Pia Tafdrup, Dinamarca
Por:
Pia Tafdrup
Traductor:
Thomas Boberg y Renato Sandoval. Francisco J. Uriz
Alegría
Primero está la alegría,
introducida de estraperlo por la frontera
atravesando un túnel estrecho.
La noche está por encima, ahogada en el mar,
metida bajo tierra,
ha pasado miles de años sola.
Olores que ya existían
lo rodean todo,
los caballos bufan en el establo.
Despertarse con luz,
mirar el juego de sombras en el papel pintado,
oír los pájaros en las hiedras y arbustos.
Las voces y risas de los mayores,
una pista de aterrizaje segura
al otro lado de la pared.
Primero está el jardín de la mañana
al sol,
su manera de iluminar al corazón.
Las manzanas caen sobre la hierba cálida,
los insectos ascienden
desde los pétalos de las flores.
Primero está la apertura
que pronto se cerrará,
sin rostro.
Primero está la confianza,
que será engullida con facilidad
por el miedo galáctico.
Primero está la alegría,
que recién nacida mana
hacia el mundo, soñándolo.
Luego le sigue la pena, luego la ira,
y alguien dice:
̶ Que la paz sea con ello.
La vida es la muerte que vendrá,
pero primero está la alegría.
Filo exterior
El lago con los gatitos ahogados,
en él
patinamos, herimos
al invierno espejado.
Filo interior y filo exterior
ejecutados por mi madre
con un niño en la barriga,
patina hacia atrás
sacando el trasero hacia fuera
y los brazos en horizontal,
los patines deslizándose
de lado a lado –
pero sobre todo
el sonido de fresadora
del metal recién afilado
contra el hielo,
un zumbido de chispas de nieve
saltan en la luz.
El lago con los gatitos ahogados,
en él
patinamos
cuando el hielo es lo bastante grueso
para olvidar
las patas que se agitaban en el aire
las garras que se extendían,
los animales ciegos hundiéndose,
pataleando en el saco
con la piedra pesada.
Las burbujas, como largos
ríos
en el agua negra,
donde los anillos tenían su centro
como blanco de tiro,
en el mapa de alcance
de los misiles de Cuba.
La mano de mi madre
Me baño en la quieta luz de una gota
y recuerdo cómo llegué a ser:
Un lapicero puesto en la mano,
la fresca mano de mi madre sobre la mía, cálida.
- Y así nos pusimos a escribir
entrando y saliendo de corales,
un alfabeto submarino de arcos y puntas,
de caracoles espirales, de estrellas marinas,
de blandientes tentáculos de pulpos,
de grutas y formaciones rocosas.
Letras que con sus cilios se abrían paso
vertiginosamente entre lo blanco.
Palabras como lenguados aleteando
y enterrándose en la arenav o anémonas oscilantes con sus cientos de hilos
en un quieto y único movimiento.
Frases como cardúmenes
que se hicieron de aletas y ascendían
y también de alas que en compás se agitaban,
palpitando como mi sangre que a tientas
golpeaba estrellas contra el cielo nocturno del corazón;
fue cuando vi que su mano había soltado la mía,
que yo hacía mucho, escribiendo, me había desasido de ella.
El abrevadero de los sueños
Aquel que tenga oídos para oír
escuchará un mar de música,
una corriente submarina de palabras
que se desliza por la penumbra y desaparece volando
con un recuerdo de nubes,
de sombras, de meandros
y del viento sobre la hierba.
Las aletas transparentes y de fina seda del pez,
una anal, una dorsal y una caudal,
dos ventrales y dos pectorales,
siete alas para viajar a la velocidad de la sangre
a través de los mares del mundo,
noche tras noche,
entre cráneos de delfines, caracoles
y ostras fósiles, entre verdes algas
que durante el día relumbran como una eterna primavera.
Siete colores en un arco iris
para surcar el cielo
como el primer ciervo del año
brincando por los campos.
Siete colores en un arco iris,
trazados con geometría
sobre el firmamento del alma,
mucho antes de que el más antiguo vertebrado
poblara el agua, una era
antes de que los primeros subieran a la tierra
para después dar vida a anfibios,
reptiles, aves y por fin a aquella
que ahora está sentada en silencio, escuchando.
