Ron Riddell, Nueva Zelanda
Por:
Ron Riddell
Traductor:
Carlos Bedoya
Poema inédito en español
De Love Songs for the Dead
Canción para Dylan Thomas
I
¡La página, la página, la sagrada página!
¡Todo loor, todo loor, la tábula rasa!
¡llena las fisuras, llena los espacios!
Tierra, mar, aldea, cielo
sostienen el homenaje:
devoción y amor... son
el soporte de una raza serena,
amamantada y orientada por la lenta furia del sol
¡Suenen las campanas! ¡Resuene el tambor!
en aldeas, ciudades y países
por este poeta del pueblo
por toda su inspiración y su sueño en espiral a la deriva.
II
¡Tan sólo míralo ahora!
Inclinado ante la página,
Con inestimable cuidado,
Con paciente sutileza,
Haciendo sus labores cotidianas;
dando forma a sus cantos de alabanza...
¡Escucha la música inmortal
escapando de su boca dadora de gracia!
Siéntate con él a la mesa:
toma la hogaza, parte el pan
¡Y has una cena memorable!
III
Una casa-bote flotando
sobre el mar
un país idílico
sobre el estuario...
un lugar, un espacio
al final de un sendero,
abierto hacia el cielo
el reflejo de la marea de luz acuosa
abre la puerta de un camarote
una mesa, una silla,
manchas de café, viejas velas de cera
trozos de papel sobre el suelo...
un lugar, un espacio, vasto como la gracia,
para místicas citas de medianoche,
con paredes cubiertas
de oraciones; formadas por
el amor ofrendado allí
por su redentor todo poderoso...
Y el verdadero precio incierto...
pues al comienzo el don fue simple,
una cierta alegría y sostén
¡No obstante al final del día
la necesidad continuaba al mismo precio!
los secretos frutos del corazón
bien pueden diferenciar a un hombre de otro.
IV
¡Yo, por medio de esta acción, doy gracias a Dylan Thomas!
por el aliento de su palabra;
por los monumentos que erigió,
esculpidos libremente en granito galés:
piedras de amor, carencia y sacrificio,
erguidos firmemente contra la opresión del Atlántico-
el deterioro del viento y la humedad...
Por medio de esta acción, alabo sus labios,
azul azabache y bronquiales,
Ofrendando, ofrendando
una libación de amor
un credo de compasión.
¡Que retumbe la banda!
Has que todos los valles se estremezcan
con un jubiloso himno galés
Oh, déjanos hablar abiertamente;
puesto que el espíritu del poeta
se mueve entre nosotros
¡Plenamente nos conmueve!
V
Mira las señales en el corazón de Dylan
las cicatrices de amor, pena y pasión;
de días inmemoriales;
de anhelo, juventud y gracia.
El corazón se agranda; ya no es
abarcado por su cuerpo.
Aún en su plenitud,
pueden percibirse las voces
de la poesía: de la gente,
riendo, llorando, cantando,
suspirando
VI
En Laugherne dobla una campana:
un lamento de gaviota se desliza
a través del mar batiente, donde
ondulan botes marinos y gorras blancas.
Sendero abajo, en un instante de quietud
la mirada atónita del peregrino recorre su camino:
abre la puerta, desciende
rumbo al cobertizo y a la casa,
hacia la puerta, hacia la ventana,
y en un instante sublime deja
que el poeta lo arrebate
goza del sagrado encuentro entre
los vivos y los muertos...
VII
¡Oh belleza que palideces
ante la ráfaga de la fortuna!
¿Qué queda del soñador?
¿Qué queda de su abrigo harapiento;
del pueril encanto, de los
encantamientos délficos?
¿Qué permanece de la alquimia;
el híbrido, el artificio, las artes secretas?
¿Las líneas de la canción atravesando el océano y la tierra?
Qué queda del "Dylan´s Walk";
de su peregrinaje de la palabra,
y los renovados gongs matinales;
La canción reinstaurada
del cielo y la tierra
y las brillantes luces danzantes...
Qué queda, qué queda...
Has repicar la campana alta y clara.
Breve sueño
Este sueño de
sentarme junto al mar
contemplando el bote
que cruza el horizonte
inmensas olas de antiguos arcoíris
y bancos de maderos que flotan
este sueño donde
el tiempo no transcurre y
nada permanece
este sueño de islas
costeras, promontorios de
sueños que no han de perdurar mucho
Casa de sueños
Sombreado por cipreses un sendero de verano
nos ha conducido a una casa pletórica de luz…
Blancas piedras calcinan mis pies.
Aún sin siquiera tomar forma entre sombras
los sueños se han desvanecido.
Entro a la casa a descansar
y sueño que aún camino
hacia el lugar donde duermo
Ha caído la noche:
la calle se ha vuelto un río
cuyas piedras enfrían mis pies.
al llegar a la casa
está vacía: las ventanas abiertas acogen
la luna, las estrellas, el mar.
sueño que el sueño se ha convertido en verdad
cuando alguien llega
me sorprende y
de súbito no soy más
aquel que solía creer
que era.
A veces
A veces conviene dejar de pensar
es bueno dejar de hablar
conviene dejar de actuar
es bueno no jugar más
A veces conviene dejar de hacer
es bueno dejar de cortejar
conviene dejar de avergonzarse
es bueno dejar de lamentarse
A veces conviene parar
contemplar las hojas
en torno a la ventana
sutilmente mecidas
por el viento
Ron Riddell nació en Auckland, Nueva Zelanda en 1949. Es poeta, pintor y percusionista. Actualmente dirige una librería especializada en poesía internacional que organiza recitales de poesía en Auckland. Su obra poética incluye once libros, entre ellos: Beads (Parnassus Press, Auckland, 1975), Paths of Fight (Writer and Artists Press, Auckland, 1980), Michelangelo Dreams (Puriri Press, Auckland, 1997), Azul Amarillo (Cedma, Málaga, España, 2007) y Planet Haiku (Casa Nueva, Wellington, Nueva Zelanda, 2008), El Milagro de Medellín y otros poemas (Casa Nueva Editores, 2002). Participó entre otors, en el Festival de Poesía de Tokyo, en el año 2000 y en el Festival Internacional de Poesía de Medellín en 2001.
Ha publicado 21 volúmenes de poemas, ha escrito tres novelas y dos obras de teatro. Cinco de sus libros han sido publicados en edición bilingüe (inglés – español) en Colombia, Costa Rica, España y Estados Unidos.