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Saludo a la Palabra: Farruco Sesto

Saludo a la Palabra


Por Farruco Sesto (Francisco Sesto Novas)
Viceministro de la Cultura y presidente Nacional de la Cultura
República Bolivariana de Venezuela

La tarca de un viceministro de la cultura en la agitada Venezuela bolivariana de este tiempo, es extremadamente absorbente. Lo es, sobre todo cuando esta persona lleva apenas unas semanas en el cargo. Y más aún cuando entiende y asume que su trabajo es interpretar el sueño colectivo, para convertirlo en programas concretos que impulsen la transformación espiritual  de las mayorías. En medio de la ebullición política y alimentándose de ella, en medio de los huracanes sociales y modelando con ellos las grandes estrategias de desarrollo cultural, en su más completa y ambiciosa dimensión, el viceministro no tiene tiempo para sí, ni para nada que no sea directamente su labor. Un día detrás de otro forman un tren que corre demasiado rápido. Las cosas y las gentes, por su parte también parecen transcurrir como los días.  Todo es una vorágine desatada y sin pausa, atrapadora, atropelladora, un incesante vértigo que el viceministro haya deseado para él. Está contento por ello. Pero si ni siquiera puede detenerse a pensarlo. Apenas se da cuenta.

E n esa situación de vida y de trabajo, con un par de horas ante sí robadas a la madrugada, el  viceministro debe preparar un texto para la Primera Cumbre Mundial de Poesía para la Paz de Colombia, con ocasión a XIII Festival Internacional de Poesía de Medellín.

Entonces el viceministro, a la vista del compromiso y la falta de tiempo, respira hondo y en medio del aturdimiento, descubre casi de golpe, lo siguiente.


Saludo a la palabra


En este festival de la poesía, en este país, en esta ciudad, en estas circunstancias. Saludo a la Palabra.

Porque ella está allí. Porque ella nos hizo. Porque ella nos acerca y nos iguala y, porque más allá de las diferentes sombras que cultivamos, y más allá de las hojas cortantes y de sus heridas, puede hermanarnos.

Porque la inventamos en una noche de especial lucidez para que el amor trascienda a la piel, y se adentrase en territorio desconocido y permaneciese así, en el tiempo, el amor, con ella, con la palabra, como una marea indeleble, y no hubiera forma de desconocerlo, de pasarlo por alto.

Por eso, por su capacidad de hacerse presente, saludo a la palabra. Por su poder de señalar, por su pode de develar, por su poder de precisar.

De conmover y convencer.

Cuando es oración o susurro, cuando es conversación, canto o proclama. También cuando se hace grito que muerde y desgarra. O cuando se convierte en agua templada sobre el rostro cansado.  Agua que corre suavemente, la palabra.

La saludo
Por ser herramienta de la razón
Por ser dintel de la imaginación
Por ser adobe para construir el universo
Por ser la clave que abre todas las cosas y todas las almas,
La muerte y la vida.
La saludo
En su carácter de diosa creadora.
La saludo en su condición de humilde objeto, artesanal, crecido en la dificultad.

Huidiza como se presenta, tímida, esquiva, indócil a nuestros deseos, a saludo por el esfuerzo que, en ocasiones, necesitamos hacer para alcanzarla. Así como, del mismo modo, la saludo por la violencia o la desfachatez con otras veces, tantas otras, se nos acerca impertinente, desvergonzada, e incluso brutal para introducirse en nuestros aposentos.

La saludo en la hermosura de su desnudez
Esplendente, cautivadora, sin otro adorno que la sencillez.
Y la saludo cuando se presenta envuelta en sus ropajes siempre diversos,
Irrepetibles,
De plumas, cintas, seda y pedrería.
La palabra
La palabra que está de fiesta.
La palabra
Desplegada a las aventuras.
Imprudente ante los poderes,
Sensible a la debilidad,
Serena ante los vendavales,
Irme y callada cuando hace falta,
La que no se rinde,
La última en cerrar la puerta.
La primera en abrirla y en dibujar soles y gentes en las grandes paredes
Blancas
De la ciudad.
Saludo a la palabra
Que no se deja
manipular,
maniatar,
entorpecer,
intimidar,
dañar,
asesinar
Que se mantiene en pie, a su propia cuenta y riesgo.
Porque cuando todo se pone oscuro,
Ella brilla. Y cuando todo brilla, ella canta,
Y cuando todo canta, ella simplemente señala un punto
En el horizonte.
Porque a no sr por ella, andaríamos perdidos, o no andaríamos,
O quien sabe cuáles enmudecidos y dolorosos ámbitos nos atraparían, si ella
No estuviese, si a la palabra de diera por ausentarse.
Esto lo digo, porque a veces ocurre,
Y cuando ello ocurre,
Tu nombre se borra,
mi nombre se borra,
el nombre de los amantes se borra,
el nombre de los amigos se borra,
el nombre de la tranquilidad se borra,
y entran muchos miedos, los obsesivos miedos, en el corazón
Los terrores con dueños que se impulsan.
Los terrores con implacables dueños que lo son del mundo.
Cuando la palabra se va,
nos caemos un poco cada día
al olvido,
dejamos de pertenecernos
a nosotros mismos.
Palabra que, para serlo, lleva modestia y dignidad unidas,
Justicia y equidad.
Y libertad y solidaridad y compresión y compasión, incluso.
Todo eso lleva.
Y cuando la secuestran
amargas antes penetran entonces, en los espacios de la comunidad,
malignas nubes en los espacios entre las naciones,
crueles armas en los espacios de la humanidad
unificándola en el dominio y dividiéndose en la sumisión.
¿Pues qué otra cosa sino la palabra viva,
La fuerte palabra
De honor y respeto
puede salvarnos de la iniquidad?
¿Qué armas son esas que no  son palabras?
Tristes armas si no son las palabras.
¿Pues qué otra cosa, Miguel, Miguel Hernández, sino la palabra franca
y abierta, aunque sea dura,
la palabra arriesgada
puede sustraernos a tanta sangre?

¡Que no se vaya la palabra!
Muy al contrario, que se imponga, que muestre a todos
su poderío suave.
¡Que se quede aquí para siempre
con nosotros!
Detrás de ella vendrán las ideas para desbordarse como ríos crecidos,
Los sentimientos para entrelazarse unos con otros y formar bosques
Interminables, siempre encendidos, siempre reverdeciendo.
Colgada del cielo como un estandarte, serpa la palabra el alba y destino de
infinitos pájaros de amor y locura          

Es decir, de cálida y limpia y dulce como la que hoy día nos congrega a todos los que aquí soñamos.

Muchas gracias.

Medellín, junio 16 de 2003.

Última actualización: 28/06/2018