Martha Gantier (Bolivia)
Por: Martha Gantier
Potosí
De tanto esperarte
acurrucada entre las mantas
de mis dioses rotos
me crecieron ciudades
con ojos de vicuña.
Extraños hombres
entraron a mi cuerpo,
en mi cielo nacieron
estrelllas mestizas
y mis lágrimas
brincaron al yunque de herreros blancos.
Ninguna sangre tuya,
ninguna sed,
ni siquiera la del karkancho
asoman a la margen de mi río.
Un aliento de copagira
empaña mis calles
Ay! De tanto esperarte.
Los retratos
En cada piedra
hay el rostro de algún dios
y el más allá está frente a nosotros
cada guijarro es el verso frustrado de los que ya se fueron,
en cada montaña
hay un amor eternizado.
eso ya lo sabían esos indios de plumas coloridas.
Elejía de Juckumary
La memoria de la piedra
Silencio doloroso
aroma de ausencia,
hueso muerto piel marchita,
cántaros heridos,
oscuridad de tumbas
en sus vientres.
Ayer la piedra tenía olfato
hoy el olfato tiene una piedra
polvo huérfano asoma
a la memoria
del granito
cuchillos de silencio
atraviezan el asfalto
se retuerse el alquitrán,
a medio día
el calor
le recuerda a la grava
que un día fue piedra
y escuchó el paso
de guanacos y vicuñas
de guerreros y tal vez
el silbido de algún juglar enamorado.
Máscara para decir adiós
No impida este adiós
encender cirios
al borde del vértigo,
ni esparcir catleyas
en la vigilia,
si máscara eterna de piedra
ha de tener esta arquitectura de huesos.
Venga el beso
que consuma el último hálito de vida
y clone la lluvia en el asfalto
plumas, tinta y soledad.
Pues no hay miradas ni caricias falsas
entre el tumulto de estatuas tiradas en la tormenta,
y cada tempestad
regala al amanecer un pájaro herido.
Alumbre la noche con su último cerillo
la faz de ese ángel fatigado
que espera al final de la última calle
un beso de adiós.
Ven noche, ven
Apaga ya la vela del día,
decanta este cuerpo
saturado de alquimias arcanas,
canta con tu voz de alondra
la canción de las almas viajeras.
¡Prende las estrellas!
Allí hay una apagada.
Ven y escucha conmigo
al otro lado del muro,
voces enredadas en tibios placeres
sollozan la jornada,
evocan las cuevas de Altamira,
deletrean sobre sus pieles
panteras, gatos pardos,
y otros felinos.
Yo no entiendo ese lenguaje.
Rasga,
rasga ya el cielo de este cuarto
arráncame noche de este cuerpo
disuelve en tu etérea garganta
mi pequeña vida,
oasis de ilusorios sueños.
Ven noche, ven.
“Ringbahn Berlin” 37 km de pensamientos caóticos
A donde quiera que vaya
tu ausencia me persigue.
¿En cuál estación se bajó el amor, que no nos dimos cuenta?
La noche va ataviada de valijitas “made in China”
El viaje es largo…
Un nido es una gran promesa,
también para un gato.
Entrevista:
¿Sobre qué escribe?
sobre la mesa, sobre el muro,
a veces sobre mi carga.
Ringbahn
Cuántos ojos en este tren
ojos que quisieran hablarse
Ojos esquivos, fugaces
Ojos que nos gotearemos
en cada estación,
ojos que no volveremos a vernos.
Un tren cansado del mismo viaje,
regresa de su siempre regreso.
Martha Gantier. Tipuani, La Paz, Bolivia, 1957. Es poeta y cuentista. Recibió en 1979-1980 el Primer premio poesía POEMAS. Algunos de sus libros son: Alba retorna con la niebla, 1990; De la piel del tiempo, castellano-alemán, 1997; De algún lugar de algún cielo, 2000; Remigia la muñeca de trapo, cuento para niños, 2002; Las andariegas de Albalucía: una lectura sin armas ni armaduras (ensayo), 2007.