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La Amazonia, patria del agua

Por: Lina Zerón

 

 

 

Thiago de Mello, nació  el 30 de marzo de 1926 en una pequeña ciudad llamada  Barreirinha, a las orillas del Paraná, un brazo grande del gran río del Amazonas, en Brasil, “la zona más verde del planeta”, así dice Thiago sobre su lugar de nacimiento. Es el poeta más representativo y celebrado de la Amazonia. Ha sido Ministro de Cultura y del Estado del Amazonas y con frecuencia representante diplomático en numerosos países. Comenzó su carrera literaria en 1951 con la publicación de su libro Silencio y Palabra, desde entonces su creación ha sido imparable. La colección “Veto Geral” consta de una docena de libros publicados antes de 1981 para luego convertirse en un océano de palabras y poemas.

 

Sus grandes amigos Pablo Neruda y Mario Benedetti fueron quienes le tradujeron por primera vez su obra al español. Thiago en sus ensayos, poemas y su activismo social y político siempre ha sido un defensor apasionado de su región natal, resaltando siempre que es la llave ecológica de la reserva para la humanidad.

LZ.  ¿Cuándo se descubre Thiago como poeta?

TM.- De pequeño me mudé a la ciudad de Manaos para hacer mis primeros estudios, luego me voy para Río de Janeiro, donde ingreso a la Facultad de Medicina por lírica vocación o por tara compulsiva, pero me doy cuenta que eso en realidad no es lo mío y abandono la carrera para dedicarme por completo y con toda mi fuerza al arte poético. Viví el esplendor de los años 50’s. Iba a todas las reuniones políticas pero sobre todo llamaban mi atención las cuestiones artísticas y de producciones literarias, viajaba constantemente a Sao Paulo porque ahí la vida literaria era más rica en ese entonces. Durante un tiempo estuve escribiendo el libro, Silencio y Palabra, que para mi sorpresa tuvo una acogida tremenda por la crítica como por los célebres autores de aquellos años: Álvaro Lins, Tristão de Ataíde, Manuel Bandeira, SérgioMilliet e José Lins do Rego, entre otras cosas dijeron que mi obra era sustanciosa y duradera y que había llegado a enriquecer la vida literaria, ¿te imaginas lo que significó para mi ese comentario? fueron enormes esos elogios.

LZ.- ¿Varios ensayos tuyos, libros enteros de poesía hablan sobre la Amazonia y la preservación del ambiente, cómo se da todo esto?

TM.- Nada más voltea a tu alrededor y mira lo que está pasando con nuestro planeta, ¿tú sabes cuántos camiones cargados de madera salen todos los días de nuestras selvas? Yo te puedo decir que de la barriga de las nubes blanquísimas, tocadas por el viento, cae el agua celeste. Reunidas avanzan, multiplicadas en infinitos caminos, bañando la inmensa planicie cortada por la línea del Ecuador. Planicie que ocupa la vigésima parte de la superficie de este lugar llamado Tierra, donde vivimos. Verde universo ecuatorial, abarca nueve países. Aquí está la mayor reserva mundial de agua dulce, ramificada en millares de caminos de agua, mágico laberinto que de sí mismo se recrea incesante, atravesando millones de kilómetros cuadrados de territorio verde, en un verso mío digo: “es la amazonia, la patria del agua”, y es verdad, es la Grande Amazonia, toda en el trópico húmedo, con su floresta compacta y atolondrante, donde todavía palpita, intocada y en vastos lugares jamás sorprendida por el hombre, la vida que se fue urdiendo en las intimidades del agua, y donde baja el amanecer del terciario. Intocada y desconocida en mucho de su extensión y su verdad, la Amazonia aún está siendo descubierta. Iniciado hace cuatro siglos, su descubrimiento no terminó. Ojalá no termine nunca. Y, mientras tanto, por lo que ya se conoce de la vida en la Amazonia, desde que el hombre la habita, se yergue delas profundidades de sus aguas, y se escurre de los altos centros de su selva un terrible temor: de que esa vida esté, despacito, tomando el rumbo del fin.

LZ.- Digamos que defender la Amazonia y crear conciencia ¿es tu cometido como poeta?

