirar y moldear la mente de los jóvenes, para luchar por la patria e incluso a morir por ella. El poeta y soldado romano Quintus Horatius Flaccus, conocido simplemente como Horacio, escribió en un momento en el que la república romana se convertía en imperio. Sus versos se han convertido en un elemento básico importante en el entrenamiento militar en todo el mundo.
“Dulce et decorum est pro patria mori”, traducido libremente como "Dulce y honroso es morir por la patria", es un verso que ha enviado a muchos jóvenes prematuramente a sus tumbas, como lo describe la novela Sin novedad en el frente, de Erich María Remarque, en la que la exageración de la dulzura de morir por la patria, envía a morir a jóvenes que no tienen enemistades entre sí, una muerte innecesaria en las trincheras de la primera guerra mundial.
La especie humana es el único ser viviente conocido que arriesga la vida por la gloria, y el camino para redirigir el espíritu humano hacia la búsqueda insaciable de la gloria está sembrado de líneas poéticas. Los himnos nacionales de los países se escriben tan poéticamente para elevar el espíritu humano a aspirar a defender el himno y la bandera con la sangre de sus patriotas. Así también, el epigrama y el preámbulo de las constituciones se representan poéticamente para inspirar explícitamente el amor a la patria, e implícitamente alimentar el deseo de morir por ella.
Los militares usan la poesía para justificar la guerra y glorificar la muerte por la patria. El príncipe Harry, en su último libro, En la sombra, escribe así acerca del papel de la poesía en el entrenamiento militar:
“Fue sorprendente cuánto de nuestro primer entrenamiento fue intercalado, fermentado con poesía. La gloria de morir, la belleza de morir, la necesidad de morir, estos conceptos fueron machacados dentro de nuestras cabezas, junto con las habilidades para evitar morir”.
La mentira incrustada en la glorificación de la muerte, fue expuesta hasta ahora por el compatriota del príncipe Harry, Wilfred Owen, un soldado y poeta que murió en la Primera Guerra Mundial, y su poema publicado póstumamente captura el engaño de ser atraído a morir por la patria;
“Si en algún sueño sofocante pudieras también seguir a pie
La carreta donde lo arrojamos
Y ver cómo se retorcían sus ojos blancos,
Una cara colgante, como un diablo harto del pecado;
Si pudieras oír, a cada tumbo, la sangre
Vomitada por pulmones de espuma corrompidos,
Obsceno como el cáncer, amargo como pus
De viles llagas incurables en lenguas inocentes,–
Amigo mío, no les contarías con tanto entusiasmo
A los niños que arden ansiosos de gloria
Aquella antigua mentira: Dulce et decorum est
Pro patria mori”
La poesía podría rescatarse de las trincheras de la guerra y reutilizarse para servir a un bien mayor.
Mathew Arnold una vez definió la poesía como “La forma más hermosa, impresionante y ampliamente efectiva de decir las cosas”. Si la poesía pudo usarse durante siglos para librar guerras justas e injustas, es apta para usarse como herramienta pedagógica para cambiar el arco de la historia humana hacia una paz duradera.
La literatura ha estado siempre en una constante búsqueda de libertad; donde está ausente, la literatura la imagina e inspira a la gente a aspirar a la libertad. También calibra la mente humana para luchar por la libertad, la paz y la justicia. La reciente prohibición de libros de literatura en escuelas, en lugares como Estados Unidos, un país que se supone que es el bastión de la libertad, es motivo de preocupación. Ya es hora de que los poetas del mundo griten un no rotundo contra el retroceso hacia una época que vio la cremación de libros y almas por parte de los tiranos.
