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El papel de la poesía frente a la violencia de género

Por: Marisol Bohórquez Godoy

La violencia de género sigue abriendo heridas profundas en nuestra sociedad. Es una realidad que niega a millones de mujeres su dignidad y su derecho a vivir en un ambiente seguro. En Colombia, las cifras son escalofriantes: según el Instituto Nacional de Medicina legal y ciencias forenses en 2022 se registraron 10.178 casos de violencia sexual, siendo el 88% de las víctimas población femenina, mientras que el Observatorio de Feminicidios reportó más de 1200 casos en los últimos años. Pero ¿cómo hemos llegado a este punto? ¿Qué nos dice esto sobre la humanidad y sobre la forma en la que construimos nuestras relaciones? El problema no es solo un problema individual, es un síntoma de una sociedad enferma que sigue luchando por entender el significado real de la igualdad y elige siempre el camino incorrecto. A pesar de que en Colombia existen leyes para proteger a las mujeres, el sistema de justicia continúa teniendo muchas fallas. Entonces nos preguntamos si la ley es suficiente cuando las raíces de la violencia están en las mismas estructuras de poder que las sostienen. ¿Cómo podemos cambiar una cultura que continúa perpetuando el silencio y el miedo?

Marta llamas, antropóloga y activista mexicana, nos invita a cuestionar la construcción social de lo que significa ser mujer y cómo afecta esa construcción nuestras expectativas, nuestros sueños, nuestras vidas. Si lo pensamos bien, todo acto de violencia constituye a su vez un acto de control, una manera de decirle a las mujeres cuál es el lugar que “deberían” ocupar. Esto se ha visto alimentado desde la antigüedad cuando se crearon los roles para privilegiar al varón y poner a la mujer en condiciones de inferioridad. Desde luego, y muy desafortunadamente, las religiones han tenido mucho que ver en ello. A la mujer se ha devaluado no solo a nivel físico sino intelectual y de otras índoles. Se quiera ver o no, la violencia, en todas sus formas, es una manifestación de la lucha por el poder.

 

La poesía como un grito y un escudo

A pesar de siglos de sufrimiento para las mujeres, la poesía ha sido desde tiempos antiguos un gran refugio para ellas; un espacio donde la palabra escrita puede expresar lo que a menudo es imposible decir abiertamente. ¿Pero qué hace que la poesía sea tan poderosa en el contexto de la violencia de género? Tal vez su capacidad de dar forma al dolor, de transformar la desesperación en algo que puede ser compartido. Un claro ejemplo de esto es el libro Lo que no tiene nombre, de la reconocida escritora piedad Bonet, donde ella nos muestra cómo el dolor ante la pérdida de un ser querido puede convertirse en una reflexión profunda sobre la condición humana. ¿Es posible encontrar sentido en medio de tanto sufrimiento? ¿Puede la poesía ofrecer una forma de redención? Para muchas mujeres, la respuesta es sí. A través de sus versos, encuentran una voz que les ha sido arrebatada. Y es que el acto de escribir es un acto de valentía y, especialmente, para aquellas que han sido silenciadas. La poesía permite a las mujeres reclamar su historia y reconstruir su identidad desde los pedazos que les queda.

Iniciativas como el Proyecto de Poesía para Mujeres Víctimas de la Violencia muestran cómo el arte puede ser una herramienta de sanación. ¿Cómo el acto de escribir transforma el sufrimiento en arte? La respuesta no es simple, pero lo que es claro es que la poesía abre una puerta hacia la catarsis, permitiendo que el dolor se exprese y, de algún modo, pueda ser aliviado.

