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Tugrul Tanyol, Turquía

Entrevista al poeta turco en el 13º Festival Internacional de Poesía de Medellín

Por: Tugrul Tanyol
Traductor: Ximena Londoño para Prometeo

             Inéditos en español

Cem   

(La difícil situación del poeta en Turquía es comparada con las desdichas del Príncipe Cem)

A Mehmet Mufit.

El día se desvaneció, rojas gotas brillaban en sus márgenes.
Anduve por los erosionados jardines de la noche
Bajo una lluvia amarilla, circundado por infinitas rocas,
Los recuerdos estremecían mi corazón, el aroma cobrizo de la huida,
Mi infancia, un salón del trono, mi sultanía perdida en Bursa.
Todas las puertas cerradas, cada puerta un muro.
Al dar la vuelta, vi aquel gran espejo reflejando
La lluvia migratoria de donde emergen el ser y la nada.

El día se desvaneció, rojas gotas brillaban en sus márgenes.
A mi llegada no habían puertas. El ocaso, el muelle,
Lejos de Rodas los cascos sumergidos.
A través de las separadas vigas de mi galera escuché el susurro del viento grabado
Sobre las aguas vastas de mi rostro.

Altas montañas a lo lejos, aquí, caminos escarpados,
El relincho de un caballo, sombrío olor a rosas,
Pasajes secretos bajo las ruinas del templo
Y el coro de muertos petrificados en los húmedos sótanos.
¿Quién visita esos lugares? Viajeros desprevenidos en este amanecer de primavera
Y vírgenes que caminan envueltas en mortajas blancas.

¡Un relámpago inesperado! Aparecieron las puertas
y luego se desvanecieron.
Destrucción y dolor, huida y exilio. Con el aroma cobrizo
De la soledad que emerge en el espejo del tiempo perdido,
Se forjó esta desgracia en mi rostro, este viaje desconocido,
Sentí miles de hierros candentes que quemaban mi piel.

Mi cuerpo suspendido en oscuros tragaluces -
Yo mismo una víctima del sacrificio en un amanecer de primavera.
¡Una lluvia inesperada! La mitad de mi rostro ya borrado.
¡El plomo me enceguece! Estos son mis obsequios nupciales,
Un viento grave se lamenta en las cavidades desoladas.
Las cuencas desoladas de mis ojos- ¿de quién es el turno ahora?
Todos mis compañeros colgados de la jarcia sumergida
de mi barco
¡Oh Mi Celal! ¡Amado Sinan!
¿A dónde va este océano? Nos hemos quedado solos
La lluvia destruye todas las puertas.

Yo, Cem, hasta ayer gobernaba la mitad de un imperio.
Mi imagen se desvaneció en las monedas que forjé
Yo padecí mil muertes, vi mi propio cadáver
Golpeando la orilla.
Caminé con sucias ristras alrededor de mi cuello (el ocaso, el muelle,
Lejos de Rodas los cascos sumergidos) y ahora
No hay lugar para mí en el mundo,
Ni un hogar, ni un palacio, ni un trono, ni un rango.
Dame tu mano, hermano mayor, déjame estar a tu lado,
Llévame adentro, estrangúlame si es necesario,
¡Parte de mí es oscuridad total, parte, una lluvia inesperada!

Los días fueron enterrados en el grito silencioso de un bosque,
En los pozos insondables de su corazón. Coraje:
La oscuridad detrás de mis ojos es una tierra perturbada —Que jamás alcanzaré.

El día se desvaneció, rojas gotas brillaban en sus márgenes.
El relincho de un caballo, sombrío olor a rosas
Y a mi llegada ya no habían puertas.
Habían desaparecido,
Yo, desamparado en el tiempo perdido, fui dejado por fuera.
En este frío, en esta oscuridad desolada
Estoy solo, mis manos son mi única luz.

 

Padres distantes

Algunas noches hay un niño
Que da vueltas silenciosamente en su cama.
La soledad, como la luz del día,
se propaga en cavernas secretas
multiplicando su desolación.

Algunas noches el cielo está lleno de estrellas,
tantas y tan distantes como ellas mismas.
El niño tiembla en silencio buscando el abrigo
de su cobija, en esas horas en que el polvo se disipa.

Algunas noches hacemos largos viajes.
Observamos una puerta que se abre en la oscuridad; el polvo se levanta.
Allí, un hombre se ajela silenciosamente de una mujer;
Allí un niño se acurruca.

Algunas noches los padres se vuelven viejos y distantes.
Es el silencio apagado de una piedra lanzada al agua,
La luz de la luna, sombras, un barquito de papel.
Algunas noches distantes, detrás de una montaña
la llanura: imagen de un grito en la palma de mis manos.

 

Los días de la amistad se terminaron

Mi alma gitana, frena tu caballo,
no hay lugar adónde ir desde aquí.
Cae la noche; un pájaro con alas de viento
se acomoda con dificultad: ahora es el momento
en que desfallecen los viajeros.

