Pedro Granados (Perú)
Por: Pedro Granados
En medio del ruido
En medio del ruido. En medio de las imágenes
asociadas a estos ruidos. Imágenes que empapelan
poco a poco esta soledad. Imágenes de mis
semejantes de esta hora: negros, latinos, gringos
pobres que acuden a su laundry dominical en
Pawtucket. Imágenes asociadas a mis semejantes -
para los ojos de unos y de otros-, imágenes de
panteras, de ovejas, de anfibios, de ángeles
anónimos. En medio del ruido. Entre la voracidad
de los tragamonedas y el vapor de la atmósfera.
Entre la distinta poblacion de ángeles que se
aglomeran a contemplar la escena. Hombres y
ángeles hipnotizados ante las máquinas que giran y
giran sin cesar. Calcetines azules, bragas verdes,
toallas amarillas, sábanas percudidas puertas a
menearse sin tregua. Consumo barato. Carne de
cañón. Astronautas expertos en este vertiginoso
laundry de Pawtucket.
*
Confrontado ante la poesía
y ante mí mismo. Hondos
costados los del mar. Oscuros
sus sobresaltos.
Una herbívora gaviota lo sobrevuela,
me sobrevuela.
Confrontado con mis seres queridos,
con mis queridas amistades.
Haberlos traicionado a todos.
Menos en la desnuda lágrima.
Menos en el deseo incandescente.
Yo soy otro hombre ya.
Alguien que abre puertas
y se marcha. Algún otro que no busqué.
Que vino así y me fue tiñendo
desde los calcetines hasta el gorro.
Alguien que abre su puerta
y se va. Que ya se marcha para siempre.
*
Confrontado ante la poesía
y ante mí mismo. Hondos
costados los del mar. Oscuros
sus sobresaltos.
Una herbívora gaviota lo sobrevuela,
me sobrevuela.
Confrontado con mis seres queridos,
con mis queridas amistades.
Haberlos traicionado a todos.
Menos en la desnuda lágrima.
Menos en el deseo incandescente.
Yo soy otro hombre ya.
Alguien que abre puertas
y se marcha. Algún otro que no busqué.
Que vino así y me fue tiñendo
desde los calcetines hasta el gorro.
Alguien que abre su puerta
y se va. Que ya se marcha para siempre.
*
Contra el secreto
de la interpretación. Lloro.
Hace días. Hace tiempo
que llorar quería.
Tanto tiempo que no entiendo.
Tantas horas que constituyen
ahora mismo mis pasos.
Mi cara de perro asomándose
en cualquier esquina.
Mi hermano Eduardo falleció hace un mes.
Murió como pobre, pero sin deudas.
Murió como pobre, pero sin dudas.
Sus manos no tenían dudas.
Tampoco su voz. Ni su amor.
Mi hermana Elena pagó los gastos
del crematorio. Y Lucy, su viuda,
guarda por nosotros las cenizas.
En todo esto, yo no participé sino
poniéndole los ojos en blanco
a una morena. Chivilla y blanquísima de ojos
mi negra. Igualita a la muerte.
Pedro Granados (Lima, 1955 - ) es un escritor y poeta peruano que ha radicado en Estados Unidos, Europa y el Caribe. Reside actualmente en Perú y es profesor de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ha publicado los libros de poemas: Sin motivo aparente (1978), Juego de manos (1984), Vía expresa (1987), El muro de las memorias (1989) y El fuego que no es el sol (1993); El corazón y la escritura (1996); Lo penúltimo (1998); Desde el más allá (2002); Al filo del reglamento (1985). I Premio Latinoamericano de Poesía Ciudad de Medellín, por Mensiones y dimensiones, 1994.