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Katerina Anghelaki-Rooke, Grecia

13º Festival Internacional de Poesía de Medellín

Por: Katerina Anghelaki-Rooke
Traductor: Alexander Best, de las traducciones ingleses del griego

EL TRIUNFO DE LA PÉRDIDA CONSTANTE

Nunca seremos
lo que momentáneamente fuimos
pero es un triunfo
esta pérdida constante.
Lo que se salva es únicamente
el silencio de una hoja;
el cuerpo anochece
parejo con el día
hasta el inesperado resplandor
de la noche negra.
Fragmentos de vida
reemplazan los colores
en pequeñas descripciones
de un sueño
pasturajes reemplazan
penumbras de luz
sobre la piel efímera.
Cegada por tanta negrura
yo andaba buscando un dios
y se me dio sólo un dedo
para arañarme yo misma;
ahora triunfo
en mis más ocultas partes
donde la idea
se concibe: aquí
comprendí finalmente

que yo seré la primera en partir.

         

Poemas sobre los angeles (extracto)
 

Los angeles son las putas del cielo;
con sus alas ellos acariciaron psicologías las más raras;
saben los secretos de la egomanía
cuando llaman árbol una hoja y llaman bosque un árbol.
Éso es como nos creó el Dios,” dicen mientras se encorvan.
Y la luz vierte como pelo dorado o la risa.
Y toman al pecho sus gorros
cuando dicen adiós
y entraron a un mundo alternativo – y mejor.
Solo queda un aroma a la pimienta en el alféizar,
y en la lengua hay un sabor de traícion divina.

 

 

Tengo una piedra

Lamo una piedra. Los poros de mi lengua fusionan con los poros de la piedra. Mi lengua se reseca y repta al lado de la piedra que toca el suelo, y donde moho se apega a ella como la sangre. Repentinamente, la saliva fluye de nuevo, humedeciendo la piedra, y la piedra roda dentro de mi boca.

Llamo Edipo esta piedra. Ella es irregular también, con muescas hondas para ojos. Rueda abajo con pies tumefactos. Y cuando está quieta esconde un destino, un reptil, mi misma olvidada.
Llamo Edipo esta piedra. Aunque por si sola no tiene sentido, aún así tiene la forma y el peso de elección. La doy nombre y la lamo.

Hasta el fin de mi cuento.
Hasta que yo entienda lo que significa la variedad, la elección.
Hasta que yo entienda lo que significa el fin.

 

“No llores…Que no tengas miedo…”

“No llores…Que no tengas miedo…”
Somos las voces de amores viejos,
no las voces que cambiaron tu vida
pues llegaste en otras habitaciones donde
venerabas otras estatuas.
No, somos esos pequeños amores
que te hicieron mirar en lo alto,
solo un instante,
con una confianza celeste,
mientras una planta frondosa y rebelde,
o una risita o una ojeada,
te hizo olvidar los pinchos perennes
del tiempo de cactus.
Pequeño amor de este último minuto,
apóyate en un hombro
– fantásticamente mortal –
apóyate en el cenotafio de sueños.


El calor

En el calor de Grecia
nuestros esternones empujaron juntos
y chorreaban de agua.
Bebí tu sudor,
junto con tus besos;
y tu suspiro estuvo en la sombra de las persianas.
Allí, como avanzaba la tarde violenta,
tú también estabas incandescente
con el cabello enredado y las pestañas divinas,
tu risotada refractada por los prismas salados de pasión.
En el clima cálido chisporroteante,
en la quietud total
– la sola sombra sobre nosotros siendo negro como el destino –
el contorno de nuestra existencia
fue una ecuación de insectos.
Agosto supuraba como una llaga abierta,
mientras las cigarras firmes
hacían écoes de las líneas concluyentes del poeta.
Ningún aliento de aire…
La mosca pedante que mancha a todo
se sienta en tu pito – tomando tu savia.
El hombre que vende sandía
pasa con su megáfono.
La tarde está en frente de mis pies,
como una cabeza amputada.

 

El viento-epílogo
 

El viento eleva nuestros pecados en el aire,
girándolos por un rato bien alto de nuestras estrategias idiotas,
pues los deja caerse en la Tierra, de nuevo,
donde florecen.
Recoge las palabras pequeñas aún húmedas
– tú allá, ven acá –
y las coloca en lo más alto de árboles optimistas.
Pues las extiende en el suelo como souvenires secos de nada.
El viento levanta las hojas desgarradas de una novela corta,
y como se elevan, la página de nuestra vida
se vuelve legible, y estará leída algún día
como el significado que nos está dado entero.


Katerina Anghelaki-Rooke nació en Atenas en 1939, falleció enenero 21 de 2020. Poeta, traductora y lectora, estudió literatura y lenguas extranjeras en las universidades de Atenas, Niza y Ginebra. Desde 1963 publicó muchos volúmenes de poesía, incluyendo: El cuerpo es la victoria y la derrota de los sueños, Los escasos papeles de Penélope, Seres y cosas de su propiedad, y más recientemente, From Purple into the Night. Fue premiada con el Premio nacional de poesía en 1985, en 2000 recibió el Premio Kostas y Eleni Ourani de la Academia de Atenas, y en 2014 el Gran Premio Estatal de Literatura por la totalidad de su obra. Su poesía ha sido publicada en al menos once idiomas. en 2000 el Premio Kostas y Eleni Ourani de la Academia de Atenas, y en 2014 recibió el Gran Premio Estatal de Literatura por la totalidad de su obra. Sus poemas reunidos fueron publicados en 1998. Se convirtió en una de las poetas más conocidas y queridas de Grecia. 

Última actualización: 09/02/2022