La poesía, el lenguaje del alma, debe ser animada a cruzar la división y sanar el mundo. El surgimiento de ideologías populistas y nacionalismos nacientes en medio de desafíos globales, está empujando al mundo nuevamente al borde del abismo. Las ideologías Brexit y América Primero, están ganando apoyo incluso durante una pandemia mundial que requiere de la cooperación internacional. La infraestructura creada después de la Segunda Guerra Mundial para gestionar la paz global, está atada y el lenguaje de la diplomacia está pereciendo gradualmente. La poesía podría ser la última frontera que dé base al lenguaje de la diplomacia, para restaurar el orden mundial. El mundo está recurriendo poco a poco al uso de la violencia como discurso político. Como sugirió una vez Bruno Bettelheim, “La violencia es el comportamiento de alguien incapaz de imaginar otras soluciones al problema en cuestión”. La poesía habita en la imaginación, del tipo de lo que se asoma a lo desconocido para crear una nueva realidad imaginada. Según Samuel Johnson, la poesía es “El arte de unir el placer con la verdad, llamando a la imaginación en ayuda de la razón”. Ya es hora de que llamemos a la poesía para que intervenga, como los estadistas que apelaron a la poesía para construir ejércitos fuertes. Los humanos somos una especie que cuenta historias, y los poetas están a la vanguardia de la creación de historias. Wole Soyinka narró la gran epopeya de Sondiata Keita y Soumare Kante lo hizo en su libro La carga de la memoria. Un gran conflicto que enfrentó a dos grandes guerreros y cómo el poder místico del balafón fue integral para traer la paz. La poesía también es fundamental para mantener la paz y el orden entre los somalíes, a los que a veces se hace referencia como una nación de poetas. Los proverbios africanos utilizados para mitigar los conflictos, infunden un lenguaje imaginativo y poético para involucrar las mentes.
Estoy de acuerdo con John Paul Lederach, un gurú de la construcción de paz, cuando argumenta en su libro, El desarrollo poético del espíritu humano, que necesitamos un tipo diferente de respuesta para detener el círculo de violencia que consume al mundo.
“Necesitamos nuevos ojos. Necesitamos ojos que observen los misterios ocultos bajo las realidades visibles”. Él continúa el argumento en otro libro que escribió junto con su hija; Cuando la sangre y los huesos claman, así “He llegado a creer más firmemente que necesitamos los ojos de musas y místicos, poetas y artesanos, dadores de luz, poseedores de las llaves del guardarropa y quizá del sueño global”. Esta creencia suya condujo a la conferencia sobre la compasión humana en el centro Kroc, en Michigan en 2014, a la que asistí con otros artistas y científicos eminentes. En efecto, el Movimiento Poético Mundial (WPM), no será una voz solitaria en la búsqueda de nuevos ojos a través de las musas para abordar los desafíos de la vejez de un mundo de conflicto eterno.
World Poetry Movement sabe demasiado bien que el negocio de las palabras en prosa es afirmar. Sin embargo, en poesía, la función de la palabra es tanto afirmar como sugerir nuevas perspectivas de imaginación y medios de comunicación para marcar el comienzo de un mundo mejor a través de la poesía.
Oumar Farouk Sesay nació en Sierra Leona en 1960. Es poeta, dramaturgo, novelista, cuentista, profesor universitario y periodista. Él considera que los poetas juegan un papel clave en la restauración de la democracia en los países sumidos en hondos conflictos producidos por el colonialismo y su poder devastador. Poemas suyos han aparecido en antologías de poetas de Sierra Leona, entre ellas Piojos en la melena del león; Canciones que vierten el corazón, y Kalashnikovs en el sol. Sesay considera que la guerra es una forma de destrucción, que arrastra todo a la nada; mientras que la poesía es una expresión de la creación, que manifiesta una necesidad de renovación. En estos casos, “resulta curioso el hecho de que la creatividad surja cuando la mente está completamente desolada, aplacada por las imágenes de la guerra”. Algunos de sus libros publicados: Los restos de un campesino, 2007; El borde un grito, 2015, Paisaje de recuerdos, 2015, y Metáfora rota, 2017.