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Rogelio Echavarría (Colombia)

Fotografía tomada de la revista Semana

Por: Rogelio Echavarría

Contravía

El río de mi vida corre al revés
o yo voy a contrapelo
a la misma velocidad
por eso la playa es siempre la misma
no paso no avanzo
pero si dejo de remar
me lleva la corriente
-el río sabe su camino
aún en la oscuridad-
y me pierdo sin regreso.

 

Paisaje

 

El viento abre las puertas
y la luz las ventanas
y en el patio, la plaza
principal de la casa,
el breve del arriete
madura brevedades.
La esposa teje flores
contra la mala suerte
y su hilo infinito
me aleja de la muerte.

En mi pueblo de nubes
los cohetes retumban
entreipal de la casa,
el breve del arriete
madura brevedades.
La esposa teje flores
contra la mala suerte
y su hilo infinito
me aleja de la muerte.

En mi pueblo de nubes
los cohetes retumban
entre fríos algodones.
¡Es tan vecino el cielo !

El trueno es el recibo
lento al oído alerta
del incrédulo ciego.

Las ranas piden rey
y sol las aves
y los molinos hacen aspa-vientos.

La noble tierra te devuelve dulces
frutas por el estiércol
que le arrojas
y flores vivas en el pozo
de las aguas muertas.

 

A la lluvia

Demonio de la lluvia -látigo de lujuria-
no rompas con tus dientes vidriosos el abrigo
del tibio pecho, lo único tibio del humilde;
no nos traigas el frío de la tan alta nube,
no persigas al perro sin puertas con tus piedras,
no rompas el pulmón del obrero que canta
siguiendo el pie descalzo de sus hijos sin cielo,
no mancilles las barbas secas del pordiosero,
no llegues hasta donde no pueden evitarte.
Deja tu voz pluvial para el cultivo de los ríos,
para la faz de las persianas donde hay dueño,
para el paraguas, que es tu flor arcaica.
Demonio-dios, que envidias y que amas
las multitudes y caes ruidoso sobre todos,
disuelve ya a Babel y permite que asome
el sol como un henchido seno de leche pródiga.
 

Pequeño nocturno

La noche
-no hay luna que me lleve de la mano-
me abarca y abre el reino
donde yo seré el solo único.
Todas las cosas
se refugian bajo la tierra.
Allí el agua purga sus pecados
y los muertos abren los ojos.
Los amantes cambian sus cuerpos
y el silencio los hace iguales.
Los pájaros yacen, cansados
de sostener el cielo.

 

El transeúnte

Todas las calles que conozco
son un largo monólogo mío,
llenas de gentes como árboles
batidos por oscura batahola.
O si el sol florece en los balcones
y siembra su calor en el polvo movedizo,
las gentes que hallo son simples piedras
que no sé por qué viven rodando.
Bajo sus ojos —que me miran hostiles
como si yo fuera enemigo de todos no
puedo descubrir una conciencia libre,
de criminal o de artista,
pero sé que todos luchan solos
por lo que buscan todos juntos.
Son un largo gemido
todas las calles que conozco.

 

Polvo

El sol, esta mañana, escancia la humedad de la noche,
las mujeres lavan su cuerpo de la sombra del lecho,
tibieza de los sexos y azúcar del amor.
Las calles amanecen entre rotas ventanas.
Pasan los que recogen la basura
y llevan al olvido cuanto los hombres tocan.
Si las noches fueran más largas
las mujeres se ahorcarían en sus cabellos, llamas oscuras
que multiplican la pesadilla o el espasmo.
Pues esta niña que se asoma al día por el espejo
parece recién salida del paraíso.
Si las noches fueran más largas
el polvo afirmaría su dominio sobre todas las cosas.
Y o siempre duermo con mi única fiel compañera,
que me acaricia el rostro con sus manos de hollín.
El hombre se defiende de la muerte
en la noche, y todas las mañanas
debe luchar contra el puñado de ávida ceniza
que le adelanta a su sepulcro
la vida.

 

Tránsito

¿Qué importa dónde se nace
ni dónde se muere,
si con la muerte regresamos
a la cuna y con el nacer
aseguramos nuestra muerte?
Mas hemos de guardar de lo pasajero el perfume,
ceñirnos la espinada túnica de la rosa
a los hombros, amando la ignorancia
de las cosas que pasan y quedan sin saberlo.

Debemos mirar a cada hombre y llamarlo y tomarlo
de la mano y preguntarle de dónde viene, desde cuándo,
nunca hasta dónde va, porque lo mismo
sabe que yo, que tú, que nadie.

O si lo sabe es un loco como aquel
que creía que lo sabía.
O si canta viendo que los gusanos lo esperan
entre su cuerpo, dejadlo…

Dejadlo que siga cantando, porque está ebrio.
(Desde mi ventana los veo, a los ebrios, a quienes
les crece la barba de pudor y descuido.
Los veo mientras ellos me ven girar como una luna).

O cuando voy por la avenida —yo también entre ellos y
la que fuera niña mía es mujer de quien yo ignoraba,
y la mujer de quien yo ignoraba es mía sin saber por qué…

O en la ventanilla de trenes
que gritan con su pluma de humo;
en los buses, en los ascensores
—savia ciega de la ciudad—,
entre los que leen los periódicos
orgullosos y cabizbajos
y entre poetas que esconden su oscuro telegrama …

¿Qué soy sino —por fin— el que viaja con otros
que no saben de dónde vienen
más que evacuados de una mujer,
ni a dónde van
si no a ocupar el sitio que su sombra señala?


Rogelio Echavarría (Santa Rosa de Osos, 27 de marzo de 1926-Bogotá, D. C., 29 de noviembre de 2017) fue un poeta, periodista y antólogo. Libros de poemas: Edad sin tiempo, ediciones Teoría, 1948, primeros poemas recogidos luego en El Transeúnte; El Transeúnte, Ministerio de Educación, 1964; sucesivas reediciones aumentadas y corregidas: Instituto colombiano de Cultura -Colcultura-, 1977; Fondo cultural cafetero, 1984; Oveja negra, 1985; Colección autores antioqueños, 1992; Universidad de Antioquia, 1994; Norma, 1999; Editorial Universidad de Antioqua, Medellín, 2003; Universidad de Antioquia, 2004; Canciones de un niño triste: primeros poemas 1935-1941, Biblioteca Pública Piloto, 2005. Antologías: Antología didáctica, Editorial Norma, 1969; Versos memorables: las 100 poesías más famosas de Colombia, Planeta, 1989; Lira de amor; antología poética, Planeta, 1990; Los mejores versos a la madre, Círculo de lectores, 1992; Crónicas de otras muertes y otras vidas: selecciones de Sucesos, Editorial Universidad de Antioquia, 1993; Poemas al padre: homenajes y evocaciones de poetas colombianos, Panamericana, 1997; Antología de la poesía colombiana, MinMisterio de Cultura/Áncora Editores, Bogotá, 1998; Poesía irreverente y burlesca, Planeta, 1999; Antología de poemas al hijo, Intermedio editores, 2004. Premios y distinciones: Premio al mejor comentarista bibliográfico, 1978; Miembro de la Academia colombiana de la lengua desde 1990; Beca del Instituto colombiano de cultura, 1993; Premio nacional de poesía por reconocimiento, vida y obra, Universidad de Antioquia, 2003; Homenaje a su vida y obra, Gimnasio Moderno, Bogotá, 2009.

Última actualización: 12/11/2021