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Javier Sologuren, Perú

Fotografía de la Universidad de Piura

Por: Javier Sologuren

 

no veo
me transplanto
la boca de una flor
es un volcán hembra
horario y minutero
desfilan tierra adentro
pero yo me hallo en el mar

no veo
bebo
un cielo de revés
un torbellino blanco
estalla entre mis huesos

no veo
sino brazos transparentes
el color apenas mima su crepúsculo

no veo
sino el mar
yo soy el mar

(el ciego mar)

 

Haikús

1.
La tinta en el papel.
El pensamiento
deja su noche.
              

2.
¿Qué canta el agua?
El agua canta el agua
canta el agua canta.
              

3.
Cascada de agua seca,
papel de cielo
iluminado
(Buganvilla)
              

4.
Bailan, ascienden,
ascienden, bailan.
Viejo jardín de fiesta.
(Fucsia)
              

5.
¡Cómo se obstina
la vida en la canción
de la cigarra!
              

6.
Con las penas
mido
la extensión de mi cuarto.
              
7.
Nada dejé en la página
salvo la sombra
de mi inclinada cabeza.
              

8.
No veo el florecer
del naranjo, oigo
subir su canto.
              

9.
En el silencio
del estanque arde
la lámpara votiva.
(Nenúfar)
              

10.
Blanca,
sencillamente blanca,
abierta al blanco espacio.
(Jazmín)
              

11.
Cerrado cielo.
En una callejuela
se rasca un perro.
              

12.
Un día más
y una jornada menos
llevándonos al cero.

 

Árbol que eres un penoso relámpago...

Árbol que eres un penoso relámpago,
viento que arrebatas una ardiente materia,
bosques de rayos entre el agua nocturna;
¿he de decirles que para mí se está forjando
una pesada joya en mi corazón, una hoja
que hiende como una estrella el refugio de la sangre?

Ignoro otra mirada que no sea como un vuelo
reposado y profundo, ignoro otro paso lejano,
ola que fuese más clara que la vida en mi pecho.

Sepan que estoy viviendo, nubes, sepan que canto,
bajo la gloria confusa de la tarde, solitario.

Sepan que estoy viviendo, que me aprieta el cielo,
que mi frente ha de caer como lámpara vacía
a los pies de una estatua que vela tenazmente.

 

Bajo los ojos del amor

Aún eres tú en medio de una incesante cascada
de esmeraldas y de sombras, como una larga
palabra de amor, como una pérdida total.

Aún eres tú quien me tiene a sus pies
como una blanca cadena de relámpagos,
como una estatua en el mar, como una rosa
deshecha en cortos sueños de nieve y sombras,
como un ardiente abrazo de perfumes en el centro del mundo.

Aún eres tú como una rueda de dulces tinieblas
agitándome el corazón con su música profunda,
como una mirada que enciende callados remolinos
bajo las plumas del cielo, como la yerba de oro
de una trémula estrella, como la lluvia en el mar,
como relámpagos furtivos y vientos inmensos en el mar.

En el vacío de un alma donde la nieve descarga
en una ventana hecha con los resonantes emblemas del otoño,
como una aurora en la noche, como un alto puñado de flechas
del más alto silencio aún eres tú, aún es tu reino.

Como un hermoso cuerpo que baña la memoria,
como un hermoso cuerpo sembrado de soledad y mariposas,
como una levantada columna con el tiempo a solas,
como un torso cálido y sonoro, como unos ojos
donde galopa a ciegas mi destino y el canto es fuego,
fuego la constelación que desata en nuestros labios
la gota más pura del fuego del amor y de la noche,
la quemante palabra en que fluye el amor, aún.

                  De Vida continua, 1989


Javier Sologuren nació en Lima, el 19 de enero de 1921, falleció en la misma ciudad, el 21 de mayo de 2004. Fue un poeta, profesor universitario, ensayista, traductor, antologador y editor peruano. Perteneció a la Generación del 50. Como editor de La Rama Florida estimuló la producción poética en Perú. Obra: El morador (1944), Detenimientos (1947), Dédalo dormido (1949), Bajo los ojos del amor (1950), Estancias (1960), La gruta de la sirena (1961), Vida continua (1961), Recinto (1968), Surcando el aire oscuro (1970), Corola parva (1977), Folios del enamorado y la muerte (1980), El amor y los cuerpos (1985), Catorce versos dicen... (1987), Poemas (1988), La hora (1990), Un trino en la ventana vacía (1992), entre otros. Recibío varios reconocimientos como: Premio Nacional de Poesía (1960); Premio Internacional de Literatura Rafael Heliodoro Valle (México, 1983); Palmas y medalla cívica de la Municipalidad de Lima (1986); Premio Internacional de Poesía J. A. Pérez Bonalde (Caracas, 1995); Premio SUNAT "Miguel de Cervantes, recaudador de impuestos" (Lima, 2001).

Última actualización: 05/02/2022