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Kwang-Kyu Kim, Corea del Sur

En primer plano el poeta Kwang-Kyu Kim, en el 12º Festival Internacional de Poesía de Medellín

Por: Kwan-Kyu Kim
Traductor: Jona y Tobías Burghardt

País de las neblinas

En el país de las neblinas
siempre entre neblina
nunca pasa nada
Y si pasara algo
no se puede ver nada
por la neblina
Cuando se vive entre la neblina
uno se acostumbra a la neblina
y ya no quiere ver nada
Por eso, en el país de las neblinas
no querrías ver
hay que oír
no puedes vivir, sin oír
y las orejas comienzan a crecer
Gente como conejos
con orejas blancas de neblina
habitan el país de las neblinas

 

Monte de ánimas

En mi pueblo natal había un monte extraño.
Era el monte de ánimas y nunca nadie lo escaló.

El monte de ánimas no era visible de día.
Mientras que una niebla densa cubría la mitad de abajo,
las nubes tapaban lo que sobresalía; sólo
nos quedaba adivinar dónde se ubicaba.

Tampoco se ve de noche el monte de ánimas.
En despejadas noches claras a la luz de la luna y con estrellas uno
sí podía echar una mirada fugaz a su figura negra,
pero era imposible decir su altura o su forma.

Un día me sobresaltó el deseo repentino de ver el monte
de ánimas -nunca abandonó mi corazón- tomé
el bus rápido a mi pueblo natal. Pero cómo me cuesta
decirlo, el monte de ánimas había desaparecido por completo, y al
preguntar a los habitantes del pueblo, ya desconocidos para mi, juraban todos,
que en esta región nunca había habido semejante monte.

 

Espíritus

Pssst

Mira el coche negro
que se avecina por la oscuridad
Mira este hombre en ropa cotidiana
que desaparece fumando por el callejón
Mira estas manchas de aceite extendiéndose por el suelo desolado
Mira estos pedazos de hierro diseminados por la calle

Si no ven los rasgos de los espíritus
deben de ser ciegos

Están en el polvo suspendido, en el cemento
que se asienta con cada respiro en el pulmón
hasta ahogarnos finalmente

Si no oyen las voces de los espíritus
deben de ser sordos

Oigan las voces de aquellos cadáveres
que se pudren hundidos en el agua
Oigan las voces de aquellos cuerpos maltratados
colmar por cada chimenea el cielo
Oigan el quejido de la boca terca, que no abre los labios hasta el fin
Oigan resonar los gritos de las órdenes del desfile por la serena plaza sin árboles

Pssst

 

Muerte de un cangrejo joven

Un cangrejo joven
capturado junto a su madre tropieza del cesto de un vendedor
mientras los cangrejos grandes penden de una cadena de paja
escupiendo espuma y matraqueando inútilmente con sus tenazas
huye, gatea de costado por el asfalto
en busca de su niñez, el juego de las escondidas en el lodo,
la libertad del mar
Estira sus ojos, mira por todas partes
y luego muere bajo las llantas del camión militar
totalmente aplastado

Donde se pudre su cadáver, de un lado en el polvo
asciende una luz celestial que nadie vislumbra.

 

Pasos en la oscuridad

Parecen despertarse, frotándose los ojos, cuando
comienza a madrugar. Entre ellos muchas caras que también conozco.
El viejo director de la escuela de música tradicional se pasa
la mano por la barba con dignidad sobre el sofá de su sala. La
abuelita de Nuha-Dong remienda un calcetín, puesto 
sobre una perilla rota.
No te metas con la política, así pasa mi padre el tiempo, hojea
almanaques antíguos y se ocupa de su chacra.
Mamá, que padeció un síncope cosechando arroz, todavía está acostada
delante de la puerta de la alacena. Mi hermana mayor
se inclina una y otra vez orando por los muertos al
Bodisatva del Ultramundo.
La mascarilla de los excelentísimos políticos Kim Gu y Chuksán –
uno sangrando aún por el atentado, el otro colgado – también están
allí. Amigos, que perdieron sus vidas en la Revolución de Abril,
deambulan hasta hoy en sus figuras juveniles, luchadores
que se quemaron de protesta, sufren graves quemaduras.
Por lo tanto a medianoche no sólo nuestra casa y la hacienda, sino que toda
la ciudad y la provincia, montañas y campos, ríos y mares,
están llenos de muertos, es muy difícil esquivarlos.
Por eso es pesaroso caminar por esa espesa oscuridad.

 

Nacimiento de una roca


¿Habrá rocas
en el valle más profundo
que nadie haya pisado?
Fui a las montañas
en busca  de una roca
que desde el principio del tiempo esté sola, sin ser vista.

Bajo pinos remotos
a la ladera sin sendero
había una roca
¿Hace cuánto
estará
esta roca vestida
de musgo
aquí?

¿Dos mil años? ¿Veinte mil? ¿O doscientos millones?

No
de ninguna manera

Si realmente nadie la ha visto hasta ahora
entonces 
esta roca
desde ahora está
aquí

En el instante
que la ví
nació la roca


Kwang-Kyu Kim nació en Seúl, Corea, en 1941. Poeta, profesor universitario y traductor de Heinrich Heine y Bertolt Brecht, entre otros. Realizó estudios de Lengua Alemana en la Seoul National University, idioma que enseña en el Departamento de Literatura de Hanyang University. Libros de poemas publicados: Shiron (1975); Urirul choksinun majimak kkum (1979); Anida kurohchi ant´a (1983); K´unaksanui maum (1986); Chompaengich´orom (1988); Aniri (1990); y Mulkil (1994). Una selección de sus primeros tres libros fue traducida al inglés y publicada en Inglaterra bajo el título de Faint Shadows of Love (Forest Book, 1991). En sus poemas abundan el humor, la ironía, la sátira, y la pasión ecologista, elementos que le dan un lugar singular entre los actuales poetas coreanos. Ha recibido el Premio al escritor de hoy (1981), Premio de Literatura Nokwon (1981), Premio de Literatura Kim Soo-young (1984), Premio de Literatura Pyeon-un (1994), Premio Daesan de Literatura (2003), Premio Literario Isan (2007).

Última actualización: 10/12/2021