Lauren Mendinueta (Colmbia)
Por: Lauren Mendinueta
El árbol de oro
(En el Popol Vuh representa la muerte y el renacimiento de la vida en la naturaleza.
Se le vincula con el dios Sol, Kinich Ahau)
El árbol de oro transforma la apariencia del paisaje.
Lo que nosotros llamamos naturaleza está ahí,
pero la vida del árbol le trajo un relieve,
una claridad que antes no tenía.
Crecen en sus ramas resplandores sin sol,
y sus altas luces obligan a mirar hacia arriba,
hacia la amplitud del cielo, que él,
con la delicadeza de sus hojas, resalta.
Su firme presencia
hace visible el espacio invisible del aire.
El espacio en su jardín
Lo visible y lo invisible
están en eterna contradicción,
y esta lucha tiene por fuerza
el poder de matarme lentamente.
El triunfo de lo invisible,
carece de espectáculo,
mientras incluso en la derrota
lo visible gana en notoriedad.
Si la brevedad es el signo de la vida humana,
el tiempo es asunto mío, también.
Y la roca gritó, otra vez
El mundo habla en lengua extranjera,
al tiempo que en él la voluntad se cumple
portadora de exilio y soledad.
Creo en los signos secretos,
en las llamadas sin responder
y en ciertos árboles abandonados
en la orilla equivocada de los caminos.
Si se desnudara lo original,
se reflejaría en la superficie de la tierra
y no en la cara teatral de lo humano,
estoy segura.
En medio de tanto ruido,
el grito ignorado de la roca
dice lo que otra vez preferimos no entender:
si esto es vivir, la muerte es un jardín florido.
El Danubio
Lo que pacientes elaboraron los años
no tiene título por ahora,
sólo un olor y un sonido que lo distingue
del tumulto de lo real y notable.
El Danubio que yo conozco
no lo frecuenta el mundo;
es el escenario de los últimos vasos de leche
que tomé gustosa de las ubres;
la cama junto a la cama de mis abuelos paternos,
que anhelaron encaminar su hacienda, y así fue,
y sembraron tres hijos en sus jardines.
En El Danubio pude ver hacia el universo,
y me atemorizó la imagen del infinito;
aquella aparición del vacío
que amenazaba con tragarse el mundo.
Todo lo que yo conocí en mis primeros años,
fiel a lo anunciado por mis visiones, desapareció;
y ahora cumplido el presagio, perdida la niñez,
los amigos tempranos, la casa en la que nací,
perdida la calle Felicidad para habitarla,
me sigue quedando El Danubio y su jazmín,
el naranjal, unos corrales,
y las cumbres nevadas de la Sierra:
es decir, un paisaje que se pierde
en el temor de perderse otra vez,
otra vez en lo definitivo.
Venecia
Para Silvia Favaretto
Quisiera capturar en vida tu imagen,
guardarla en la galería de mi mente,
desenterrarte del lugar donde te has refugiado
mientras aumenta cada día tu esplendor
y voy ciega a tu existencia.
Eres como un velo tendido sobre la arena,
toda transparencia y gravedad;
pareces tan tenue, tan serena,
tan desnuda de todo
salvo de tu gracia.
Me pregunto al contemplar las imágenes
grabadas en la laguna,
cuál es la ciudad real y cuál es su reflejo.
Lauren Mendinueta poeta, ensayista, traductora y editora, nació en Barranquilla-Colombia el 14 de abril de 1977. Ha escrito los libros de poesía: Entre mi tierra y mis sentimientos, 1998; Carta desde la aldea, 1998; Inventario de ciudad, 1999; Autobiografía Ampliada, 2001; Poemas, antología, 2004. Ensayos: Sobre Autoras, 2002. Marie Curie (biografía), 2004. Sus poemas aparecen en importantes antologías en Colombia, México, Costa Rica, Austria y El Salvador. Ha merecido las distinciones y premios: Premio Departamental de Poesía, Ministerio de Cultura, 1998. Primer lugar, Premio Festival Internacional de Poesía en Medellín, 2000. Premio Nacional de Poesía Universidad Metropolitana, 2000. Ha sido traducida parcialmente al inglés, italiano y alemán. Actualmente trabaja como editora general de La Dádiva Editores.