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Ulises Estrella (Ecuador)

Fotografía tomada de El Telégrafo

Por: Ulises Estrella

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Antes de su invento, el cine ya estuvo en nosotros.

Hemos proyectado
hacia dentro
universos de sueño
que la vigilia jamás conocerá.

Visibilidad,
propuso Italo Calvino
para el próximo milenio

pensar con imágenes
huir del vértigo
de lo innumerable,
dejando palabras
en los pozos sin fondo
del nacer
indecible
al morir
indefinible.

Visión intensiva:
poesía posible
del imposible
mundo viviente.

 

Ombligo del mundo

 

ME MUERO de frío y acuesto desnudo
acometo y bato los brazos
desciendo sin parar las cuestas hasta llegar al hogar
donde contengo mis ganas
y aprieto los ojos hasta confundir las imágenes del día
y malo malo malo el juego perdido sobre la tierra
demasiado húmeda
la separación del olor a lluvia sin sentimiento de lluvia,
como tirando un papel desde las nubes y recogiéndole
al filo del mar
como admirando un cabello que se ondula y pierde su peso,
pertúrbame más y encierra mi cabeza en una caja
las espadas de palo improvisadas
cruzándose al filo de los rostros
barriga pegada al hueso,
mastiquemos cartelones
los diarios anuncian suculencias
y además se me infecta la mente con solicitudes:
pueden quedarse así un rato más
ya vienen los técnicos en fotograbado
que sacan magníficos x rayos
sobre vuestra desintegración
y arman folios papelones
hasta cubrir todas las panzas
escudando el vestíbulo de las voces confusas
y los corajes masticados con premura
sobre un libro acerca del cosmos original
de los gastronautas del cabo cañaveral
vagabundos por la calle como almas en pena
los vecinos se quedaron sin ver la ciudad capital
por un paro de transportes
los indios se quedaron sin agua para sus chozas
por bajar a pedir un pan a los señores honorables
los maestros de escuela no van al ministerio
porque no tienen camisa honesta
los alumnos descalzos ni el pintor de brocha gorda
jamás entrarán al reino de la compañía de jesús

ah qué bien el perejil en la sopa y nadando trozos de pan
mientras el frío azota fuera y el tío hace su mueca característica
la tarde estuvo más triste
y el sol hacía manchas al despedirse
después de practicar el montaje a los sauces,
los cultores del espíritu mojando sus dedos
con aceitosa baba
abrieron cuantos libros sagrados fueron necesarios
punta de flecha sus dedos iniciaron la defunción
exósmosis del pulcro idealismo
antes del espectáculo las amas de casa
se justificaron entre sí ante sus hijas y criadas
que pataleaban o tendían camas meadas
de tal o cual marido específico,
lánguida sed lánguido mensurado tormento
los metales brillan al rojo
se afeitan las armas
chasquean las lenguas
arremete arremolina muchacho
un turbante en la garganta
un corcho para que no pase el aire
olor de polilla
oficio sin cesar sin sol
agachando la cabeza
el ruido no afecta mi humilde resistencia
la falta de sueldo no me abate caballeros
pienso con la mano en la frente
que a lo mejor haya o no haya otro mundo

así ha sido
así ha sido queriendo untar con un solo dedo
de un nuevo color espirales y rostros
apoyando el codo y dejando balancear el brazo
para escaparnos por la misma
así ha sido
espiral de callejuelas y pasadizos sin salida
patios secarropas olor sin calcio
piedras que ascendíamos una a una
hasta formar la montaña
de donde mirar curiosos
detrás de la cerca
el cielo vecino nube vecina cruz sin significado
soledad de montaña
los brazos queriendo abrazar el lejano rumor
la lenta vida en la ciudad
el hueco flístero en el cielo
la hondura para que nos despeñemos
y siempre el viento limpiando la piel
obligando a sonreír
arriba cerca del uno
madurando como fruto
listo a terminar su ciclo vital,
algo es el pasado
como un museo corvo de lanzas
muere mi ciudad con mi reino,
el ceremonial del ruido no se celebra adentro sino fuera
en el agudo crujir de los vocablos que enturbian el aire
como goznes de un aparato de mil piezas que no se conocen
que no quieren saberse entre sí aunque se arman
aunque se adosan gelatinosamente a las paredes
con oído atento
con el ceño fruncido mirando por encima de todo
echemos a rodar los silos y humeantes armazones
deteniendo el tránsito y asustando peatones
temor de esquina a esquina
la camarera contempla adormecida su futura complicación
en efecto gente en la plaza
pero el padre posee y luego ahorca a la madre
el despedazamiento empieza
el buen burgués cierra las cortinas

