Adonis, Siria
Por:
Adonis
Traductor:
Pedro Martínez Montávez
Voz
Cae entre los remos y entre las rocas. Se encuentra con los descarriados en las jarras de las sirenas y en el murmullo de las conchas. Proclama la resurrección de las raíces, la resurrección de nuestras bodas, de los rapsodas y de los puertos. Proclama la resurrección de los mares.
Entre el eco y la llamada
Se esconde entre el eco y la llamada. Se esconde bajo la escarcha de las letras. Se esconde en la ansiedad de los errabundos. Se esconde entre las olas, entre las conchas. Y en el instante mismo de la mañana le cierra las puertas en los ojos y se esconde, pone su lámpara de una montaña que había perdido, desesperado, y se refugia.
La herida
I
La hoja dormida bajo el viento
es un barco para la herida.
El tiempo perecedero es la gloria de la herida,
y el árbol que sube por nuestras cejas
es un lago para la herida.
La herida está en los puentes
cuando se alarga la tumba,
cuando se alarga la paciencia
entre los bordes de nuestro amor y nuestra muerte.
La herida es un gesto.
Está en las travesías.
II
A la lengua de timbres asfixiados
yo le otorgo la voz de la herida.
A la piedra que viene de lejos,
al mundo seco, a la aridez,
al tiempo transportado en camilla de hielo,
le enciendo el fuego de la herida.
Y cuando la historia arda en mis vestidos
y las uñas azules crezcan en mi libro.
Cuando le grite al día:
¿quién eres tú?,
¿quién te ha arrojado en mis cuadernos
unos ojos de polvo.
Oiré decir a alguien
y en mi tierra virgen?,
notaré cómo brillan en mis cuadernos
unos ojos de polvo.
Oiré decir a alguien:
Yo soy esa herida que comienza a crecer
en tu historia pequeña.
III
Te he llamado nube,
¡oh herida y paloma del adiós!
Te llamé pluma y libro.
Y es ahora cuando empiezo a dialogar
con la lengua hundida
en las islas viajeras,
en el archipiélago de la vieja caída.
Es ahora cuando enseño a dialogar
al viento y las palmeras ,
¡oh herida y paloma del adiós!
IV
Si en el país de los espejos y los sueños
tuviera un puerto.
Si poseyera un barco
y los restos de un pueblo.
O una ciudad tuviera
en el país del llanto y de los niños.
Haría con todo ello
una limpia canción para la herida.
Aguda como una flecha
que traspasara árboles,
piedras y firmamentos.
Tan tierna como el agua.
Igual que la invasión,
desafiante,
atónita.
Diálogo
-¿Quién eres tú, Mihyar, a quién eliges?
Adonde te dirijas, está Dios o el abismo satánico.
Un abismo que va, un abismo que viene.
El mundo es elección.
-No elijo a Dios ni a Satanás:
son un muro los dos,
me cierran ambos los ojos.
¿Voy a cambiar un muro por otro muro?
Tengo la perplejidad del que ilumina,
la perplejidad de quien conoce todo.
El pie de los niños
Te doy, jaca alazana que alimentamos
de chumbos y cizaña,
el rebelde y el fuego.
Te doy puertas y vientos,
te doy los juegos,
el sueño, los cuadernos amarillos,
la letra y la escritura
en las cámaras de la sapiencia y los proverbios.
¡Oh sol!, Oh duende de las cascadas
y de las nubes!
¡Pie de los niños!
Adonis nació en Qasabin, Siria, en 1930. Después de pasar once meses en prisión, acusado de actividades subversivas, en 1954, abandona su país de origen y adopta la nacionalidad libanesa. En 1956, instalado ya en su patria de adopción, funda en Beirut la revista Poesía, e inicia una intensa labor literaria que abarca una docena de poemarios y que arranca con Primeros poemas, de 1957.
De su obra se destaca el Libro de las huidas y mudanzas por los climas del día y la noche (1965), El diván de la poesía árabe (ensayo en tres volúmenes, de 1964) y Canciones de Mihyar el de Damasco (1961), su obra más significativa y el primer libro traducido a diversas lenguas europeas. Después de una breve estancia en Nueva York, el poeta publica, en 1971, Epitafio para Nueva York. Ha cultivado también la crítica y el ensayo literario en textos como Introducción a la poesía árabe, Lo permanente y lo mudable, Poesía y poética árabes o La palabra de los orígenes.
Según Pedro Martínez Montávez, traductor de Canciones de Mihyar el de Damasco, la grandeza de la poesía de Adonis radica «en su concepción y sentimiento de la lengua, definitivamente cristalizada como patria indiscutible, trascendental, indagada, poseída».
Ha sido varias veces candidato al Premio Nobel y se le otorgó en Macedonia el Gran Premio de Poesía, la Corona de Oro de Strugga Poetry Evenings.