Kishwar Naheed, Pakistán
Por:
Kishwar Naheed
Traductor:
Ximena Londoño para Prometeo
Inéditos en español
Hablando conmigo misma
Castígame por haber escrito el significado del sueño
en mi propia sangre he escrito un libro guiado por una obsesión
Castígame por haber pasado la vida santificando el sueño del futuro
he vivido soportando las tribulaciones de la noche
Castígame por haber impartido el conocimiento y las destrezas
de la espada al asesino
y por haber demostrado a la mente el poder de la pluma
Castígame por haber desafiado al crucifijo del odio
Yo soy el resplandor de las antorchas que arden contra el viento
Castígame por haber liberado a la feminidad de la locura de la noche alucinada
Castígame porque si yo vivo tú puedes perder el rostro
Castígame porque si mis hijos levantan sus manos, llegará tu fin
Si una sola espada se desenvaina para hablar, llegará tu fin
Castígame por haber amado la vida nueva en cada respiración
Yo debo vivir mi vida y la habré de multiplicar más allá de sí misma
Castígame porque entonces, la sentencia de tu castigo llegará a su fin
Nosotras, mujeres pecadoras
Somos nosotras, mujeres pecadoras,
quienes no sentimos temor ante la
grandeza de aquellos, los señores de hábito.
Quienes no vendemos nuestras vidas,
quienes no inclinamos la cabeza,
ni juntamos nuestras manos en señal de devoción.
Somos nosotras, mujeres pecadoras;
mientras aquellos que venden la cosecha de nuestros cuerpos,
se exaltan, se vuelven distinguidos,
se convierten en simples príncipes del mundo material.
Somos nosotras, mujeres pecadoras,
quienes salimos levantando la bandera de la verdad
contra la barricada de mentiras esparcida sobre las avenidas;
quienes encuentran historias de persecución
apiladas en cada umbral,
quienes se dan cuenta que esas
lenguas que podrían hablar,
han sido cercenadas.
Somos nosotras, mujeres pecadoras.
Incluso si la noche nos persigue
estos ojos no habrán de apagarse.
No insistan en volver a levantar
la pared ya construida.
Somos nosotras, mujeres pecadoras,
quienes no sentimos temor ante la
grandeza de aquellos, los señores de hábito.
Quienes no vendemos nuestros cuerpos,
quienes no inclinamos la cabeza,
ni juntamos nuestras manos en señal de devoción.
Un palacio de cera
Antes de casarme
mi madre solía
tener pesadillas.
Sus gritos de terror
me estremecían.
Yo la despertaba
para preguntarle:
"¿Qué sucede?"
Con los ojos en blanco,
ella me miraba fijamente.
No podía recordar sus sueños.
Una noche, una pesadilla la despertó,
mas ella no profirió ningún grito.
Yo le pregunté:
"¿Qué sucede?"
Me abrazó con fuerza, con temor silencioso.
Abrió los ojos y dio gracias al cielo.
"Soñé que te ahogabas", me dijo,
"Y yo me tiraba al río para salvarte."
Esa noche, un relámpago
mató a nuestro búfalo y a mi prometido.
Luego, una noche, mi madre se durmió
y yo permanecí despierta
mirando cómo abría y cerraba sus puños.
Trataba de asirse de algo
sin lograrlo y lo intentaba de nuevo.
La desperté,
pero se rehusó a contarme el sueño.
Desde ese día
no he podido dormir tranquila.
Y me mudé al otro patio.
Ahora ambas gritamos
en medio de nuestras pesadillas.
Y si alguien nos pregunta,
simplemente decimos
que no podemos recordar nuestros sueños.
La hierba en realidad es como yo
La hierba también es como yo,
tiene que desplegarse sobre la tierra
para satisfacerse a sí misma.
Pero su humedad, ¿qué manifiesta?
¿Un árido sentimiento de vergüenza
o el calor de una emoción?
La hierba también es como yo.
Tan pronto como logra erguirse,
la podadora,
obsesionada por convertirla en terciopelo,
la corta de nuevo.
¡Así se empeñan
en abatir a la mujer!
Pero el deseo de manifestar vida
no desaparece,
ni en la tierra ni en la mujer.
Reciban mi consejo:
la idea de hacer un camino, es buena.
Aquellos que no soportan la ardiente derrota de su coraje
son trasplantados en la tierra.
Es así como se vuelven poderosos;
pero no son más que paja, no son hierba.
La hierba también es como yo.
Kishwar Naheed nació en 1940 y es indudablemente una de las más conocidas mujeres poetas en la moderna poesía Urdu, responsable de establecer una auténtica voz femenina, la voz del deseo femenino en la poesía Urdu. Kishwar Naheed es una poeta que lucha contra el autoritarismo en todas sus manifestaciones; esto puede ser visto en sus poemas. Es también, traductora y editora. Algunos de sus libros son: Raat Ke Musafir, Director Qaumi Council Bara-e- Farogh-e-Urdu Zaban, New Delhi, 2011; Sher Aur Bakri, Maktaba Payam-e-Taleem, New Delhi, 2012; The Distance of a Shout, 2001 Algunos honores a los que se ha hecho acreedora incluyen: Adam Jee Award for Literature, UNESCO Prize for children's literature y The Best Translation Award from The Columbia University. The price of looking back (1987) es uno de sus libros publicados.