Floriano Martins (Brasil, 1957)
Floriano Martins (Brasil, 1957)
Anotaciones del cartógrafo
Se busca la fuerza en el tiempo, en sus largas raíces.Una noche me habló Alexander Search de los mapas
que él mismo esbozara, las distancias
que nos unen sin que lo percibamos. En las manos
del tiempo mismo las del alucinado cartógrafo,
explorando la memoria como un baño de aceites.
Paredes desfiguradas, suelo de restos, luz
casi nada. El incienso rastreador. Tejidos urden
el siniestro significado de sus vértebras antiguas.
Nada estaba descrito o clasificado, atormentado
mundo de insinuaciones. Allí no éramos sino bestias,
anotaciones basadas en nuestra propia estupidez.
Su mano, sin embargo, seguía trazando la contradicción
entre arte y ciencia. No estamos retocando
los viejos traumas me dice, mas si eligiendo
mejor nuestros equívocos, y siguió convincente.
Otras formas de extravío
¿Cuál es el soplo quemante de tu eternidad?Ahora estamos a la medida de la ruptura.
Tomar nota del vuelo para identificar el ave,
los gemidos del fuego que suena feliz en su función.
Ahora es indagar de la virgen dónde recorrer
la llama de su origen, el incierto buceo
en los párpados reflejados de sus visiones.
Para ella, todo sentido es movimiento. Más breve
aquél que le toque antes que lo perciba.
Se desata la animada criatura en apariciones,
velada por sus ídolos, que no nadan
como las criaturas de Santa Teresa.
Apenas el río, circundado por la sombra
de su fino papiro que se escribe a sí mismo,
mares a hilo. ¿Quién te envía?, si no quieres
ser la medida de tu propio extravío.
Raquel
¿Hasta cuándo puedo confiar en tus palabras?
Me pides que busque la salvación en tu nombre,
que desfallezca, aguarde, vague, permita
que me olviden todos. Me ilusiono creyendo en la visión
de tus encantos, y acato atenta tus preceptos.
Para los desengañados, debo abrir amplias fosas.
Y entrego mi cuerpo a aquellos que lo necesiten.
Una vez más padezco, y aguardo, y me vuelvo
nada, un retazo, una sombra perturbada,
hasta que me canse e indague por los siete llantos
de mi alma exánime: ¿un día me consolarás?
Abro la mano y persigo los rastros de mi destino.
Me extravío allí tantas veces que ya no distingo
a mi único suplicio: ¿tú, cuándo me consolarás?
Traducciones de Benjamín Valdivia.