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Poesía, ¡silencio o nada!

Por: Ashur Etwebi
Traductor: Arturo Fuentes

Si el sueño te tomó entre sus brazos, es una gran bendición. Has llegado a ser capaz de distinguir el misil mortal del misil mortal. No creas el humo que se eleva de los edificios. Siempre hay gente levantándose a vivir. Se ríen del carretero y su burro, del panadero manchado de tierra y ceniza, de la niña descalza acariciando a su gato, de la anciana que lava su bufanda con manos temblorosas, del policía parado en medio de algo y que luego mira al cielo, de la monja vendiendo su cruz por un puñado de harina. No les creas a los celulares alzados sobre los cuellos. Están hambrientos de restos y de cabezas aún no enterradas en las calles. No les creas a las tiendas levantadas por hermanos y amigos, porque se incendian pronto. No creas los himnos, las declaraciones, los noticieros, ni la lluvia de verano. No creas tus sueños, pesadillas y deseos. Han puesto tu foto sobre muros y árboles.

¿Ves ese edificio en ruinas? ¿Ves aquel niño que come hierba? ¿Ves la cara del presidente?

¿Ves el dolor ahora? ¿Conoces el dolor ahora?

Aún no estás muerto. Tu mano aún puede arrastrar la carretilla. Gritos silenciosos te persiguen. Te siguen los rostros de todos los que han subido o bajado por este camino.

La muerte sale de tu corazón.  Tu corazón sin más lugar que un río y un mar.

Así que no creas en quien dijo que moriste.

Olas blancas llegan sin apuro, inclinando sus cabezas a reconfortantes olivares. Ruedan continuamente, acercándose a la playa, calmando la ansiedad del viento del poniente, picando el borde de la costa. Cuando sus hombros se tocan, gaviotas y palomas emprenden el vuelo. Durante cincuenta días y cincuenta noches, las olas devuelven el aliento de los niños llevados por la ausencia a la ciudad destrozada. ¡Este es el final de la parte fácil, pero no el final del dolor! Si puedes, pasa con pasos firmes o vuela sin que te vean guardias y drones. Esta es una piedra que reside al inicio del camino; mírala, ¿qué ves? ¿Cómo se percibe una piedra? El ojo no es tu instrumento, sino el corazón. Este gesto es de la nieta, y aquí hay un hombre digno corriendo hacia ella con las manos extendidas. Inhala la fragancia de serenidad de su túnica y cierra los ojos por completo. ¡Es como si el dique hubiera sido atravesado por las manos de un profeta!

Por años he intentado diseccionar el dolor, partirlo a la mitad, pero no encuentro más que gemidos tristes en muchas lenguas, y momentos sin sol ni luna. El tiempo profundiza y agranda la herida, haciéndola más dolorosa. El barco de los oprimidos navega desde la orilla de la fragilidad hacia uno de dos destinos: la orilla de la humillación o la orilla de la dignidad.

¡Benditos los perseverantes en una ciudad devastada por el odio ciego!

¡Bendita la alegría de robar tiempo a los gases de las bombas y de los fogones!

¡Bendita la infancia que ha madurado sin ser destruida!

¡Bienaventurados los luchadores que dijeron no!

¡Bendita sea Gaza, pueblo de Gaza, piedras y mar de Gaza!

¿Gaza tuvo que cargar con las cuerdas del chelo cortadas en Washington?

El olor a sal se pasa la vida buscando su hogar. Su hogar no es el mar.

Última actualización: 09/01/2025