Prometeo # 108
Poemas para los desaparecidos
Exterminio en masa, ejecuciones de pueblos, genocidios, asesinatos selectivos, limpieza étnica, desapariciones sistemáticas, disminución de la población mundial, parecieran no ser o no deberían ser palabras del lenguaje de la poesía.
Tampoco pertenecen al reino de la poesía las bombas atómicas lanzadas por aviadores norteamericanos sobre la población civil de Hiroshima y Nagasaki, creando una onda radiactiva de calor de 300.000 grados centígrados que mató en pocos minutos a 250.000 personas. Y fueron 585.000 los muertos en la batalla de Passchendaele, desarrollada en un territorio de sólo ocho kilómetros, en el norte de Bélgica en 1917, durante la primera guerra mundial.
La causa de esas macabras matanzas es que las potencias capitalistas desean redistribuirse el mundo. No en un juego de poker. Entre las dos grandes guerras del siglo XX las cifras siniestras de víctimas alcanzaron noventa millones de muertos.
Durante siglos se reclutó a la fuerza a millones de indefensos humanos, los más jóvenes, luego entrenados, armados y arrojados al infierno de la guerra. La derrota fue siempre para los esclavos uniformados y la victoria para los nuevos dueños del mundo, que amasaron fortunas fabricando armas y resurgieron aún más ricos del país en ruinas.
¿Quién responderá por estas muertes? Ni las Naciones Unidas que se han lanzado en masa tantas veces para invadir a países con abundantes recursos naturales y una población joven para expoliar. Ni Dios, que no ha regresado.
Poetas, filósofos, pensadores, pueblos llenos de amor, millones de hombres y mujeres de corazón puro han repudiado con horror esas prácticas carniceras. Los dueños del mundo no escuchan. Las religiones bendicen esos actos perversos. Empresarios saquean a la Tierra entera extrayendo de su interior metales, rocas, gas, petróleo, envenenando las fuentes de agua de los pueblos, para alimentar la sistemática maquinaria nauseabunda. Lo que antes era una promesa de una vida superior es hoy la muerte sin máscara, con el rostro desnudo vuelto hacia el mundo.
Los pueblos comprenden que fuerzas oscuras agitan la historia para inmovilizarlos y silenciarlos, y se movilizan creadoramente, hablando con entereza. La poesía es el sueño y la decisión de una nueva vida en el mundo. El pensamiento alerta, surge una ciencia que estudia las causas y consecuencias de la acción depredadora que exprime la energía de las multitudes. Las escuelas de lucha de los asalariados se multiplican.
“¡Tu tienes que saberlo todo!”, pregonaba Brecht. “¡Estudia, hombre en el asilo! ¡Estudia, hombre en la cárcel! ¡Estudia, mujer en la cocina! ¡Estudia, sexagenario!... Persigue el saber, muerto de frío!”, proseguía. Si, “repasa la cuenta, tu tienes que pagarla”. Y sobre todo: “Apunta con tu dedo a cada cosa y pregunta: ¿Y esto por qué?”.
Los “dueños del mundo” han construido sutiles barreras para separarnos y excluirnos; levantado muros gigantescos para protegerse; fortalecido y multiplicado ejércitos para cercarnos; fabricado sofisticados armamentos y argumentos para contenernos; proliferado una monstruosa tecnología y legiones de medios de comunicación para confundirnos; acumulado inverosímiles riquezas para sobornarnos y permear nuestras defensas; inventado imperceptibles venenos para debilitarnos; alterado alimentos y drogas para sumirnos en la amnesia y la inconciencia y en la extrema disgregación. Casi todo lo pueden, casi todo lo saben. Pero no todo.
El mundo volverá a su eje. El espíritu del origen no se ha perdido. El capital no pedirá perdón, no abandonará los monstruosos negocios, incluyendo sin falta el crimen rentable. No le bastará matar en masa, ni ordenar la eliminación de hombres y mujeres esclarecidos. Ha elegido el asesinato y las desapariciones. Entre noche y niebla desaparecer a miles, para torturar a sus familiares con la esperanza del regreso. En solidaridad con las víctimas preparamos esta edición de la Revista Prometeo, que contiene textos sobre los desaparecidos y las guerras.