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Ana María Rodas (Guatemala)

Fotografía tomada de Crear en Salamanca

Por: Ana María Rodas

Mujer que duerme

La mujer ve la luna cruzar por el rectángulo
y abraza al perro antes de abrirse al sueño.
Luna sobre la piel
piel de sirena
Sueños desportillados
amaneceres blancos
Se estira, lee lo que escriben sus amigos

  los ama tanto
los ama a todos

El penacho del volcán le avisa
que hay viento norte
A los cincuenta y tantos, dueña de una ventana

  de diez metros
de largo

su vientre está dormido
Las sábanas son frescas
La ciudad gime
La mujer sueña

 

Poeta

El viejo rito me posee

  Varias noches sin sueño

después baja el río de sangre
me ahogo en ella y renazco
nueva como moneda
redonda como un sueño
perfecta en mi dolor
recordando sólo lo suficiente del pasado
para construir la

  telaraña

con la que cubro mi cama de soltera Sueños de luna

Te soñaba huyendo de mi lado
yo lloraba como tonta sobre los cristales rotos
y encendía las luces para que se advirtieran

  las vírgenes

los adornos de plata
la curva que la pared dibuja al internarse
en el terreno

  denso
inexplicable

que es el sueño
Ese de anoche
en el que tú brincabas desnudo
mostrando la piel más oscura de tu sexo
y los dientes filudos de animal en celo

 

Animal que despierta

Soy la gata que camina dentro de mí

  conmigo

las leves zarpas afelpadas

  He bajado por el río

conservando el gusto por la caza
los ambiguos maullidos

Cuando cierro los ojos atravieso los siglos

Las arenas le dieron el color
a esta piel suave que esconde
una flor mojada entre las fauces
el oro egipcio se ve reflejado en la pupila
de esta gata
que demasiadas veces
recuerda su verdadera condición de fiera

La Reina de Saba habría dado la mitad de sus tierras
por tener estas garras

 

La luna, siempre

Redonda, hinchada de frotarse contra el cielo
rasga mi piel con su delgada luz
Cae sobre mi pelo
con la levedad de una sirena
que no se hubiera dado cuenta
que no posee piernas
Solivianta mi sangre
me enciende de locura
me regala una piel fosforescente
y me convierte
aceite hirviendo
en fauna
(cascos y cuernos y cabello desbocado
bajo el lúbrico soplo de lo oscuro)

 

Animal que despierta

Soy la gata que camina dentro de mí
              conmigo
las leves zarpas afelpadas
              He bajado por el río
conservando el gusto por la caza
los ambiguos maullidos

Cuando cierro los ojos atravieso los siglos

Las arenas le dieron el color
a esta piel suave que esconde
una flor mojada entre las fauces
el oro egipcio se ve reflejado en la pupila
              de esta gata
              que demasiadas veces
recuerda su verdadera condición de fiera

La Reina de Saba habría dado la mitad de sus tierras
por tener estas garras


De acuerdo

De acuerdo,
soy arrebatada, celosa,
voluble
y llena de lujuria.

¿Qué esperaban?

Que tuviera ojos,
glándulas,
cerebro, treinta y tres años
y que actuara
como el ciprés de un cementerio?

 

* * *

Hoy he descubierto la belleza
                        de ser yo misma.
-no,
no fue así;
me lo enseñaste-

Pero al hacerme mujer
al mostrarme que los seres
                             son tan libres

Comprendí
que libre-yo
y libre-tú
podamos tomarnos de la mano
y realizar la unión sin anularnos.

Por eso me apretujo dentro de mí misma
hasta salir las lágrimas
y en el pelo
se me prende
el sabor salado del olvido.

Algún imbécil dijo
que el poeta es la clave del mundo.

¡Mentira!
A mi sólo me queda encogerme hacia dentro
y esperar
ciegamente
un sonido, una expresión cualquiera
y que alguien
donde quiera que esté
emita una señal diciéndome que existo.

 

* * *

los teléfonos debieran ser parte
                             de la poesía
-la poesía está llena de recuerdos-
Hoy, una llamada solitaria
hizo rodar de nuevo el pasado a mi falda.

Se murieron tres años
                                casi cuatro.

Un bigote se movió sobre unos labios
murmurando
cosas triviales, de todos los dfas
que cómo están los niños,
si al fin me voy a Francia
que la perra tiene
                             tres cachorros
que cómo creció Carlos.

Y el teléfono de ayer me dijo
Cuánto te quiero.
Cuánto te extra no.


Ana María Rodas, nació en Ciudad de Guatemala, en septiembre de 1937. Tiene publicados Poemas de la izquierda erótica (poesía), 1973; Cuatro esquinas del juego de una muñeca (poesía), 1975; El fin de los mitos y los sueños (poesía), 1984; y, La insurrección de Mariana (poesía), 1993; Eva a los cincuenta y dos años, Plaquette de la Revista Cultural Caravelle, París 1988; Poesía de Ana María Rodas. Libro en Audio Casette, Ministerio de Cultura, Guatemala, 1995; Poemas de la izquierda erótica: Trilogía, 2006; VERSschmuggel : spanische und deutschprachige gedichte = Contrabando de versos poemas en español y alemán, Editoriales: Heidelbreg Wunderhorn, Madrid Huerga y Fierro cop. 2006. Sus poemas han sido publicados en antologías en español, inglés y alemán en Centroamérica, Estados Unidos, Inglaterra, Colombia, México, Viena, Roma y Munich. En 1990, recibió el Primer Premio Poesía en el Certamen de Juegos Florales México, Centroamérica y el Caribe de 1990, con su obra La insurrección de Mariana. En el mismo año también obtuvo el Primer Premio en el Certamen de Cuento de Juegos Florales México, Centroamérica y el Caribe de 1990 con su cuento Mariana en la tigrera. Recibió también el Premio Libertad de Prensa, 1974.

Última actualización: 17/11/2021