Tuðrul Tanyol (Turquía, 1953)
Tuðrul Tanyol (Turquía, 1953)
La magia se ha ido
La magia se ha ido, el barco que agitaba el agua
la magia se ha ido, allí está el mar, la luna llena
no obstante ha terminado, se ha ido, el durmiente despertó y pudo ver
la magia se ha ido, el anciano se volvió hacia la voz que lo llamaba
se redujo a la frágil armazón de su cuerpo
la piedra se detuvo en su caída, la fruta se marchitó en el árbol
antes de que pudiera llegar a ser una mujer, nuestra amada envejeció
deambula en una noche despejada como un hombre insomne
es una estrella titilante, el reflejo del árbol
como algo que penetra tu corazón, quizás
lo invisible se hizo visible, la voz temía a su eco
la sombra no pertenecía a nadie, el águila encontró a su presa
donde las crías del zorro se ocultaban antes de poder huir
murió de nuevo, con la esperanza de volver a ser joven allí
mil veces la luz estalló en todos sus colores
la cueva se llenó con las palabras que gritamos mil veces
S
Saboreo leches extraídas
Adquieres el color de las piedras que se enfrían
de esta oquedad parda entre tus senos corre mi sangre
me hundo en tu bosque desierto donde nadie ha entrado jamás
eres una tigresa y yo una bestia que agoniza frente a ti
oigo una serpiente reptar en los arbustos oscuros
de tus ingles tensas se desprende ese olor de seda, ese veneno
que roza mi mano, si lo toco se dispersará en escamas
y la noche volverá a encontrar el día, la espada su vaina
como el fuego que cae sobre una hoja y abrasa al bosque
la vida y la muerte me llaman
una ola se transforma en caballo
un caballo relincha y se vuelve polvo
más allá de los peñascos, sobre los bastiones de una fortaleza jadeante
de furor
mi amor se enraíza en las ramas hembras de las palabras y las voces
mi cabeza se estrella contra las espumas y las conchas muertas
de las estatuas de bronce y de la loca desnudez
tu piel se convierte en un inmenso país en mis palmas
una caverna aislada...
para descansar un poco
y despertar de nuevo
sucedidos los largos descubrimientos
La imagen del fénix en el agua
El invierno frío de la pena, el deseo que se mezcla con el río
el árbol tomaba la forma de la lluvia, de lejos nos equivocábamos
el tiempo sube el tono ahora en las hierbas ralas
el dolor de la vida pasó por aquí trazando un surco en la tierra
en los recodos, con sus alas heladas y desnudas
el fénix que sueña con el cristal del agua
nuestras voces buscándose en la lejanía
las barcas que el río lentamente hacía flotar
rebosante de cantos de oro joyas ágatas ámbares amarillos
todo eso olvidado sobre los caminos que se extendian tras nosotros
los ebrios recuerdos haciendo desbordar un viejo vino
de rosa el color de un fino kanun
y el viento que se inflama
regándose de jardines al rozarlos
permanecía allí donde los días desembarcaban
en el presagio cálido de las huellas y de la arena
una voz reflejaba su destello en otra voz
una montaña lanzaba su sombra sobre otra montaña
el día comenzaba cuando se dispersaba
el polvo de ese rebaño solitario
y se prolongaba el exilio que el árbol murmuraba
a otro árbol a lo largo de los caminos
la multitud desciende de las barcas ya atracadas
y, dejando su sombra detrás, se transforma suavemente en una imagen
mientras que el hielo de la orilla se funde a lo lejos
devuélvete para mirar por última vez a los niños que recogen el rastro que
has dejado
de una vieja casa, de una torre de esmeralda
el viento envuelve las palabras de mujeres amadas y luego olvidadas
y nosotros hemos cruzado esta noche silenciosa
sobre su techo resonaban miles de voces
para ir a tu encuentro oh desconocido
en adelante guardaremos el silencio, así hablemos
quién podría comprender nuestro dolor
oh tu fénix que esparces tus cenizas en tu color reflejado en el agua
el torrente del río se ha secado desde hace tiempo
nuestras cenizas sin embargo se buscan siempre.
Visión del interior de una ciudad
Como un río inmóvil, la ciudad corre hacia sus aguas oscuras
Mi mirada distante sube ahora en los trenes de la noche solitaria.
lluvia
el arsenal
Sé, en este momento
He aquí los luchadores sin caballos de un ejército de solitarios
Desciendo derecho y busco el mar por una calle estrecha
la lluvia sobre mí
Al pie de un árbol solitario, escucho
detrás de los días antiguos de piel pelada
el ejército sombrío de voces caídas con sus sonrisas marchitas
Bandidos cubiertos con abrigos espesos
jauría de lobos que se derrama de las montañas, exilados de las
llanuras nevadas
para ahogarse en las aguas oscuras de la ciudad.
En este momento sé que algunos salen de la vida de algunos y otros
entran en la vida de otros
veo sus ojos cansados y oxidados
sus manos extendidas a la noche
Sobre una calle estrecha descendiendo hacia el mar
la lluvia arrastra a algunos
hacia los caminos alejados de los otros.
esta lluvia es la lluvia cálida del abandono y la tristeza
de una enorme nada detrás de las voces que se persiguen agitadas
como si huyeran de algo o de alguien
sombras agrandadas por las lámparas de la estación temblorosas bajo la
su soledad que cae y roe mis labios
las calles
las lámparas de las estaciones
los travesaños que vacían sus esperanzas cada noche en los muelles
los últimos cuartos de luces apagadas
el amor y la pena.
Como un río inmóvil, la ciudad corre hacia sus propias aguas oscuras.
un tren cargado de sueños imposibles empieza a moverse en la noche
Un navío se larga hacia la noche y el país oscuro de las estrellas
En todas partes a cada instante alguien se separa de alguien
En todas partes a cada instante alguien encuentra a otro
Todos los caminos inspiran... y expiran, lentamente.
El tapete de oración extendido en la oscuridad
en el que la Meca es un reloj roto
En la profundidad sin fondo de un espejo completamente empañado.
La jauría de lobos que se derrama de las montañas, exilados de las
llanuras nevadas,
los sonidos de campana
la comida
la muerte que se filtra en el último cuarto
Toda cosa corre con gran agitación hacia la ciudad
para ahogarse en sus aguas oscuras.
Traducciones de Pablo Montoya