Consuelo Tomas (Panamá)
Por: Consuelo Tomas
(Inéditos de El libro de las propensiones)
De la propensión a los accidentes
Me he estrellado contra el cielo esta mañana.
La palabra que no dije
se hizo cráter en el centro de mi boca.
Lo que quedó de mí podría recogerse con cuchara
una que los duendes usan para tragarse auroras y presagios
Les ha sido muy difícil identificarme.
El marfil que sustentaba mi vértice en el mundo
es ahora una espiral de sueños en soltura.
Ilusiones borrosas astillan mis pulmones
el cerebro está lleno de gorriones lastimados, pero vivos
y candiles encendidos para los ritos nobles.
Se me ha derramado la arena de los días
en castillos para nadie defendibles
y una mancha de señales emergentes
De tres neuronas salvadas del colapso
han salido carcajadas y un ruido de tambores.
Solo así han sabido
de quién es ese cadáver tan bonito.
Cuestionario
Aquí donde he crecido
cargando mis piedrecitas de conciencia y
falsa valentía
los niños me preguntan por la historia.
Hablan de tumbas y desconocidos
de guerrilleros fusilados y mártires ignotos
de huelgas de inquilinos y epidemias varias
de barcos y tratados.
Me preguntan por balas extranjeras y dolor en los patios
por nombres muy borrados de plazas y aeropuertos.
Yo no puedo contestarles nada
las bombas me quemaron la memoria
horadaron las balas mis certezas
la palabra patria
no sé dónde se cayó
en qué parte del incendio se consumió
sola e inútil
como un periódico viejo
comido tiempo ha
por los insectos.
Niños de la noche
(a los niños de Irak, Sudán, Kosovo, Colombia)
Bárbara es la hora
en que los niños se adormecen
con lágrimas ya secas.
Surcos sin memoria
en el infierno atravesado sus rostros.
Caminan como abandonando
callan como un siglo sin palabras
se muerden los labios
esperando que el verbo se convierta en pan
y les calme un hambre interminable
Cuando hablan si es que lo hacen
un puñal les sale de la boca
un odio agrio les parte la garganta en mil pedazos
y ya no les sale sangre
apenas preguntas que lanzan al aire como pelotas filosas
para seguir andando
para curtir abismo
para fluir de piedra
salen en las fotografías de los periodistas
y su mirada de huérfanos eternos nos resulta demasiado
Niños del desierto o del mar distante
un continente los escupe para que otro los rechace
Sin honor sin patria alguna vez madre
Niños sin nadie sin nada flotando
vida que terminará antes de lo probable
por su previo veneno
Apenas la cerca o la bandera rota
Recuerdos mutilados de noche perpetua
Por una maquinaria de horrores
Y su artillería infame
Para ellos no hay esperanza
Que nadie se engañe.
Contrapiedra
Alguien dice mi nombre y se revienta la boca.
Alguien toca a mi puerta y se deshace en humo.
Alguien recuerda mi rostro y su azul se vuelve hiedra.
Esta que soy es muro que llega hasta el cielo y no regresa.
Olvido que se hace espuma
mientras en las terminales
hombres de fe perdida
agonizan contra puertas que nadie abre.
No pido clemencia porque nada tengo.
No pido disculpas porque ya hace tiempo
los vicios ejecutan su danza de abandonos
Mi mariposa del tiempo se convirtió en murciélago
duerme colgado en el techo nocturno
de una ciudad cualquiera.
La vergüenza bebe en los bares su licor amargo
y yo beso la llaga de los condenados
para que nadie diga que no pagué mis deudas.
Para que nadie diga
que me evadí del mundo
y de sus penas.
Perdonen padres míos por aquello que no soy
que no seré.
Ni la perversa calma de la que se quedó esperando
Ni la perfección ilusa de exactas medidas
Ni la erudita impecable polvo de academia
Ni la que en fama y lentejuela cose sus vestidos y sus horas.
Ustedes ya lo sabían cuando me vieron nacer
Llegué muerta de la risa y sin suficiente tamaño
para ser aeromoza
por lo que me hice soberana de la tierra y la quimera
He preferido ser
Una bala en el ojo de los torturadores
una mosca verde en la sopa de los indiferentes
un dolor de muelas en la noche de los conformistas
pan de maledicencia en los corrillos exclusivos
esperanza del pobre que nunca termina
una mancha en el expediente de la glorias estéticas
mala palabra para los poderosos y sus damas perfectas
Indocumentada sin salvoconducto hippie trasnochada
La que repartió sus haberes entre los pobres de espíritu
comunista maldita o cristiana proscrita
dueña improbable de los discos que ya nadie suena
nombradora de los gatos en la esquina
abanderada de las fotografías viejas
ama de los colores
Lo siento padres
A pesar de su bondad y sus esfuerzos
No soy más que la espina de la rosa
Y a veces, también la rosa.
Yo era una casa
Yo era una casa que casi se cerraba
Antigua memoria de los besos
Caricia en el exilio
Mar calmo y ya de vuelta
Entonces fuiste tu
Abriendo mis ventanas
Colocando los pasos la mirada
música de la ternura en tu mano dulce
espantando el polvo del desgano
una que otra palabra y el abrazo
ilusión imperfecta
un minuto en la vida
oportunidad serena
para ensayar el amor y sus desgarros
Ahora tengo que olvidarte y no sé cómo
Recuperar el mecanismo de la calma la música del mar
Y su complicidad inmensa
El perfecto balance de todo lo logrado
En todo caso antes que la noche llegue
Aquí siempre habrá lugar para tu rostro
Un espacio vacío para que lo llenen tus brazos o el recuerdo
Un silencio tendido para que tu canto vuele a lo más alto
Aquí.
Consuelo Tomas nació en Bocas del Toro, Panamá, el 30 de agosto 1957, es una poeta, narradora, comunicadora y actriz de teatro para títeres. Ha ganado algunos premios y representado a Panamá en congresos y encuentros de literatura en España, Costa Rica, Cuba, Nicaragua, Guatemala, Colombia y Puerto Rico. Aparece en diversas antologías de poesía y narrativa en Estados Unidos, Holanda, UNESCO, Puerto Rico, España, Francia, Panamá). Ha publicado, entre otros, los libros de poemas Las preguntas indeseables (1984); El cuarto Edén (1995); y Agonía de la Reina (1995); Libro de las propensiones (Poesía, 2000); Evangelio según san Borges (Teatro, Ed. Mariano Arosemena, 2005); Pa'na'má quererte (Narrativa, 2007). Ha sido traducida al inglés, francés, holandés y bengalí.