“Yo sólo existo donde mis palabras toman vuelo”
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Por: Sonja Galler
Entrevista con el autor kurdo Bachtyar Ali. 16.02.2018
En tu ensayo “El mito de la Europa del paraíso”, escribes que “la memoria permanece en el lugar donde nació”. Tú naciste en el Kurdistán iraquí, en 1966. ¿Sigue siendo Kurdistán la cuna de tu memoria, de tu creatividad artística?
Bachtyar Ali: Nuestra memoria puede torturarnos y enfermarnos. Escribir me ayuda a despersonalizar mis recuerdos hasta cierto punto y a tratarlos más como las experiencias generales de toda una generación. En términos de contenido temático, me he quedado en el Oriente y en Kurdistán, no sólo porque Oriente nos proporciona un potente material literario, sino porque la gente allí está en peligro: el extremismo y el odio político han destruido esta parte del mundo. Nosotros, escritores e intelectuales, estamos llamados a contrarrestar esta tendencia.
En el mismo ensayo, escribes sobre el poder productivo de escapar. ¿Cómo puedes aprovechar ese poder artísticamente?
Ali: Escapar nos ayuda a cuestionar nuestro orden mundial “normal” y a ver una partición nacionalista del mundo –que aún prevalece a pesar de la globalización– como inhumana. Escapar puede ser una buena razón para liberarnos cada vez más del nacionalismo. Nos ayuda a crear una visión del mundo nueva y universal, una visión del mundo que no tiene nada que ver con la globalización en el sentido económico. Básicamente, el arte no puede separarse del escapar, porque el arte en sí mismo es una forma de escape. Sólo en el arte pueden encarnarse estos valores universales, que nacieron del escape.
Tuviste que abandonar Kurdistán en los años 90. ¿Por qué te fuiste y qué sientes hoy por Kurdistán?
Ali: Yo era el editor de la revista filosófica Azadi (Libertad). Mis actividades como periodista y autor enfurecieron a muchos políticos. En 1994, estalló una sangrienta guerra civil en el norte de Irak (el birakuji, un conflicto violento entre partidos kurdos rivales en el Kurdistán iraquí en los años 90). Mis amigos y yo en la revista estábamos bajo una enorme presión. Regularmente recibíamos amenazas de diferentes partes; no podíamos quedarnos más en el país. Admiro la fuerza de voluntad y la perseverancia de la gente en Kurdistán. Estas características han ayudado a las personas a sobrevivir en los momentos más atroces. Desprecio a todos los políticos, pero aún tengo un gran respeto por la gente de allí.
¿Qué te hizo empezar a escribir?
Ali: Escribo para traspasar los límites de la realidad. Escribo para liberar el significado de la libertad de las ilusiones políticas. Sentirse libre y luchar por esa libertad sin llegar a ser políticamente activo, siempre ha sido un objetivo de mi trabajo como escritor.
Vives en Alemania desde hace más de 20 años. No obstante, no fue hasta 2016 que una de tus novelas fue traducida al alemán. Antes de eso, ¿sabían las personas que te conocieron en Alemania que eras artista?
Ali: Los kurdos me conocen desde 1992. Pero hasta hace poco, nunca pude presentarme aquí en Alemania como escritor. Los músicos o pintores pueden demostrar en cualquier lugar y en cualquier momento que son artistas. Pero como escritor, sólo existo donde mis palabras viven, respiran y vuelan. Estoy solamente allí donde resuena mi lengua. Mi idioma no es mi nacionalidad, es el requisito previo para mi existencia como autor.
Para los kurdos de Irak, Siria y Turquía, eres un escritor muy respetado. ¿Crees que los lectores kurdos y alemanes leen de forma diferente?
Ali: Los lectores kurdos generalmente interpretan los textos de manera política. Dependiendo de la orientación política del escritor, se le considera el diablo o un profeta. Eso me molesta mucho, porque un texto debería leerse sin prejuicios políticos. Por su parte, algunos lectores europeos no pueden liberarse de la imagen de Las mil y una noches. La cultura oriental se reduce a menudo a dos dimensiones, Las mil y una noches y el islamismo, y eso no tiene nada que ver con la realidad. Lamentablemente, muchos lectores occidentales saben muy poco sobre Oriente y su historia. La falta de información siempre es peligrosa y dificulta la comunicación.
Sus dos novelas vertidas al alemán fueron traducidas por un equipo de dos traductores. ¿Cómo surgió eso?
Ali: Para Peshawa Fatah y Rawez Salim, traducir mis textos fue una gran pasión: un espíritu de perseverancia, un espíritu de esfuerzo inagotable está en la raíz de este proceso. Ninguno de los dos abrigaba ninguna esperanza de que la traducción fuera publicada alguna vez y, sin embargo, trabajaron incansablemente en ella. En la segunda fase se unieron Ute Cantera-Lang y Hans-Ulrich Müller-Schwefe. Ellos hicieron todo el trabajo editorial. Estas traducciones nacieron de una creencia y un profundo amor por la literatura.