con la uña descascarando las noticias
volviendo atrás
despejando con un tic el moretón
que en la cabeza no deja aguante,
atracaremos a la plenotomía elemental
no del paje sino del pajarón
no del peón sino del pajarraco
que ni siquiera le vemos trepando árboles,
comiendo frutos
engullendo almas ajenas
embarcándose entre vírgenes y gallinas
curas atragantosos o hermanos pellizcarodillas,
detenido mirón
de la aguja que colgando suelta
se interpone al tú de hoy
del ti de tu estómago
de cara vuelta
bizco encerrón a la madre pía original,
rábico collage
el secreteo entre el mirando militar
y el miliciar por fuera del pozo
cerca al desemboque ruidoso
en las calles rejuvenecido imaginero
sin santos de llanto propio,
sin amor ni temor al prójimo
encerrados mirándonos adentro unos a otros
abriéndonos al sol
sin buscar ni querer más padres,
si fuera la piedra la comunicativa
el zig-zag el pensamiento y el precipicio la sangre
la comunidad de impulsos
los ardores
el tiempo como multiplicándose
llenando las cabezas de los fortalecidos
musitando que la tierra luz solar
el humo como el huracán y la selva
se hicieron para construir sin filosofía el mundo del hombre
con las yemas de los dedos
encalleciendo para el labrantío
la mano a trenzar la mano
y vengamos todos a amar como se sabe
bañados de aire puro.

             En Antología poética esencial (2007)

 

Virgen de Quito
 

Anónimos pintores
escultores
entalladores
imagineros
queríamos volar

salir
encima de la cordillera,
con alas
mirar
desde arriba
los grandes escenarios

envueltos en nubes
ver los misterios
subir
subir
hasta el fin

en lo más alto
frente al sol
encontrarnos con la Mujer
espléndida imagen
revestida de luces
acariciando
con mínimos pies
la luna,
en medio del oscuro
queriendo
oír
oler
tocar
más

Mujer
con diez luceros
en su ensortijada cabellera:
cinco de temor
cinco de ilusión,
dejando camino
a la serpiente
boca de dragón
truenos y relámpagos
en rojo de fuego

alas de cóndor
la Mujer
nos fue llevando
a cielo abierto
entre picos
barrancos ríos trasparentes

un tiempo
unos tiempos
y medio tiempo
nos fuimos
a volver
de arriba
descendiendo,
colándonos
en la plaza grande
aspirando
la respiración de todos
lenta letanía
vapor de prisioneros
peregrinos
eternos penitentes

junto a la fuente
un buhonero
enamorado ofreció
su caja rutilante:
cinta botón encaje
hilo dedal aguja
polvo de colores
todos sus tesoros
para que baje la Mujer

ella
con dulzura
movió sus manos,
como bailarina
permitiendo que flote al viento
su hermoso vestido color arcoíris
manto azul salpicado de estrellas
túnica blanca estofada en oro

Virgen
abriendo espacios para la vida
sin rezos
sin plegarias
nunca necesitada de cultos serviles

rostro
descendido y esculpido,
polícromo
encarne brillante

rostro
en busca del dónde del pasado,
vislumbrando el cómo del futuro

Mujer
rindiendo cuentas
solo a sí misma
inmortal
como su ciudad.

                     En Antología poética esencial (2007)

Virgen de Quito es una escultura de Bernardo de Legarda en 1734, con un afán netamente estético, no iconográfico. 


Ulises Estrella  (4 de julio de 1939 - 27 de diciembre de 2014) fue un poeta y cineasta. Fue cofundador de Tzantzismo (movimiento de la década de 1960). Dirigió el departamento de cine de la Casa de la Cultura Ecuatoriana durante más de 30 años. Publicó, entre otros, los libros de poesía: Ombligo del mundo (1966), Fuera del juego, ganador del Premio Jorge Carrera Andrade (1987), Furtivos, poemas furtivos (1988), Cuando el sol se mira de frente (1989), Peatón de Quito (1994) y Fábula del soplador y la bella (1995);  Sesenta Poemas (1984); Interiores (1986); Cuando el sol se mira de frente (1989); Fábula del soplador y la bella (1995); La mujer solar (1999).

Última actualización: 09/11/2021