Creación individual y responsabilidad colectiva
Por: Jidi Majia
Ponencia para el Encuentro Mundial de Directores de Festivales Internacionales de Poesía en Medellín
La poesía, como la forma artística más antigua descubierta y manejada por el ser humano, ha sido una compañía leal y amena durante miles de años, hasta convertirse en una parte inseparable de nuestras vidas; siendo una verdadera existencia espiritual, nunca ha dejado de aportar agua y nutrición para los corazones sedientos. Por supuesto que la poesía, tratándose de un arte escrito, como otros muchos ha visto innumerables renovaciones en distintos pueblos; es ésta una verdad reconocida por la historia, sin la cual no hubiera prevalecido hasta nuestros días. Remontando el río del tiempo, no podemos imaginar la ausencia de la poesía: cómo estaría escrita la historia intelectual de las gentes del mundo, y qué árida y hasta incompleta sería la vida espiritual. Aquí sólo quisiera resaltar una cosa: la poesía, tanto para los hombres en general, como para el individuo en particular, es un elemento vital enraizado en el campo espiritual del ser humano. En muchos pueblos de la remota antigüedad, la poesía se percibía como rayos de luz, representando la justicia y la conciencia, y los poetas eran considerados como jerarcas y reales líderes. Dante, el gran poeta italiano, es aún un símbolo y pilar espiritual de su país, pese al tiempo transcurrido hasta nuestro siglo XXI. Justamente por eso, y en mi humilde opinión, lo escrito por los poetas no se debe tomar como el fruto de una profesión. Yo me río por dentro cada vez que oigo estas palabras. La grandiosa historia de la poesía nos revela que el poeta es más bien un carácter dramático, el portavoz de lo espiritual, que intenta dialogar a profundidad con su alma, con la realidad y con las cosas mundanas, simplemente a través de su escritura perspicaz. Por eso, no es de extrañar que entre la comunidad mía que vive en la altiplanicie, los poetas son vistos como personas elegidas por su inteligencia, cuyos dones, pensamientos y lenguaje son otorgados por los dioses. No creo que sea apenas incomprensible, pues en la mentalidad de muchas naciones antiguas, es un reconocimiento común que corresponde a los poetas. En ciertas circunstancias, son ellos la cristalización no sólo del Espíritu y la Conciencia, sino de la moral y los valores. El poeta contemporáneo Brodsky una vez habló de su precedente Mandelstam y la Edad de Plata de la literatura rusa, comentando que gracias a ellos, el universo mudo y la historia silenciada han podido expresar una voz de poesía. En verdad, aquí coincide con la idea de “nuestra mitología”, el sentido de la existencia de la poesía y los poetas. Siempre sostengo que la creación de la poesía es, por un lado, el proceso por el que el poeta se descubre a sí mismo y desvela sus misterios interiores, y por otro lado, el mecanismo por el que sus percepciones van revelando la realidad.
En fin, los poetas mientras vivan, andarán en búsqueda de respuestas a los interrogantes ineludibles, pasando por los conflictos entre la vida y la muerte, la existencia y la nada y muchos otros que acechan a todos individuos. La forma preferida y que mejor entiende el mundo, es la poesía que surge naturalmente de su alma. Sin embargo, amigos poetas, lo que yo quisiera plantear aquí es una realidad: con este trasfondo de globalización, en esta era regida por el capital, la tecnología y el Internet, los seres humanos estamos frente a muchos desafíos comunes que amenazan nuestra existencia; cómo disuadir la amenaza nuclear, cómo acabar con el hambre y las enfermedades, cómo evitar la destrucción del medio ambiente, y cómo proteger la diversidad biológica y cultural, preocupaciones todas que apremian y no nos dejan mucho tiempo para cavilar. La amenaza que hoy nos abruma es más aplastante que nunca. Muchos sabios de nuestra época, poetas incluidos, están preocupados por el futuro del ser humano, pensando en la meta a que nos dirigimos, y reflexionando si el desarrollo que alcanzamos es un paso hacia adelante o hacia atrás, sobre todo en la llamada época postindustrial en que vivimos. Estas preguntas, obviamente inevitables, demandan esfuerzos de parte de nuestros poetas. Estos tiempos, cuando corren paralelamente crisis y esperanzas, el poeta no debe sumergirse en su propio rinconcito, sino al contrario, comprometerse de manera voluntaria y obligada con la conciencia de la época y convertirse en representante de toda la especie humana. Una cosa por señalar: es adecuado que mostremos suficiente respeto a la expresión individual del poeta, el cual cuenta con plena libertad al ahondar en sus sentimientos y superar sus angustias, pero que la poesía es el santuario del hombre sigue siendo una verdad inmutable, a pesar de todas las adversidades procedentes sobre todo del materialismo. Así, se deja manifiesto por sí solo lo que es menester para estimular el espíritu de la poesía. El poeta es el hijo más fiel de la gran civilización humana. Estoy convencido de que, los poetas que siguen dinámicos en distintas regiones de la Tierra, desempeñarán su papel insustituible en aras de la paz del mundo, y a favor de la comunicación e intercambios interculturales.
* Poeta chino del grupo étnico Yi
Presidente del Festival Internacional de Poesía del Lago Qinghai
Julio 1º de 2011