Inclínate, mira en mi rostro
los viejos mapas trazados en mis ojos,
esos viejos caminos salpicados de estrellas,
no más rastros largos y lentos
de caravanas acampando a orillas de los ríos, ni cálidas noches de verano
de errantes ebriedades.

Aquí está el tejado de la noche, la belleza
de la creación desplegándose,
hemos llegado al final de los días
de esa amistad libre y altiva,
cuando dormíamos bajo miles de cielos,
hacíamos el amor y nos multiplicábamos.

¿Qué es este anhelo, que nos devoraba
en habitaciones medio abiertas donde las velas se consumían?
¿Dónde estamos? ¿Qué hora es?
¿De quién es obra esta oscura calle,
esta mortaja blanca como la nieve, este tiempo perdido
que murió repentinamente?

Si yo lanzo una flecha y hago descender la noche,
los días luminosos se arrodillarán a mis pies,
mi corazón se abrirá con las heridas recién lavadas
en tus pechos desnudos,
con un estruendo en la rama más alta del árbol.

Mi alma gemela, frena tu caballo,
hemos llegado al final del camino.

 

Los laberintos de agosto


Los laberintos de agosto, el agua mezclada con el vino
Hemos pasado como una sombra por el patio de tu mano
Con el sol en la frente, cuando tus ojos evocaban los terremotos
Y eran desvestidos por una lluvia fina,
Este ruido, esta luz, este despertar sobresaltado
EI día que gotea suavemente bajo el calor del mediodía
Entre dos aplausos
Queda encerrado en nuestros párpados,

Es de un mar lejano del que hablamos
Como una ola que se quiebra sobre tus pies
Un vasto agosto es un laberinto cuando sales de é1
Caminas hacia el bosque
El día acaba allí donde te detienes

Por ejemplo, tus párpados.
Allí donde se abren cae de pronto el telón y termina nuestra escena
Digamos que es un día jamás iniciado
Que son esperanzas jamás realizadas durante nuestras pobres noches
Es un silencio como el de una campana que divide la oscuridad
Y una fortaleza de la antigüedad se derrumba suavemente tras él

Ahora el edificio tiembla bajo golpes pesados
Las alas de mi caballo caen, las puertas se hunden
El tiempo es un sueño de largo cuello
Mientras la mirada golpea contra una lluvia de arena y regresa
Ahora se encuentran detrás de un vidrio esos pasos cadenciosos
Esta larga fila de esclavos en caravana
Con los pies salidos de un laberinto polvoso

Los laberintos de agosto, olores de acero y de oxido
¿Quién puede medir el sedimento del vino?
¿Cómo puede uno aumentar la soledad?
Esta bandada de pájaros sobre las rejas de la noche
No se sabe que noche llegará a envolverse en ella

No debes rechazar así lo que has acumulado en ti
Eres pequeño, la oscuridad te confundiría
Toma tus ojos y luego olvida tu voz
En el seno de una calle
En la ebriedad de un momento

Es una sonrisa roja agosto.

 

Tomo el día de la mano


Tomo al día de la mano
Es tan tímido
Si no lo detengo caerá en la oscuridad
Los amores allí también caerán
Solo el odio tocará sus puertas

El redoble sordo del tambor sube suavemente
Los árboles caen uno por uno, el bosque se hace menos denso
Toma mi mano, toma mi mano o
Este silencio monstruoso; este miedo, esta muerte...

Los pasos impacientes no se acercan ni se alejan
Las nubes grises son inciertas; cuándo lloverá
Pero dónde están los rayos, los gruñidos de los truenos
Solo éste tambor con su redoble sordo
Este puño que penetra suavemente mi piel

Tomo al día de la mano
Mi mano arde como inflamada
La oscuridad arde roja, sombría, olor de carne, cenizas y sangre
Todo esto se desprende de las chimeneas de la ciudad
Y se disipa sin cesar
Pasa sin cesar bajo las puertas
Envuelve sin cesar las torres
Se filtra sin cesar en las calles
Crece, crece, crece
Este silencio monstruoso, esta locura, esta muerte

En los obstáculos de mi cerebro
Aumentan los ruidos de martillo
Y resuena en las plazas de la ciudad
El clavo que besa apasionadamente la madera

La vida se balancea en su sudario
Como un bebé
Que duerme en los brazos del cadalso ascendente

                    Traducciones de Mónica Mansour


Tugrul Tanyol nació en Estambul, Turquía, en 1953. Estudió Sociología en la Universidad de Bósforo y fue profesor de la Universidad de Marmara, en Estambul. Es considerado una de las más prominentes figuras de la nueva poesía en los años 80s. Ha publicado varios libros de poesía, entre ellos: Catch the Day by its Hand (1983); The Labyrinths of August (1985, Necatigil Prize); The Phoenix in the Water (1990); Chamber Music (1992); The Cold Palace of the Faithless Nymph (1995). Los cinco libros fueron recogidos en 1997 en un único volumen: Collected Poems. En 1980 Tanyol colaboró en la publicación de dos influyentes revistas de poesía: Üç Çiçek (Three Flowers) and Poetika. En 1995-1996 fue Vicepresidente de la Unión de Escritores de Turquía.

Última actualización: 02/03/2022