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Alberto Vélez (Colombia)

Por: Alberto Vélez

PROMETEO
Revista Latinoamericana de Poesía
Número 64. Enero de 2003

 
 

 


De La palabra buscada
   

Cartas a Cóatl

I

Mi mundo es pequeño, Cóatl,
Como un geranio o un guijarro.
Me ocurren tan pocas cosas.
Otros viven las aventuras del
Cuerpo y del espíritu. Yo callo
Y me tiendo en mi orilla.

Pobre orilla la mía: un cuarto,
Un trabajo aburrido, pocos sueños.
¿ Cómo puedo vivir así?
No lo sé. Los días se suceden
Casi iguales, diferentes solo por
Las lluvias o el sol,
Por un matiz de luz.
Ya casi soy un viejo, Cóatl.
A veces quisiera alegrarme.
Pero en este país de sangre
La alegría nace sucia.

No es que mueran nuestros mejores hombres.
Mueren todos. Los peores también.
Y nos quedamos con la rabia
Y la tristeza. Estoy desolado.

II

Llueve, Cóatl. El mundo
Es húmedo esta noche. Ah, la
Humedad, tan cercana de la
Muerte, tan novia suya.
Y sin embargo no es muerte
Lo que presagia esta lluvia
Sino germinación. Tic tac
Sobre los techos; alguna rana
Se une a la alegría.
Mi corazón reposa de la pena.

III

No sé si conoces el amor.
Yo lo he vivido.
Sentí en mí su honda pezuña.
La plenitud abrió soles en mi carne.
Ya pasó todo.
Estoy vacío.
Pero sé que
Dentro acechan fuerzas,
Me esperan rostros.

De esa espera me alimento.

IV

En la gastada noche, pronuncio tu nombre,
Como orando.
Sangre y vergüenza alimentan
La halitosis del siglo,

Que crece y
Mata la risa de los niños.

La vida es hoy un Charco de hediondez, casi un osario.
¿Cómo orar, Cóatl? No conozco ya
las palabras para hablar a los dioses.

lloro, gimo,
intento una súplica. Pero sólo logro

mascullar frases vacías. Estoy perdido:
ni la oración acude a mi poema.

Lección de Filosofía

Si el cielo cae
Es una fruta. Si no cae, un árbol.
Puedes trepar o devorarlo.
A tu gusto. Depende de tu esfuerzo.
Pero no es fruta fácil ni árbol cómodo.
Tiene sus trucos, sus caminos torcidos.
Si pones tus pies sobre las ramas,
La madera se hunde.
Si al mirar la fruta ya la
Tocas, la poma es
Mariposa que alza el vuelo.
Así sucede.
El cielo es tiempo esquivo.
No se deja someter.
Pero nada pierdes si contemplas el árbol
O la fruta hasta que en tu cabeza
La selva se haga imagen.


Alberto Vélez nació en Medellín en 1957. Abogado de la Universidad de Antioquia. Su libro Para olvidar de memoria recibió el Premio Nacional de Poesía de esa Universidad en 1982 . Y con el libro Ávida palabra recibió el Premio de Poesía Latinoamericana Revista Plural de México, en 1987.

 

 
Última actualización: 26/03/2021