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Yo y mis palabras

Por: Rati Saxena

Especial para Prometeo

Mi amistad con las palabras es tan vieja como mi memoria. Hubo días en los que me encontré a mi misma muy solitaria en mi infancia; aun en aquellos días las palabras solían agitarse dentro de mí puño cerrado. Tan pronto como yo abría mi puño, ellas acostumbraban volar hacia el cielo relumbrando como luciérnagas. Yo solía melancólicamente mirarlas alejarse, pensando “¿Por qué abrí mi puño? Si no lo hubiera hecho, las luciérnagas no hubieran volado lejos.” Una cosa que no pude nunca entender, ¿acaso veía palabras o imágenes? Algunos dicen que vemos imágenes con forma de palabras. ¿Pero en realidad podemos? Las imágenes usualmente toman forma en la mente mediante el recuerdo de cosas vistas. Pero yo he percibido una cantidad de cosas no vistas en mi mente. De todas formas, palabras o imágenes eran mis amigas por aquellos días, y la cosa extraña era que mis palabras eran especialmente coloridas. Ellas tenían algunos colores sobre sus cuerpos negros.

En aquellos días durante las vacaciones de verano, acostumbrábamos asperjar agua en nuestro patio de juegos para refrescarlo. Luego colocábamos nuestras charpai*, camas de madera cubiertas con sábanas blancas como nieve, en el patio. Cuando quiera que me sentaba sobre la cama con su sábana blanca como nieve, una oscura sombra de soledad acostumbraba a envolverme, sus uñas lacerando mi pecho. Respirar había de hacerse difícil. Entonces una cantidad de palabras acostumbraba venir a mi rescate. Ellas solían jugar a mi alrededor como bolas de malabarista. Podía percibir que las palabras también tenían colores. Lo que es más, ellas tienen alas, pueden llevarnos a cualquier parte, a cualquier parte que queramos ir. La única cosa es que tenemos que aprender a mantenerlas bajo nuestro dominio. 

Las palabras son muy inteligentes y perceptivas, ellos mudan sus colores de acuerdo a la ocasión. Cuando nuestro corazón está triste, se visten con colores oscuros y cuando el corazón está feliz, toman todos los colores del arcoíris y parecen sobrepasar al arcoíris. Algunas veces son tan pálidas como la muerte y en otras ocasiones son tan oscuras como una noche sin luna. 

Esos días mis ojos solían estar pegados a las palabras del modo que las hormigas se pegan al azúcar. Las palabras podían atraerme a cualquier hora; incluso mientras barría si ocurría que me topaba un pedazo roto de papel con palabras, el polvo quedaba libre de entrar a la casa mientras mis ojos estuvieran ocupados leyendo aquellas palabras. Luego vino un tiempo cuando las palabras empezaron a emprender vuelo fuera de mi boca. Yo podía emplearlas como un vendedor vendiendo polvo dental. Después de eso entré en un mundo donde las palabras solían acudir como una procesión matrimonial y regresaban sin la novia. En ese mundo las palabras acostumbraban pegarse sobre el vestido como mariposas muertas. Las palabras habían de estallar como globos y reventaban ruidosamente. Yo solía anhelar que las palabras se congelaran en mi boca. Pero bastante desvergonzadamente, tan pronto como obtenían la tibieza de los sentimientos, tenían el hábito de derretirse. Yo me extenuaba lavándolas. Ahora eran mi peor enemigo. Me espantaban como fantasmas. Yo era prisionera de mis propias palabras. ¿Cómo puedo explicar cuánto me turbaban? ¿Cuánto estrépito había en mi mente? Ellas incluso perturbaban mi sueño. Entonces aprendí que como un amansador de caballos que domesticaba hasta al más salvaje de los caballos, yo tendría que dominar mis palabras, hacer que ellas corrieran a mi señal. Entonces una vez más ellas se convertirían en nube o brillo de sol o pájaro o aroma para mí. Algunas veces ellas taladraban entre la tierra como lombrices, y alguna vez taladrarían mi mente como ratones. 

Yo no sé cómo mi control sobre las palabras las transformó en poesía.

¿Cuál es la verdad de la poesía? En otras palabras, ¿qué es la poesía en sí misma? Un tema que es muy discutido no es un tema nuevo. De hecho todas las sociedades e intelectuales tienen sus propios conceptos a este respecto. Los intelectuales de nuestro período contemporáneo sienten que la poesía debiera hablar acerca de las realidades de la sociedad, realidad significa la crudeza y la crueldad que vemos entorno nuestro. Al mismo tiempo un gran número de personas goza todavía de la poesía lírica, aprecian la belleza y la imaginación de modo fílmico. Algunas veces yo me cuestiono –el crítico dice que la poesía debiera ser de la gente relacionada con la tierra, pero la tierra pertenece a tantas otras criaturas, tales como lombrices, gusanos, serpientes, lagartijas, arañas y demás. La poesía romántica estaba dedicada ella misma a las cosas bellas que nos rodeaban- los poetas románticos hablaban mucho acerca de flores, mariposas, nubes, montañas y las innumerables cosas de la naturaleza que agitaban el sentido de belleza en los seres humanos y los inspiraba para apreciar las creaciones maravillosas de este mundo. Hablando verazmente, la poesía ha ignorado a aquellos que están vinculados a la tierra. En nuestro egocentrismo, pensamos para nosotros mismos, sólo para nosotros mismos; con este estado mental, ¿cómo podemos pensar por o acerca de otros que están más cerca de la tierra que nosotros? 

* Charpai, estructura de madera con entrelazado de fibras a modo de jergón que sirve en los lugares más cálidos a múltiples propósitos.

Abril 25, 2011

Última actualización: 25/05/2020