TM.- Mira, escucha, existe un bello poema que mi gran amigo Nicolás Guillén escribió y dice en uno de sus versos: “el río es hondo y lleno de monstruos”. Nuestro Amazonas no escapa de esa verdad y la poesía dice la verdad y de ella debemos echar mano para hacer la denuncia, la conciencia. Hace más de diez años que apareció en nuestras aguas un terrible monstruo que los mestizos llaman azogue.  Es simplemente mercurio, utilizando por los mineros en el proceso de extracción de oror.  Algunas toneladas del metal ya están en el fondo de la cuenca amazónica, principalmente en las aguas que bañan el área de las minas.  Todo el mundo sabe que el tiempo nunca pasa, finge que se va, pero se queda, cambia y se queda, se modifica. El mercurio es un peligro para las poblaciones ribereñas, que se alimentan esencialmente de peces. En el lecho de los ríos, de arena gruesa, se encuentran con facilidad. Ya encontramos peces contaminados a más de mil kilómetros de los focos mineros. Con todo esto que te cuento tú crees que no hay que unir voces, que exaltarnos ante tal atrocidad y denunciar, denunciar todo esto que pasa. Mi deber como poeta es todo esto, denunciar y crear conciencia, que todo el mundo se entere para que unamos fuerzas y podamos hacer algo para detener la contaminación del pulmón más grande del mundo, del contenedor de agua dulce más grande del mundo que esta región del planeta. Y debo decirte con tristeza, reconocer con profunda pena que más de ochenta millones de brasileños no piensan, ni de lejos se preocupan, en la preservación de la floresta.  Los que comen bien, los que viven en el sector bonito de la vida, quieren comodidad y riqueza, muchos de ellos aún a costa de la pobrecita floresta.

LZ.- Cuál es tu concepto de poeta o de poesía, qué es lo que piensas acerca de la poesía que se gesta en la actualidad.

TM.- Debemos alcanzar un idioma, un lenguaje accesible al hombre común, no sólo a los iniciados, a los hombres de letras. Que nuestra poesía sirva a la vida de los hombres. Toda Latinoamérica debemos unirnos en un gran lenguaje, un lenguaje universal y accesible, que nuestras metáforas sean como una casa de ventanas abiertas donde todo el mundo pueda entrar. ¿De qué sirve una casa lujosa, con todas las comodidades y beneficios si él único que puede disfrutar de ella es el dueño y sus amigos?. Eso pasa exactamente con la poesía y yo estoy en contra de los poetas concretistas que tienen como fin desbaratar la palabra y el sentimiento, mira un ejemplo bien claro y a la vez triste, cuando se tradujo el libro de César Vallejo, el último que se publicó, de los póstumos, los intelectuales de la poesía dijeron: “qué lástima que el poeta de Trilce se haya ensuciado las manos con poesía para la esperanza” ¿te imaginas este comentario absurdo sobre poesía que es accesible a todos? No es posible que la poesía sirva para ensalzar egos, eso no debe ser, la poesía no es para volverse famoso o para ganar dinero, debe servir para crear conciencia, para que los otros se puedan identificar con tus sentimientos, que puedan vivir sus vivencias a través de la poesía de los otros. Y como dijo mi gran colega  Fernando, “todo el valle la pena si el alma no es pequeña.” 

En uno de los más recientes libros que publicó Thiago de Mello, De una Época Para Todos, todos los versos muestran en su poesía, el lirismo, humano de la sensibilidad, la alegría de vivir, la lucha contra la opresión, el amor constante por la naturaleza de la Amazonia. El poeta no escribe sus poemas solamente en búsqueda de la elegancia formal: en ellos se juega enteramente, corazón, cabeza y sensación, y esto da a la autenticidad y la fuerza interior ellos.

Thiago de Mello, como muchos otros autores apuesta a la niñez, dice: “esos pequeños son los portadores de la esperanza”. Y agrega: “Yo ya estoy viejo, sin embargo soy tremendamente joven. Mi juventud crece cada día porque crece en mí la esperanza de que es posible la construcción de sociedades humanas en otros países de nuestra América donde la belleza y la grandeza de la condición del ser humano sea respetada, donde la vidasea como un ramo de sol”. Thiago ha dedicado gran parte de su vida a luchar por la floresta amazónica “a la selva, de la que soy hijo.” Con nostalgia recuerda los años vividos en Río de Janeiro y comenta: “Cada verano me iba de vacaciones a mi selva; después anduve por los caminos del mundo repartiendo mi canto, mi esperanza. Pagué un precio muy alto por el amor a la justicia, a la belleza de la vida, a la esperanza, a mi pueblo; pagué el precio de la cárcel, del exilio. El precio tremendo de no convivir con mis hermanos y el estarme prohibido el regreso a mi patria. A mi retorno resolví a compartir mi vida con los hijos de la selva”. Hace énfasis, con las manos en la cabeza: “uno de los bienes más preciados que tiene hoy la humanidad es la biodiversidad de la selva amazónica tan peligrosamente amenazada por el imperio norteamericano que pretende adueñarse de ella”. Y la cuál defenderá hasta el último aliento: “Brasil y los otros países que están cubiertos parcialmente por el verde amazónico, deben ceder su soberanía para ser administrados por un organismo internacional. No, nosotros somos capaces de gobernar lo que poseemos y nos pertenece por derecho propio”, sentenció enérgicamente.

Febrero 4, 2011

Última actualización: 09/10/2021