Aquel que tenga ojos para ver
tendrá que escuchar bien
cuando caiga la lluvia, cuando las gotas
resuenen como la luz en la música,
puras como la primera eyaculación del muchacho,
y sobre todo después,
cuando un arco iris acústico
entre formaciones rocosas y altas montañas
ardiendo tenuemente se eleve desde el polvo
desplomándose hacia arriba,
y es entonces que uno, en un palpitante destello azul,
con euforia amará su propia vida,
porque es de uno,
y uno sabe que se cerrará
como la puerta de este poema
que ahora termina dando un portazo.
Traducciones de Thomas Boberg y Renato Sandoval
***
Tiro los pájaros muertos
del estante de la cocina
y me lavo las manos
libre de húmedas preocupaciones
que dejan huellas en todas partes
en puertas y marcos
me caigo
y me lastimo rodilla y manos y nariz
contra el suelo en la casa vacía
reconozco el olor
cuando se agujerea un ángel
La primera letra
Deseo que a tu odio se lo lleve el viento
—o al mío
deseo calma
como la que envuelve
a la primera letra del alfabeto
Deseo ver las venenosas sombras borradas de tu cara
que vuelva a brillar el sol interior
Deseo un idioma secreto entre nosotros
que pueda detener la guerra que hemos mantenido
tu fe contra la mía
un idioma que pueda cerrar mi herida y devolverme el sueño
Soy para ti, amor mío
lo que tú eres para mí
Deseo un idioma
donde confluyan dos ríos
sin preguntarse de dónde
ni adónde
Calma como árboles que crecen
El lenguaje amoroso
El lenguaje amoroso que hablas
con rápidos cuchillos imprevisibles
vibrando en la luz
las palabras con las que me rodeas
y susurras adiós:
—no vamos a esperarnos toda una vida el uno al otro
desgarra el aire
a saltos
llena el cielo
con las chispas del herpes
crepitando en brillo
de rojo a verde
sobre mi rostro
emigra
con sólo un ala
para sobrevivir al insomnio
y a las despiertas visiones oníricas
esperando en vano
que vuelva a crecer una nueva ala
de su centro aniquilado.
Agua viva
Agua viva
me tumbo
me desnudo
me convierto en tu animal
por un instante
con los sentidos tensos
entre nuca y tobillo
agua viva
mi cuerpo es un arco de deseo
vuelvo un hombro
echo la cabeza atrás
agua viva
mi garganta queda libre
y tú puedes oler sangre bajo la piel
me atrevo a ser tu animal por un instante
agua viva
puedo brillar por todas partes
agua viva
por todas partes puedo abrirme
agua viva
en todas partes puedes hacer conmigo lo que quieras
en todas partes estoy más cerca del sol
puras gotas de luz
en un creciente abismo de deseo.
Cada poema
Cada palabra que tengo una pluma
que brilla
como el corazón en un cuerpo
cada frase que tengo un ala
que al rozarme como tu mirada
me hace olvidar todo lo demás
cada poema que tengo un pájaro
que se eleva y al buscar por el aire
me arroja a un nuevo comienzo
una palabra es una pluma es un ala es un pájaro que huye
Traducciones de Francisco J. Uriz
Pia Tafdrup nació en Copenhague, Dinamarca, el 29 de mayo de 1952. Sus poemas han sido traducidos a más de treinta lenguas. Ha publicado una veintena de libros de poesía, entre ellos: When an Angel Breaks her Silence (Cuando un ángel rompe su silencio), 1981; No Hold (No agarrar), 1982; The Innermost Zone (La zona más íntima), 1983; Spring Tide (Marea viva), 1985; White Fever (Fiebre blanca), 1986; The Bridge of Moments (El puente de momentos), 1988; The Cristal Forest (El bosque de cristal), 1992; Territorial Song, Jerusalem Cycle (Un ciclo de Jerusalén), 1994; Queen´s Gate (La puerta de la reina), 1998; Thousand Born (Mil nacido), 1999 y he Whales in Paris (s ballenas en París), 2002. Dos dramas: Death in the Mountains (Muerte en las montañas), 1988 y The Earth Is Blue (La tierra es azul), 1991. Un libreto para danza, The Town of Viso (El pueblo de Viso), 1999 y dos antologías de poesía contemporánea danesa, 1991.
Ha recibido varios reconocimientos por su obra poética, entre ellos el remio de Literatura del Consejo Nórdico, el más prestigioso premio literario de Escandinavia, por el libro Queen´s Gate; Premio de Literatura Danesa (para autoras mujeres), 1997; el Premio Søren-Gyldendal 2005, y el Premio nórdico de la Academia Sueca, 2006. En 1989 fue elegida miembro de la Academia Literaria de Dinamarca.