 

Un llamado al cambio

La poesía no solo ofrece consuelo, también tiene el poder de movilizar, de cuestionar y por consiguiente lograr la transformación del pensamiento y de la acción. ¿Qué ocurre en nuestra sociedad que nos hace recurrir a la poesía para denunciar injusticias? ¿Por qué es necesaria una lucha para que las voces de las mujeres sean escuchadas? La poesía nos pone de frente a estos interrogantes vitales, nos obliga a reflexionar sobre nuestras propias complicidades, y a cuestionar las normas que perpetúan la violencia. Y ahí es cuando la iniciativa "Ni una menos" ha demostrado que la poesía puede ser una herramienta poderosa de movilización social, pues han sido las escritoras de muchos países, precisamente, las primeras en ser voceras de esta causa, Ya sea a través de marchas, de publicaciones en las redes sociales, o mediante recitales de poesía. Entonces

¿puede un poema cambiar el mundo? Tal vez no de inmediato, pero puede cambiar corazones y abrir mentes. Y ese es el primer paso hacia un cambio más grande, hacia una sociedad donde la

violencia de género no encuentre su lugar. Parece utópico si se piensa, pero puede ser posible, sí y solo sí, existe el esfuerzo colectivo.

En conclusión, la violencia de género es una de las realidades más persistentes de nuestro tiempo, pero  la  poesía  ofrece  un  cambio  hacia  la  esperanza;  es  nuestro  faro  de  luz. Nos invita a reflexionar, a sentir, a actuar. ¿Qué tipo de sociedad queremos ser? ¿Cómo podemos construir un mundo donde todas las mujeres vivan sin miedo? Nos corresponde a todos luchar por hacer la diferencia, nos corresponde alzar la voz bien alto y no ser parte de la máquina del mal, ni bajar la cabeza y defender al monstruo.


Referencias bibliográficas

  • Bonnett, P. (2011). Lo que no tiene nombre. Editorial Planeta.
  • Butler, J. (2004). Deshacer el género. Ediciones Cátedra.
  • Lamas, M. (2019). La construcción social de la violencia de género. Editorial Siglo XXI.
  • Miller, A. (1997). El drama del niño dotado. Editorial Amorrortu.
  • Restrepo, L. (2017). La historia de un amor. Editorial Alfaguara.
  • Segato, R. L. (2013). Las estructuras elementales de la violencia. Editorial Prometeo.
  • Vázquez, M. J. (2018). Eres lo que callas. Editorial Planeta.

Referencias webgráficas

  • Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses (INMLCF). (2022). Informe sobre violencia sexual en Colombia. Recuperado de www.medicinalegal.gov.co
  • Observatorio de Feminicidios. (2022). Informe anual sobre feminicidios en Colombia. Recuperado de www.observatoriofeminicidios.org

Marisol Bohórquez nació en Santa María, Huila, Colombia, el 14 de mayo de 1982. Poeta y traductora literaria colombo-estadounidense, cuenta con formación en Ingeniería Industrial y una maestría en Estudios Avanzados en Literatura Española e Hispanoamericana de la Universidad de Barcelona, donde investigó la relación entre las matemáticas y la poesía. Es autora de La soledad de los espejos, 2016; Effetto Farfalla-Efecto mariposa, 2017, y La forma del vacío, 2019, libro con el cual fue finalista en el Premio Internacional de Literatura «Europa In Versi» 2020.

La obra poética de Bohórquez Godoy ha sido traducida en su totalidad al italiano, y parcialmente al inglés, francés, albanés, y griego. Sus poemas han sido publicados en diversas antologías y revistas tanto nacionales como internacionales. Como traductora, ha llevado al español la obra de más de cien poetas italianos contemporáneos, incluyendo Elogio dell’indeterminazione y Fuoco nascosto de Gianni Darconza, Terre sospese de Elizabeth Grech y Estate corsara de Alessandra Corbetta, entre otros. Su antología Cuaderno de traducción: veinte voces de la poesía italiana contemporánea 1949-2001 (Anverso, 2021) reúne una parte de sus traducciones de poetas italianos. Actualmente reside en Estados Unidos y dirige la revista de poesía Vuela Palabra (www.vuelapalabra.com), un espacio dedicado a la promoción del arte y la poesía en lengua española.

Última actualización: 04/04/2025