José Acosta, República Dominicana
Por: José Acosta
El universo resuena como llovizna
El universo resuena como llovizna
sobre el agua,
imperceptible como el susurro de un árbol al crecer.
Estamos encerrados en una dimensión oscura;
la noche es la sombra de una pared lejana;
Dios vive del otro lado.
No te has preguntado ¿a quién le ladran
los perros?
¿Qué ven que tú no puedes descubrir con tu linterna?
Es al sonido de la eternidad,
al espacio que tú sólo conoces en sueños
y crees irreal.
Es a él mismo a quien el perro le ladra,
al ladrido que rebota al colisionar con la noche
y regresa irreconocible.
Es a ti a quien le ladran los perros,
a tu presencia que por tus pensamientos se desborda
llenando la Tierra de murmullos.
Yo soy el testigo de este espacio
1
Yo soy el testigo de este espacio que Dios aún no ha invadido. De esta tierra hecha de la sombra del aire, donde vienen perdidas mariposas arrastrando burbujas de tiempo helado, que estallan, dispersando sus garras verdes por las paredes de los sueños. Busco al que soy en este jardín de huecos. Llamo y mi grito envejece echando sombra. La oscuridad levanta su ciudad entrelazada con el fuego. Todo arde y veo este planeta remoto reflejado en la luna.
2
Tal vez tú no recuerdes que eres el que soy, que del otro lado fui tú mismo pero ahora vago por las calles perdido sin saber dónde estás. Ven a este parque a encontrarte contigo como antes de nacer. La oscuridad me devora y temo no hallarte jamás.
7
Siempre escribí con miedo, como si estuviera frente a Dios, como si intuyera que nada me sucedió en realidad, porque nunca escapé más allá de mi cuerpo.
Testigo fui de mi paso por el tiempo y supe por mi sombra que estaba de pie sobre este mundo. Y no fui agua, ni luz, ni pensamiento; fui algo entreabriendo la oscuridad con el temor del que está frente a Dios, o frente a sí mismo, y no se ve.
8
Quizás, oh Dios, Tú sólo hablas con las cosas muertas. Que he de esperar hasta morir para charlar contigo. Quizás las piedras de mi jardín te entiendan. Tal vez el río corre tu voz sobre la tierra, y solo esté yo con esta rosa, en silencio, esperando...
Perdóname si no logré el rostro que deseé que vieras. Perdóname por querer ser eso que dejé en aquel niño. Es que me siento perdido, de este lado del cielo.
El relámpago
El relámpago nace y no tiene tiempo
de recordarse a sí mismo.
Rasga el rostro del cielo, y no llega a comprender
que es la única herida de la nada.
¡Quién pudiera escalar
su esquelética forma de raíz
para mirar por sus rendijas
el escondite de Dios!
Enciendo un fósforo
Enciendo un fósforo y nace mi mano.
Sobre el fondo una moneda flota o quizá
la redondez luminosa del ojo de un gato.
Hago ascender mi mirada arañando las tinieblas
y se hace libre allá, a lo lejos, en la cima
de todos los quejidos.
Es que estás a mi lado y aún no lo sabía
es que viajan en mí todos los pueblos
y ahora, precisamente, llaman a mi puerta.
Enciendo un fósforo y nace
tu cuerpo tejido con la noche.
Todo está tan cerca a veces, a un frágil dolor
de distancia
pero en verdad tememos horriblemente
saberlo.
Antes de la luz
Me atormenta sobremanera esta casa tan oscura
y más, el que no esté en mi destino encenderle
una lámpara.
He intentado arrojarle luciérnagas a sus espejos,
guiar el alba hasta sus ventanas,
atarla a otro horizonte fuera de la noche.
Pero todo es trunco, vano...
Rotos mis dedos buscan a tientas
algún rincón favorable para el fuego
alguna puerta posible para el día
o esa luz
de la que está hecha la tiniebla.
Temo que esta casa ya no exista
cuando se ilumine en el mundo
la existencia.
José Acosta (Santiago de los Caballeros, República Dominicana, 1964). Poeta, escritor y agrónomo, reportero de El Diario /La Prensa. Su primer libro, Territorios extraños, ganó el Premio Nacional de Poesía de su país en 1993. Con su libro de poemas En el secreto llamado, recibió la primera mención de honor del Concurso Internacional La Porte des Poétes, en París, 1994. En 1994 recibió el Premio al Comunicador del Año, Renglón Poesía, de la Unión de Comunicadores Católicos, en la República Dominicana. En 1998 gana la Mención de Poesía de la Bienal Latinoamericana de Literatura José Rafael Pocaterra, en Valencia, Venezuela. Con Destrucciones obtuvo el Premio Internacional de Poesía Odón Betanzos Palacios de Nueva York, en 1998. En 2000, por El efecto dominó -cuentos- recibió el Premio Nacional Universidad Central del Este. En 2005, ganó los premios nacionales de novela y cuento que otorga anualmente Secretaría de Estado de Cultura de República Dominicana. En 1999, el gobierno dominicano reunió su obra poética en la Colección Fin de Siglo. Otors libros de poesía son: Catequesis del íncubo, Accésit premio de poesía en el concurso de Casa de Teatro, 2000; El evangelio según la Muerte, Premio Internacional de Poesía Nicolás Guillén, México: Editora Nave de Papel, 2003; Viaje al día venidero, Premio Nacional de Poesía “Salomé Ureña de Henríquez”, República Dominicana. Santo Domingo: Editora Nacional, 2015; En el futuro llueve, Accésit premio de poesía en el concurso de Casa de Teatro, 2000. Techo de papel editores, 2018; La Tercera Avenida me odia, Accésit premio de poesía en el concurso de Casa de Teatro, 2000.