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Víctor López Rache (Colombia)

Por: Víctor López Rache

Negando el tiempo

Recuerda,
esta piedra fue pájaro
pero en ella ya no existe el ánimo del vuelo.
En cambio en nosotros perdura la dicha que
sentimos
cuando por primera vez nuestros padres se miraron.

Sin reconocer tu rostro de hace miles de años
la rutina del espíritu habrá negado
que aquí está reinando la ausencia del hombre.
Pero con tu regreso la piel vuelve a ser deseo,
tu belleza será balanza de mi cuerpo.
Y nada lo impedirá:
Aquí vivimos desnudos
antes que la dignidad acuñara el amor en monedas.

Ojalá con tu visita
bajo tu piel desaparezca el origen de los caminos
que aún se repiten en las estrellas.

 

 

SIN PELDAÑOS

 

Para admirar el ritmo de tu cuerpo
tomé de espaldas la escalera.

Si tus brazos eran llamas
yo subía un paso;
si tu cintura convocaba la voluptuosidad del movimiento,
subía otro paso
para mirarte en línea recta desde la húmeda luz de tu corona.

Tú bailabas y yo subía
sin advertir que tras mis pasos iban desapareciendo los peldaños.

Y cuando una equivocación de la orquesta te hizo revelar
que ningún pie de bailarina resiste el peso de las ilusiones
quise regresar a darte aire;
pero la desaparición de la escalera
ya había extendido el vacío entre tu imagen y mi cuerpo.

 

HE SOBREVIVIDO A

He sobrevivido a ensayos atómicos y mis pies aún buscan una armonía distinta a la violencia del eterno movimiento. Negar la felicidad ha sido mi sabia compañía en esta lucha de vivir cerrando puertas. En sagrados templos rocé una mutación de alas, pero el Robot de la Inteligencia me inculpó el desenfreno voluptuoso de los primogénitos del cruce de androides y de hadas; el juicio aún conmueve las lógicas de la fantástica. Anduve ilegal en laberintos de guerreros y crepúsculos repetidos desde el ciego que inventó el viaje hasta el gran narcisista de los invidentes. Mientras en un sanatorio de optimistas extraviaba la línea recta pude reírme de versos en equilibrio y soledades trascendentes. Los siglos de alabanzas a la miseria perturbaron mi búsqueda de un tiempo sin crímenes y filósofos. Después de padecer los caprichos de las sensibilidades obedientes a los verdugos me sumergí en una ciudad ajena a la peste de los ecólatras y en el instante de la horca salí ileso de la parcialidad infrahumana de la naturaleza.

 

AVENIDA DE LAS IMÁGENES

Los ecos de tu adiós en los desequilibrios del puente
guían mis pasos en direcciones perseguidas

Y ya he recorrido los números negativos
y los alfabetos proscritos

Pero amor
si en la huida logras cruzar el aire del soplo original
sigue retrocediendo                                              

Las huellas de Dios nunca se ajustaron a mis pies
y antes de borrarse en el misterio
La Avenida de nuestros sueños dejó de repetirse en la tierra

 

 

LA RUEDA

Llevamos años padeciendo el artificio de esta rueda.
Al levantar el pie
absorbe la planicie en círculos concéntricos;
el aire es otro enemigo de nuestras fuerzas.
La promesa de partir
sojuzga nuestro oído a la quietud;
no podemos distraernos con el árbol que agita las aves en el sueño.
Es una inspiración sentirnos vivos;
su eje tiene nuestros huesos como caja de resonancia
y perpetuamente finge
agilizar el camino hacia la nada.
Quién pudiera hacer algo distinto
a disimular el mareo sobre una rueda
que ni siquiera para hundirnos en su vértigo nos permite movernos.


Víctor López Rache nació en Toca, Boyacá, Colombia, en 1959. Abandonó la carrera de Economía para dedicarse al estudio y la creación literaria. Obras: Sin espejos, Premio Nacional de Poesía Imaginación para un nuevo milenio, 2000. La casa, premio nacional de poesía Ciudad de Bogotá, 1992. La balanza de los sueños (selección personal, 2006). Otra orilla de luz, 1985. Obtuvo en 1990 el premio de poesía Universidad Externado de Colombia. Poemas suyos han sido incluidos en distintas antologías. Ha sido comentarista de libros, escribe ensayo y su trabajo habitual es en prosa. Al decir de Gabriel Arturo Castro, con Víctor López Rache asistimos al juego de una poesía vehemente y grave, donde la creación, como lo pensó alguna vez Breton, deja de ser un acto puramente literario para transformarse en un medio de explorar los mundos y dar lugar a uno de ellos, habitado mediante una fuerza propia que hace de la obra algo distinto, novedoso y original. En este universo perdura la duda sobre la certeza, los interrogantes sucesivos que cuestionan la existencia vacilante, mutante, imprecisa y en agónico movimiento. (...) Una poesía o un actitud poética que sólo puede aprehenderse de modo interrogativo, gracias a la posición escéptica e incrédula frente al ser, a su devenir. Se cuestiona el artificio del tiempo, el exilio tomado como una fábula, la tradición, la vanidad de los muertos, la condenación del hombre por el poder, la huida de la realidad, el llanto de la guerra, la refutación de lo cronológico, la duda del espacio y la reiteración del laberinto cuyo centro es el vacío. (...) Su ritmo es pausado, sus frases largas hipnotizan, desafían al lector tras la adivinanza, la sugerencia y el imposible fascinante, haciendo del poema un sendero que conserva sentidos secretos y una razón poética, metafísica y religiosa, realizada desde la oscuridad de las entrañas

Última actualización: 24/11/2021