Jaime Quezada: Estudioso de nuestros poetas tutelares
Panorama
El poeta, ensayista y crítico literario Jaime Quezada es conocido en los círculos literarios del país y el extranjero. Pocos saben, sí, que su primera carrera es la abogacía, que estudió en la facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad de Concepción. Creador de la revista Arúspice, que marcó una época con colaboradores notables, nació en Los Ángeles. Allí en la plaza principal se produjo su primer encuentro con Pablo Neruda. Su último libro El año de la ira recoge sus propios apuntes sobre momentos como la muerte del vate.
Indica que muchos le formulan extrañados la pregunta porqué cambió el derecho por la letras. Como si el derecho tuviera su propio reino y fuera sólo una carrera profesional. Los estudios le dieron una visión amplia y útil del mundo. Sus inclinaciones vocacionales iban en diferentes sentidos, el periodismo, la literatura, pedagogía en castellano. Optó finalmente por Derecho. Era la década del 60.Llegó a la Universidad en el último período del rector David Stitckin.
-¿Cómo recuerda su época de estudiante de Derecho?
-Como la de un buen alumno, con notas sobresalientes en Derecho Internacional, Administrativo y Económico, con una formación que resumía plenamente el sentido de la Universidad, con integridad e integralidad, formadora de un hombre universitario ilustrado, racional, en búsqueda permanente del conocimiento. Tuve una vida universitaria plena en lo social y cultural, una época reveladora con una visión del Chile de la época y del Chile pretérito. Epoca fervorosa en lo político e ideológico, con la Universidad como centro y foco de la sociedad no sólo del sur, sino del país.
¿Qué significó Arúspice?
Formamos un grupo literario del cual surge la revista que se inserta en el medio nacional, con aportes de magnitud como ser la que primero publicó Los Artefactos de Nicanor Parra; o Contra la Muerte de Gonzalo Rojas o con Cortázar enviándonos colaboraciones desde París. Mi interés personal estaba ya dirigido a la literatura. Atenea hasta hoy y desde los tiempos de Milton Rossel es otro hecho notable.
-¿Cuándo inicia su trabajo sobre nuestros poetas?
-Los poetas tutelares. En la Universidad. La colaboración permanente que teníamos en las actividades de Extensión hace que organicemos una gira estudiantil a conocer la tierra de Gabriela Mistral. Durante una semana recorrimos el valle de Elqui. Somos lo que somos porque se nos dio esa formación.
-En la Universidad hubo importantes estudiosos de la obra mistraliana y nerudiana ¿Le influyeron?
-Sí desde muy temprano, estudiosos como Gastón von dem Busche, el profesor Alfredo Lefebre. En la Universidad se dio una pléyade de primer nivel, Jaime Concha, Jaime Giordano, Marcelo Coddou, Juan Loveluk, Luis Oyarzún, que continúa hasta hoy con Mario Rodríguez, Gilberto Triviño, Mauricio Ostria y Nieves Alonso.
-Puesto a elegir entre el mejor de los dos ¿cuál sería?
-No hay respuesta para eso. Ellos son universales. Mistral extraordinaria, capaz de pensar América y un mundo nuevo. Al releerla siempre descubro facetas nuevas. Neruda en tanto es otro gigante, visionario, universal, con una clara percepción del mundo y capaz de escribir un poema como Alturas de Macchu Picchu. Mistral se dio cuenta temprano que Neruda era un talento. Ambos se rindieron mutuos homenajes. Puesto entre la espada y la pared, Mistral sobresale.
-La poesía puede aportar algo al mundo globalizado ¿A Gabriela y a Pablo les hubiera asustado vivir en estos días?
-A ninguno de los dos les hubiera asustado vivir hoy, porque ellos siempre fueron integrados al universo. Se dieron cuenta desde temprano que no pertenecían sólo a un territorio específico. Lo sintieron y así lo recrearon en su poesía y en su prosa.
-¿Le han influido en su propia obra?
-En otro tiempo, Neruda invadió un espacio del territorio poético con su obra. Todos tratábamos de escribir como Neruda. Eso ya pasó. No todas las aguas de la literatura son nerudianas.
-Aquellos universitarios que han leído poco a ambos ¿cómo despertarles el afán?
-Diciéndole que lean a ambos sin perjuicio, ni temor, acercándose a libros fundamentales. Leer Tala de principio a fin y viceversa, la Desolación, de los años primeros; Poemas de Chile. El Neruda de Residencia en la Tierra es fundamental y en El Libro de las Preguntas, tras la apariencia sencilla hay verdades esenciales.