Darío Ruiz Gómez (Colombia)
Por: Darío Ruiz Gómez
Poema
quien araña la pared no sabe que
a este lado de ella no hay nada: ni
el vacío, ya que éste supondría la
desocupación de algo: los gastados
procesos de una intimidad: una llave, un
trozo de servilleta, un clavo. O sea, rastros
de sentimientos, ácidos desperdicios de
cuerpos que se odiaron huyendo de la
mirada que hubiera podido salvarlos
del horror final. Y quien toca aún la
puerta ignora que ya no hay casa detrás
de ella: un árido campo de extramuro a
quien redimen la ortiga y la campánula
¿Quién puede arañar la pared?
¿Quién puede tocar a la puerta?
Que los pasos
Que los pasos que han buscado la puerta
verdadera se detengan por fin. Y al entornar
el ala de la puerta sólo la claridad
premie los años de tortuosa búsqueda,
la falta de palabras, el monólogo convertido
en lágrimas cada amanecer. ¡Sólo tú bastas
claridad redentora para que el huerto frío
de mi pecho vuelva a conocer la bondad
de la floración, el silencioso brotar de
los pecíolos, imágenes perdidas que el sol
de otro estío recupera a los ojos asombrados!
A veces vuelves
A veces vuelves, en los entreactos de
una frase, en la vacilación de un verbo
que desconfía de toda calificación, vuelves
con un ritmo oscuro y tenue del agua
de un pozo ciego. Y es como si una puerta
se abriera hacia un afuera que carece
de entorno, que no tiene perfiles de
montaña, atardeceres: blanco sobre blanco
que se agita como una piel sobre sí
misma, golpeada por la fuerza impredecible
de un recuerdo: la sin nombre, la sin rostro,
la sin habitación:
Y cuyo cuerpo es un estremecimiento
ante el misterio, peso del aire,
sabor eterno de la espuma,
morbidez de la luz,
contundencia de un ala sobre la
quieta superficie de la sombra.
Imagen
Dónde estás viva certeza de lo que he sido
hasta hoy? Pequeños montículos de ruinas
ganados por el verdín y la indiferencia
de los días. Ni siquiera
una dirección equivocada
donde la carta daría vueltas
por la ciudad indagando
sobre vivos y muertos. Llegando,
finalmente, rota, manoseada, a un
destinatario analfabeto. Ni
"el que soy" me intriga como antes
pues la evidencia del día me basta.
Cortejo de pétalos, purísimos rostros
de muchachas
viento de sombras congeladas
Siquiera sí ese trazo
tenue que la mano del niño
dibujó sobre la hoja gastada.
Darío Ruiz Gómez nació en Medellín en 1935. Es poeta, cuentista, novelista, ensayista, profesor universitario y crítico de arte. Algunas de sus libros de poesía publicados: A la sombra del ángel; Señales en el techo de la casa; y, Geografía. Entre sus libros de cuento, se encuentran: Para que no se olvide su nombre; Para decirle adiós a mamá; y, La ternura que tengo para vos. Publicó también, la novela Hojas en el patio y el libro de ensayos De la razón a la soledad.