La IA es material

Por:
Yang Ermin
Traductor:
Carlos Flórez
No dejemos que la ciencia erosione nuestro hogar espiritual, o será un terrible fin del mundo
En homenaje al 35º Festival Internacional de Poesía de Medellín
En un vuelo a Roma, tuve una repentina epifanía: el avión es un invento realmente magnífico. Comparado con el frenesí actual en torno a la IA — inteligencia artificial— es infinitamente superior. Tengo razones para decirlo. Aunque los humanos inventaron los aviones, sus funciones superan las capacidades humanas. Imaginen viajar de Pekín a Roma sin aviones; un viaje así sería inimaginable para la mayoría de nosotros.
Ahora, dirijamos nuestra mirada a la IA. Todo lo que logra, nuestras propias manos ya lo pueden hacer, sólo que de forma más lenta y quizá con menos eficiencia. En las últimas décadas, en especial recientemente, los científicos parecen empeñados en desdibujar las fronteras entre humanos y máquinas. Las máquinas, claramente máquinas, se presentan cada vez más como si fueran humanas, lo que confunde la percepción y desperdicia recursos.
¿Por qué? Los científicos deberían mantener firmemente la frontera entre humanos y máquinas, ya que la confusión nos perjudica profundamente. Las computadoras son mejores en cálculo, precisamente porque son máquinas, y los humanos han creado máquinas mucho más potentes, desde la máquina de vapor. Desde que se inventaron las máquinas, han superado a los humanos en ciertas tareas; precisamente por eso se llaman máquinas.
La IA es material, y de hecho magnífica —una gran herramienta—. Pero cuando alguien intenta usarla para reemplazar el cerebro humano para escribir poesía, por ejemplo, las palabras resultantes son insípidas, como cera en la boca. El arte requiere un latido; requiere humanidad.
Hace mucho, los científicos desarrollaron alimento para pollos. Los pollos alimentados con ese alimento crecían más rápido, pero su carne sabía terrible. La gente suele quejarse de que el pollo y el cerdo actuales tienen un sabor indistinguible, no porque nuestros gustos hayan cambiado, sino porque el alimento artificial ha alterado la esencia de la carne. ¡Demasiada interferencia artificial ha contaminado la naturaleza!
Si empleamos la IA como una herramienta poderosa para buscar, calcular, crear imágenes e incluso curar enfermedades complejas, es realmente maravillosa. Pero la pereza humana nunca debe subestimarse. Desde las máquinas de vapor que sustituyeron a las carretas de bueyes, hasta que las personas ya no llaman a las máquinas por su nombre —primero robots, ahora IA—, las máquinas han adquirido gradualmente una apariencia humana, lo que confunde la comprensión de las personas. Pero lo que ahora llamamos inteligencia artificial, sigue siendo fundamentalmente una máquina ¡una máquina físicamente superior!
Las máquinas son inherentemente físicas, pero los deseos humanos nos conducen a extraviarnos. Incluso después de descubrir que la carne de pollo alimentado artificialmente tiene mal sabor, la gente sigue usándola. Cuando las personas convierten la IA en un productor de espiritualidad, percibo un gran daño de este “alimento” moderno para la humanidad actual. Antes, yo era ajeno a esto. Cuando surgió DeepSeek en Hangzhou, China, me arrastró la ola de la IA; leer textos generados por la IA, y ver imágenes de IA, me pareció increíblemente novedoso. Pero justo cuando mi entusiasmo alcanzó su punto máximo, me invadió una incomodidad extrema hacia esos escritos, imágenes y videos formales e insulsos. Sentí náuseas, después de comer comida podrida.
Esta sensación no era física, sino una violación de mi espíritu. Consumir constantemente la pseudoespiritualidad producida por la IA, nos adormece dejándonos vacíos, incluso suicidas.
Es absolutamente necesario resistir adecuadamente a la intrusión de la ciencia en la poesía y el arte. Los artistas, creadores de productos espirituales, debemos permanecer vigilantes y hacer respetar nuestras fronteras. Permitir que nuestra casa espiritual sea colonizada por la pseudoespiritualidad artificial, nos llevaría a un terrible fin del mundo.
Soy plenamente consciente de que cada vez menos personas prefieren los automóviles de transmisión manual; el avance de la IA es imparable. Como herramienta y fuerza material, alabamos la IA, pero debemos recordar el papel irremplazable de las manos y los pies humanos.
Esto me lleva a imaginar que la sociedad utópica descrita por los filósofos —donde todo se proporciona sin esfuerzo— podría ser en realidad un mundo gobernado por la IA.
Aquí, insto y espero fervientemente a los poetas, en la cúspide de nuestra casa espiritual, a protegerse de la erosión de la ciencia. ¡Mantengámonos vigilantes!
4 de abril de 2025.
YANG Ermin es poeta y artista plástico. Nació en el condado de Quyang, provincia de Hebei. Es doctor en literatura por la Universidad de las Artes de Nanjing. Actualmente es redactor jefe de ArtsBj.cn; investigador de la Academia Nacional de las Artes de China; presidente de la Universidad de las Artes de Nanjing; director del Instituto Chino de Pintura Innovadora con Tinta y Lavado; consultor de la Asociación de Investigación sobre Pintura China de Hebei; profesor visitante de la Universidad de Hebei. También es investigador visitante en el Saint Said Art Center (Estados Unidos); investigador jefe en el Toyo Fine Arts Institute de Japón; presidente del International Planning Commissioner for the Nagoya Art Festival (Japón). También es profesor visitante del curso de la Fundación One Asia en el programa de investigación SIIM de la Universidad Complutense de Madrid (España).